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Despiden a trabajadoras de esos albergues que han señalado las irregularidades

Denuncian abusos sexuales y consumo de drogas en Aldeas Infantiles SOS

El director de la sección Huehuetoca, estado de México, es acusado de solapar ilícitos

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Algnos de los trabajadores de Aldeas Infantiles SOS han sido los encargados de dar a conocer las irrregularidades que se presentan en esos albergues, sin que las autoridades intervenganFoto La Jornada
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 14 de enero de 2018, p. 13

Abusos sexuales reiterados contra menores de edad, consumo de alcohol y drogas por parte de directivos e internos, violencia y faltas al código de conducta y a la política de protección infantil han sido denunciados por trabajadores de Aldeas Infantiles SOS México, sin resultado alguno.

Así lo afirman trabajadoras de esa organización no gubernamental de la sección Huehuetoca, estado de México, que aportan cartas de puño y letra de víctimas y cuidadoras, así como actas circunstanciadas membreteadas de hechos presuntamente delictivos y de los cuales La Jornada tiene una copia, que involucran al director, Jesús Shane Flores Resentís, y dos acompañantes juveniles, Raymundo Arenas Rodríguez y David Bonilla.

Las denuncias fueron presentadas a Dirk C. Glas, director nacional interino de Aldeas Infantiles SOS México –organización que se sostiene con base en donativos y está certificada por el gobierno federal–, así como a Diana Rosales de la oficina nacional; Edgar Serralde, asesor de Programas, y Efraín Guzmán, director de política de protección infantil, quienes respondieron que se investigarían los hechos denunciados, pero luego negaron las acusaciones y finalmente despidieron a tres empleadas denunciantes.

Tenemos casos de abusos sexual, violaciones, consumo de alcohol por el director y los dos acompañantes, el ingreso y consumo de mariguana y cocaína por parte de ellos en su horario laboral y consumo de drogas por parte de internos, dice en entrevista la trabajadora social del programa, Yehosabat Chávez Arellano, mientras entrega copias de las actas circunstanciadas de estos hechos.

En el acta del 4 de septiembre del año pasado, la trabajadora social expone el caso de la violación de LGPG, una niña de 12 años, el 30 de agosto, en la Casa 9, por LM, un interno menor de edad.

La menor, con una severa discapacidad y afectación genética del síndrome de Turner, presentaba un retraso de su periodo menstrual: “Ella se encontraba viendo la tele, cuando ‘LM’ se acercó y la llevo a su cuarto, luego le bajó los pantalones, así como su pantaleta y llevó a cabo el acto de la penetración forzada”, señala el documento.

Los hechos fueron notificados al director Jesús Shane Flores y la niña fue llevada a la Unidad Médico Familiar del DIF Huehuetoca, en compañía de Raymundo Arenas, pero en esa institución, que se supone debe supervisar el bienestar de los niños en custodia de Aldeas Infantiles, no fue recibida para la consulta ginecológica porque no tenían cita previa, por lo que procedieron a visitar el Hospital Municipal de la Mujer.

La violación fue certificada por el médico: En compañía del director, la revisión se realizó en mi presencia y la doctora me mostró y explicó las condiciones en las que se encontraba la zona genital de la menor en la cual se observó la presencia de una lesbios chutenea, la irritación en los labios menores y la ausencia del himen, señala la denuncia escrita por la trabajadora social, mientras la niña sólo pudo articular unas palabras: me metió su pene, pero yo no quería.

En entrevista, la trabajadora le dijo al director que los hechos debían ser notificados al DIF, que representa al tutor legal, y al Ministerio Público, para que iniciara la averiguación previa, porque Aldeas no es una autoridad competente para realizar la investigación:

Él notificó los hechos a la oficina nacional, pero omitió ir al Ministerio Público a denunciar. Todo lo manejó por debajo del agua. Al chico agresor no se le dio contención y se quería suicidar, la niña víctima empezó a tener crisis y para el director eran sólo berrinches. En definitiva no se les ofreció apoyo sicológico y todo siguió igual.

