Opinión
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México SA

Gas LP, liberado

Precio en las nubes

Tundir a México

C

on la novedad, consumidores ilusos, de que una vez más el gobierno federal les ha cargado la mano, pues al gasolinazo y al tarifazo eléctrico ha sumado el permanente incremento del precio del gas licuado de petróleo (LP), de consumo mayoritario en México, es decir, lo contrario a lo originalmente prometido por el actual inquilino de Los Pinos.

Poco más de un año atrás, en agosto de 2016, Peña Nieto se quejaba de que cuando existen alzas en el costo de los servicios las malas noticias permanecen varios días, caso contrario a cuando hay reducciones tarifarias, que se difunden unos minutos o un solo día, y refirió el anuncio de la Secretaría de Hacienda en el sentido de que por aquellas fechas el precio del gas se reduciría 3 por ciento.

El citado decremento, decía EPN, es consecuencia de la reforma energética, porque al permitirse la libre importación del gas, y en un entorno de mayor competencia en el sector, el precio se reduce. (Por eso) las buenas noticias cuentan, y cuentan mucho; valen, y valen mucho. A veces nos quedamos con malas noticias que parecieran comunes o fueran las que a veces más se destacaran, y se dejan (fuera) las buenas noticias, que tienen mucho impacto en la vida cotidiana de las familias. Hay que rescatarlas, porque hay muy buenas noticias.

Y se quedó tan tranquilo. Con el inicio de 2017 el precio de gas LP se liberó en espera de esa reducción de precios cantada por Peña Nieto en agosto de 2016, pero como suele suceder en este y tantos otros casos, tales precios lejos de descender se fueron a las nubes.

La Jornada (Juan Carlos Miranda) lo resumió así: “El precio del gas licuado de petróleo (comúnmente llamado gas LP), el combustible que utilizan dos de cada tres hogares en México para calentar agua y cocer alimentos, ha subido 34.62 por ciento en promedio nacional entre diciembre de 2016 y octubre de 2017, de acuerdo con cifras de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), y se espera que siga subiendo como cada año con la entrada del periodo invernal.

Según datos del Inegi, el alza del gas LP, cuyo precio dejó de estar controlado por el Estado y se liberalizó el primero de enero de este año, fue uno de los principales factores que llevaron la inflación de la primera quincena de noviembre hasta 6.59 por ciento, la más alta para un periodo similar desde 2000.

Y la liberación provocó, también, lo que es cosa de todos los días en otros sectores liberados de la economía nacional, es decir, la concentración del negocio. En el caso del citado combustible, sólo ocho grupos empresariales controlan 85 por ciento de las importaciones, de acuerdo con la titular de la unidad de gas LP de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), Susana Cazorla Espinosa.

De acuerdo con la misma información, la funcionaria de la CRE detalló que todavía hay zonas (de la República) donde ves uno o dos distribuidores y eso se ve reflejado inmediatamente en la calidad y en el precio, donde no tienen ningún incentivo ni para bajar el precio ni para dar un mejor servicio, comentó. Luego de la aprobación de la reforma energética, en enero de 2016, se abrió el mercado para permitir que firmas privadas pudieran importar gas LP (actividad que previamente era exclusiva de Pemex), pero aunque a la fecha se han otorgado 102 permisos, ocho grupos empresariales controlan 85 por ciento de las importaciones.

Desde luego que lo anterior no tiene novedoso, porque a lo largo de los pasados 35 años, con especial énfasis desde los tiempos de la solidaridad salinista (que prometió democratizar el capital de la banca), la apertura, liberación, acompañamiento del capital privado y tantos otros eufemismos utilizados por el gobierno para –algo por demás imposible– intentar ocultar la privatización de absolutamente todos los bienes de la nación, resultaron en la brutal concentración de la actividad económica y, desde luego, del ingreso y la riqueza.

Como sucedió con las promesas de reducir los precios de las gasolinas, las tarifas eléctricas y tantas otras cosas, el gobierno peñanietista incumplió tajantemente con las buenas noticias –de hecho las canceló de tajo– en torno a la reducción de los precios del gas LP tras la anunciada liberación. Y, también como siempre, el elevadísimo el costo social (porque en el plano de los negocios las utilidades son amén de jugosas, garantizadas) de este tipo de experimentos simple y sencillamente se traslada a los consumidores.

En los hechos la frase del arranque sexenal (cada día más en desuso) de mover a México se transformó en tundir a México, porque la pomposa oferta de un futuro promisorio para los habitantes de esta República de discursos no trascendió el primer año de gobierno.

De acuerdo con información de Petróleos Mexicanos, en el arranque sexenal la ahora empresa productiva del Estado contaba con 18 terminales de distribución de gas licuado de petróleo; al cierre de 2016, con la liberación en puerta, ese número se había reducido a 10, con un combustible cada día más caro y el negocio acaparado, lo que, desde luego, se refleja en el constante aumento de precios al consumidor y su innegable impacto en el índice inflacionario, como sucede con gasolinazos y tarifazos. Ello, claro está, gracias a la reforma energética.

Por cierto, otros indicadores productivos permiten documentar de qué se trata: en lo que va del sexenio de la reforma energética, la producción interna de gasolinas se ha desplomado 57 por ciento y la de diésel 67 por ciento. En cambio, la importación de estos combustibles ha crecido 47 y 87 por ciento, respectivamente, mientras los precios al consumidor se han incrementado en alrededor de 60 por ciento. Súmele gas licuado de petróleo y gas natural, amén de tarifas eléctricas. En pocas palabras, por las nubes están los precios de todo lo que prometieron bajar, por tratarse de buenas noticias.

Entonces, agarraos, consumidores ilusos, que el mercado de la gasolina quedará totalmente liberado al finalizar el presente mes y los precios internos corresponderán a los prevalecientes en el mercado internacional. Eso sí, en el gobierno niegan alzas bruscas, aunque no puede uno hacer predicciones en materia de petrolíferos (Pedro Joaquín Coldwell dixit).

Las rebanadas del pastel

¿Será que Luis Videgaray es quien debe decirle a Enrique Peña Nieto que no se despiste, porque el candidato tricolor al hueso mayor sí se elige a partir de aplausos y elogios? No se pierda el siguiente capítulo de la telenovela Cuna de Bobos, el destape que adelanté.

Twitter: @cafevega