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Los pobres y la madre tierra, los más perjudicados, subraya durante su visita a Perú

Censura el Papa el virus social de la corrupción en Latinoamérica

Pide en Puerto Maldonado respetar y promover los derechos de los pueblos amazónicos

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 20 de enero de 2018, p. 20

Lima.

El papa Francisco arribó a Perú para quedarse cuatro días. Pisa suelo peruano en un momento en que el país tiene grandes heridas abiertas. Hay muchas expectativas por la visita del pontífice, casi proporcional a la crispación social y política. Lo que diga, cómo lo diga, sus silencios y gestos serán registrados con atención.

Los peruanos de a pie han salido en miles a las calles para ofrecerle un cálido y entusiasta recibimiento. Ven en él un líder auténtico, con la fuerza moral que carece su clase política. Los políticos, por su parte, están enfrascados en turbias negociaciones, acusaciones y una larga estela de corrupción que lacera la esperanza de futuro y toca fondo, la amargura de la desilusión.

Después de que el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, se salvó de una destitución, al ser acusado de corrupción por recibir presuntos pagos de la constructora brasileña Odebrecht, caso que ya ha salpicado a los tres últimos presidentes peruanos y a numerosos países latinoamericanos. Por ello el indulto a Fujimori es una mala señal, porque es fruto de un mercadeo por conservar su cargo presidencial. Es una negociación espuria, que ha fermentado una incandescencia de viejas heridas entre el antifujimorismo y el fujimorismo, polarizando todo y a todos en el país.

Francisco no podrá cerrar las heridas. Esa es tarea de los peruanos, pero su palabra será un referente. Un estímulo refrescante a un debate empantanado. Por ello sus palabras podrán ayudar a reflexionar sobre conductas, errores y quebrantamientos políticos y morales, tendientes a construir un país más justo.

No puedo ocultar mi emoción por Perú. Quien esto escribe vivió más de tres años en Lima y guarda profundos sentimientos y apegos. Por ello, cuando Francisco llegó al palacio presidencial para la ceremonia oficial y hablar ante los poderes del Estado y la clase política no podía ocultar mi expectativa. Buena parte de su discurso fue para recomendar atender a la Amazonia. Sugirió la necesaria inclusión de los descartados. Advirtió de la degradación de la dignidad humana, la ambiental e insistió en su integración diciendo: A quienes ocupan algún cargo de responsabilidad, sea en el área que fuere, los animo y exhorto a empeñarse en este sentido para brindar a su pueblo y a su tierra la seguridad que nace de sentir que Perú es un espacio de esperanza y oportunidad, pero para todos, no para unos pocos; para que todo peruano, toda peruana, pueda sentir que este país es suyo, no de otro, en el que puede establecer relaciones de fraternidad y equidad con su prójimo y ayudar al otro cuando lo necesita; una tierra en la que pueda hacer realidad su futuro. Y así forjar un Perú que tenga espacio para todas las sangres, en el que pueda realizarse la promesa de la vida peruana.

En su discurso a las autoridades civiles y el cuerpo diplomático, Francisco se pronunció frente a la corrupción. Primero exhorta a “estar muy atentos a esa otra forma –muchas veces sutil– de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción. Cuánto mal hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados. Lo que se haga para luchar contra ese flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayuda, y esta lucha nos compromete a todos. Unidos para defender la esperanza implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil. Y no excluyo a las organizaciones eclesiásticas”. Esta última expresión probablemente está dedicada a Juan Luis Cripriani, cardenal de Lima, quien ha sido ambivalente sobre el tema. Recientemente calificó de inevitable la corrupción al señalar que es imposible librarse de ella (Perú 21). Y la otra referencia sin duda atañe a la siniestra organización católica de ultraderecha Sodalicio, que cayó en una degradación católica calamitosa.

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El pontífice, a su llegada al palacio presidencial en LimaFoto Ap

Con solemnidad, los políticos escucharon. Los asistentes miembros de esa clase política cuestionada asentían aplaudiendo, sobre todo cuando el Papa sentenció que la corrupción es evitable. No se daban por aludidos. Quizá Francisco hablaba de otros, pero no de ellos. ¿Habrá calado hondo el llamado del pontífice?

Por la mañana, Francisco pronunció un largo y cálido mensaje en Puerto Maldonado. Se dirigió a diferentes comunidades indígenas peruanas, en especial de la Amazonia, y a otras, las procedentes de Bolivia y Brasil, que se congregaron en el Coliseo Regional de Madre de Dios, con un discurso en el que predominó el diálogo intercultural y la protección de la Amazonia y su cultura. Francisco se refirió a los pueblos amazónicos con mucha delicadeza, y pidió respetar y promover sus derechos ante las diversas amenazas que padece la Amazonia.

Con firmeza, exclamó: Probablemente los pueblos amazónicos originarios nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como ahora. La Amazonia es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neoextractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales.

El Papa argentino denunció la trata, la esclavitud y la minería clandestina. Con sentimiento, planteó a las diferentes etnias: Considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos; asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias Sin duda este encuentro, en el olvidado puerto de Maldonado, ha sido el preámbulo del sínodo extraordinario regional sobre el drama de poblaciones, medio ambiente y saqueos en la Amazonia, que se realizará en octubre de 2019 y está inspirado en su encíclica Laudato si y en la solicitud de varios obispos latinoamericanos. Francisco se dio tiempo para visitar a unos 270 niños y adolescentes huérfanos, abandonados o que sufrieron violencia, en el albergue El Principito, en Puerto Maldonado. Tuvo una reunión privada con Kuczynski y después un encuentro con los miembros de la Compañía de Jesús, orden a la que pertenece.

No debemos olvidar que Francisco visita la tierra donde nació la Teología de la Liberación en los años 60. El padre de esta gran corriente teológica latinoamericana es Gustavo Gutiérrez, de 83 años, sólido teólogo peruano con vocación social. Asesor desde joven de universitarios católicos e intelectuales que se agruparon en la Unión Nacional de Estudiantes (UNEC) y en el contacto con las pastorales populares de Perú. Gustavo Gutiérrez es una persona de inteligencia privilegiada, sagaz y agudo. Su cultura basta, humor y capacidad comunicativa contrastan con su pequeña y frágil figura. Sin duda, Gutiérrez es un intelectual de gran prestigio en todo el mundo. Ha recibido el premio Príncipe de Asturias, más de 20 doctorados honoris causa de prestigiadas universidades y ha escrito más de 15 libros, en los que articula la teología con temáticas como la espiritualidad, la política, sociedad y las ciencias sociales. Un apasionado de la figura de Bartolomé de las Casas. De todos los temas que aborda hay un eje que cruza todo su pensamiento y su obra: los pobres. ¿Se encontrará con el Papa en esta visita? Mañana, el norte devastado por desastres naturales: Trujillo, capital del departamento de La Libertad.