Drogas, alcohol y sexo

En una carta fechada el 16 de octubre del año pasado, la trabajadora social explica el problema sobre el consumo de alcohol y drogas que sucede en Aldeas Infantiles: Suceden dentro de la aldea teniendo como punto de reunión la casa que habita el director del programa, siendo que éste mismo no sólo conoce esas conductas, sino que también se encuentra presente y participa en este grupo integrado además por David, Raymundo y Noemí, la facilitadora familiar.

Erika Sánchez, coordinadora de Espacios de Fortalecimiento Familiar, cuenta en entrevista que en una convivencia celebrada el 10 de octubre del año pasado en la casa de Tías de Apoyo observó cómo Raymundo Arenas, el acompañante familiar, extrajo de su cartera un papelito con polvo blanco que reconoció como cocaína y enseguida una tarjeta con lo cual formó dos líneas, enrolló un billete y finalmente lo consumió.

“Yo vi cómo consumió coca. Hay un problema de consumo de drogas por los chicos. Yo no sabía qué tan grande era o la magnitud del problema, sólo me decían que era consumo de inhalantes entre algunos chicos. Cuando empecé a hablar con los vigilantes me di cuenta que el consumo no era aislado, sino recurrente”, dice Erika durante una entrevista.

Añade: En una ocasión, el vigilante Ángel y Armando consumieron inhalantes toda la noche. Los vigilantes le pasaron la notificación a la asesora del programa, Yanette Carrillo, pero que no habían hecho nada. Leo se metió en una depresión muy fuerte y salió del problema hasta septiembre, pero volvió a consumir inhalantes y el actual director, Jesús Shane, sabía que estaba consumiendo y no hacía nada, dice al mostrar reportes membretados, escritos por los vigilantes de la empresa International Private Security de México, notificando los hechos.

Comenta que al revisar anteriores libretas que son diarios de campo, pudo conocer los reportes de Judith, facilitadora familiar, que reportó el caso de la violación a la menor Leslie: Había sido violada de manera recurrente por varios chicos internos de la aldea y posteriormente desarrolló el síndrome de Estocolmo, cayó en una depresión y le dio un ataque de esquizofrenia y la internaron en Grunac, un centro de rehabilitación de adicciones, pero que no está especializado en atender su problema de salud mental.

Comenta que según el reglamento, en la aldea sólo se puede quedar a dormir el director, pero se quedaban los acompañantes juveniles David y Raymundo , así como Noemí, facilitadora familiar: Ellos mismos comentaban que tomaban cerveza, alcohol, mariguana y cocaína. Nosotros no estábamos de acuerdo en cómo procedían con los jóvenes, porque no marcaban límites ni ofrecían una figura de autoridad. Entonces hubo una fractura en el equipo, a la trabajadora social y a mí nos empezaron a excluir en temas de trabajo.

Beatriz Mora, responsable de casa y mamá sos, escribió una carta donde denunciaba la situación del caso de la interna Monserrath, a quien la encontraron drogada y reconoció que había consumido mariguana, cristal y piedra, además existía el temor de haber sido abusada sexualmente, aunque el médico dictaminó que no.

“A pesar de no haber sido abusada, el director Jesús le dijo a Raymundo que le diera las dos pastillas del día siguiente, sin mi consentimeinto… la doctora me dijo que podría tener repercusiones en el organismo, como trastornos en su menstruación y el apetito”, señala la carta y menciona que recomendó que se le cambiara de aldea por su seguridad, pero nunca se hizo.

Situación generalizada

Las cartas de las cuidadoras, llamadas madres sos, cuyas identidades se reservan para evitar represalias, señalan y narran distintos tipos de irregularidades y abusos.

Tanto Erika como Yehosabat, coinciden en señalar que lo que sucede en Huehuetoca ocurre en otras de las siete aldeas que existen en México, ubicadas en distintas ciudades:

Recibimos una llamada diciendo que en la Aldea de Tuxtla Gutiérrez un dentista que atendía a los niños había abusado sexualmente de por lo menos seis, con la implicación de un acompañante de jóvenes. Ahí empecé a darme cuente que pasaban cosas que no salían de las aldeas y se quedaban y trataban de resolverlas de manera interna, dice Erika Sánchez.