Opinión
Ver día anteriorMartes 9 de enero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Firman pacto de civilidad

Violencia sin castigo

Coyoacán: el flagelo Toledo

N

adie puede dudar que la firma de un pacto de civilidad siempre acarrea las mejores intenciones, pero cuando se llega a ese punto es que las reglas del juego, la ley, ya no sirven para nada y que la impunidad campea. También manifiesta, abiertamente, que existe un conflicto violento generalizado en el que todos los actores están involucrados.

En el caso del proceso electoral que se vive en la Ciudad de México eso no ocurre. No, aquí no hay un conflicto violento generalizado y la causa para convocar a un acuerdo de ese tipo implica, además, que la parte violenta podría quedar en total impunidad, porque el pacto podría establecer, sin estar escrito, que la historia hasta antes de su firma ya no existe. Borrón y cuenta nueva.

Se puede decir que el supuesto, o mejor dicho, la acusación que de todas partes se ha levantado en contra del diputado perredista Mauricio Toledo, tiene como acompañamiento necesario a su partido, el PRD, y que eso, en tiempos de elecciones, significa que Coyoacán por lo pronto está perdida para los amarillos, por más mala que sea la candidata que ha puesto Morena, y que no parece responder a los requerimientos de la gente de esa delegación.

Pero eso no es lo grave, lo que hoy por hoy preocupa es cómo se puede sacudir Coyoacán a la gente de Toledo que tiene bajo control, mediante la manipulación de los programas sociales, a la más pobre de la demarcación, y cómo esa posibilidad debe y puede ser controlada por las autoridades electorales que de ninguna manera podrían convalidar un triunfo fincado en la pobreza y el hambre de la gente.

El control y el castigo que impongan las autoridades electorales en el caso de Coyoacán será la guía que marque la limpieza, y sobre todo la credibilidad en las elecciones. Hasta hoy Mario Velázquez, consejero presidente del Instituto Electoral local, ha caminado por las arenas movedizas del proceso con una firmeza que no deja dudas sobre su honestidad, pero los momentos difíciles apenas están en marcha.

Y es que si los hechos en Coyoacán no son sancionados con la ley en la mano, nadie podrá creer en la imparcialidad de las autoridades, y por tanto no se podrá calificar de limpia la elección, que a estas alturas ya tiene problemas graves que difícilmente se pueden resolver con un pacto de civilidad, si a uno de los actores le importa un comino.

Hoy, para que la paz permita que las campañas políticas transcurran sin incidentes de violencia se requiere una sola cosa: que se obligue a quien rompió la ley a que pague por ello. No se trata de una cacería de brujas; se trata, eso sí, de civilizar el proceso.

Por su parte, las autoridades judiciales tienen todos los elementos necesarios para sancionar a quienes violentaron el mitin en Coyoacán, y no es posible, siquiera, que den como argumento que las caras de quienes golpearon no son claras, porque los videos no alcanzan a definirlas, cuando ya sabemos que ya existen los avances tecnológicos necesarios para hacer muy claras esas mismas imágenes.

De cualquier forma, si lo que se nos quiere decir es que la ley ya no sirve, pues entonces se requiere más que un pacto. Si es así, que nos lo digan, pero lo que no es posible aguantar más es la impunidad y la mentira. Eso lo deben tener en cuenta todas las autoridades, pero las electorales por encima de todas.

De pasadita

Hace rato que en la Secretaría de Movilidad no pasa nada. Tal vez sea la inexperiencia del joven que hoy funge de secretario, tal vez sea inexperiencia, o lo peor, muy probablemente sea sólo ineficiencia, y contra eso los únicos que pagan son los ciudadanos.