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Bajo la lupa

¿Librará Trump una guerra para ganar las elecciones intermedias de 2018?

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En días pasados el presidente Donald Trump invitó a miembros de la Guardia Costera de Estados Unidos a jugar en su club de golf en West Palm Beach, FloridaFoto Ap
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l año 2017 concluyó para Donald Trump –quien se ha vuelto el centro de gravedad y/o el atractor fatal tanto a escala doméstica como global– con estratosféricos beneficios para Wall Street, las trasnacionales y su sustancial recorte impositivo, las petroleras del fracking desregulado y el supremacismo del primer Netanyahu de Israel: Estado racista/paria/ apartheid, si eso significa ganar, cuando la política exterior de Estados Unidos sufre reveses no vistos desde hace 70 años y su tejido social se disgrega en forma alarmante.

Sin la ominosa defenestración ( impeachment) de por medio, la dinámica que llevará del 1º de enero hasta las cruciales elecciones intermedias del 6 de noviembre estará correlacionada con la probabilidad de la primera guerra de Trump en el extranjero.

Cada presidente de Estados Unidos deja el sello de su guerra. Dígase lo que se diga, a lo largo de 2017 el pugnaz Trump no ha librado en forma sorprendente ninguna guerra, pese a sus bravatas nucleares de cantina barata, aunque sí ha contribuido y ha dejado sembradas todas las semillas bélicas para una conflagración en cualquier momento: desde la península coreana, pasando por Ucrania (con la reciente entrega de armas letales al gobierno de Petró Poroshenko, lo cual ha indispuesto al zar Vlady Putin) hasta el repudio universal a su reconocimiento de Jerusalén como capital fake de Israel (https://goo.gl/AMzAfG).

De milagro Trump no se enfrentó a la presencia de Rusia en Siria ni a la de Irán y Turquía (en menor grado) en Irak y hasta impidió la implosión del Líbano (https://goo.gl/VPU8wv).

Una cosa son los clásicos teatros de batalla convencionales ampliamente conocidos y dispersos por el mundo –desde Venezuela (con el fin de controlar la máxima reserva de hidrocarburos del planeta, sumada de su importante minería aurífera), pasando por Yemen, hasta el ascenso irresistible de Irán– y otra cosa sería una confrontación de las dos superpotencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, de pronóstico reservado y en la que el primero no saldría para nada bien librado.

Hoy la debilidad de Trump en el ámbito doméstico jugará un rol determinante para que decida participar en una guerra en uno de los tantos teatros de batalla que se escenifican en el planeta, al estilo de lo que el asesor Nicolás Maquiavelo instigaba al príncipe Lorenzo de Médici en el siglo XVI: librar una guerra para desviar el malestar interno y aglutinar el jingoísmo.

Nada menos que el texano Ron Paul –anterior congresista y candidato presidencial, así como padre del influyente senador Rand Paul por Kentucky, quien dio lugar al Partido del Té, en el seno del Partido Republicano– aseveró que Trump puede ser vulnerable a un desafío en las primarias del Partido Republicano, además de prevenir que “Estados Unidos se encuentra al borde de algo similar al colapso del sistema soviético (¡ megasic!) en 1989”, que no sería la tan cantada balcanización por el decano de los diplomáticos rusos Igor Panarin (https://goo.gl/ky8bBf), sino versaría sobre un desastre de la política monetaria y el derrumbe de su “imperio de ultramar (https://goo.gl/CthMJw)”.

Del lado de los feroces turiferarios de Trump se escucha un diferente sonido triunfalista de campana y campaña, como el reporte de Mike Allen, quien considera que en 2018 habrá un “Trump desencadenado ( sic)” con varios despidos en su gabinete –el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el consejero económico Gary Cohn– y el auge de sus ideas extremistas (https://goo.gl/GeuxU3): habrá un Trump pleno ( sic), en el que prevalecerán sus instintos (sic), su nacionalismo económico y su política antimigratoria, lo cual presagia pésimos momentos para el México neoliberal itamita.

En su reciente entrevista a The New York Times (NYT), Trump afirma que será relegido en 2020 (https://goo.gl/5jJs6g).

La humillante derrota del trumpiano supremacismo evangelista blanco en su feudo de Alabama en el Cinturón Bíblico significó una advertencia de lo que puede advenir en las elecciones intermedias (https://goo.gl/cceTsy), por lo que Trump intenta, en un experimento político similar al renacimiento evangelista born again, revivir la enjundia de su base de fieles, que muy bien puede ser a costa de los mexicanos transfronterizos, con la conclusión ignominiosa del muro iniciado por Clinton y Baby Bush.

Pese a la estéril intimidad de Jared Kushner, yerno judío ultraortodoxo de Trump, con el controvertido Luis Videgaray, el México neoliberal itamita ha salido pésimamente librado: desde la espada de Damocles de la abrogación del TLCAN, pasando por la repatriación de capitales de las trasnacionales de Estados Unidos hasta la intensa devaluación del peso (https://goo.gl/UQEEFV).

Guerras y pretextos no faltan. El general Robert Neller, comandante de los marines, alertó a los soldados estadunidenses en Noruega que viene la guerra contra Rusia (¡ megasic!) o Corea del Norte, al unísono de la advertencia sobre el cielo encapotado en la península coreana del general James Mattis, secretario del Pentágono, en Fort Bragg (https://goo.gl/oFrF8x).

Tanto los portales de Rusia como de China enuncian que la jugada de Trump sobre Jerusalén puede provocar una guerra, como también alertó Alí Larijaní, presidente del Parlamento iraní, después de su reunión en Islamabad, Pakistán, con Vyacheslav Volodin, portavoz de la Duma rusa (https://goo.gl/m7uzRy). El portal oficioso chino Global Times previene que “el plan de Trump en Jerusalén puede desencadenar guerras regionales (https://goo.gl/RFVsDA)”.

El patriarca libanés Béchara Raï, de la comunidad católico-maronita adscrita al Vaticano, exhortó a Trump a revertir su peligrosa decisión sobre Jerusalén –que significa la judaización de Jerusalén, que le quita su carácter cristiano y musulmán– y que atiza la guerra en el Medio Oriente (https://goo.gl/TyGAkh).

Como si lo anterior fuera poco, The Times of Israel divulga que “Estados Unidos e Israel firmaron un pacto secreto (¡ supersic!)” en la Casa Blanca para lidiar con Irán (https://goo.gl/TNFCX5). ¿Y a poco Rusia y China se quedarían con los brazos cruzados?

The Financial Times augura una guerra comercial de Trump contra China, mientras el muy sesgado portal Stratfor pronostica la profundización de la colaboración entre Rusia y China, que significará una amenaza estratégica para Estados Unidos: la fluidez de los alineamientos entre las grandes potencias definirá el sistema internacional, mientras Estados Unidos operará un eje con Israel y Arabia Saudita contra Irán. Además, Trump ejercerá una “agenda comercial agresiva contra China, México ( sic), Corea del Sur y Japón” (https://goo.gl/tJCf3J).

¿Funcionará su apabullante agenda darwiniana cuando Estados Unidos naufraga en su decadencia? ¿Podrá con China aliada de Rusia?

Mark Landler, del NYT (https://goo.gl/Cpqz7t) y Global Times (https://goo.gl/esWLNS), coincide sobre la impredecibilidad de Trump, la cual, a mi juicio, es una técnica deliberada de su pasado como dueño y apostador de casinos, que resume la teoría del loco que marca más la debilidad de Estados Unidos que su elusiva fortaleza (https://goo.gl/MSjceS). Se trata de la trumpiana “geopolítica del bluff” que recrudeció el imperante caos global.

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