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Ver día anteriorMartes 31 de octubre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

TLCAN: futuro cancelado

Voltear a América Latina

Doctorado: 125 pesos/hora

T

ras cuatro rondas de renegociación, modernización o, simplemente, negociación, el Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN) no sólo huele a cadáver, sino entre encuentros y desencuentros se ha convertido en una verdadera feria en la que de todo hay, menos resultados positivos.

A estas alturas, dos de los tres jefes negociadores muestran desesperación: a Ildefonso Guajardo se le apaga la sonrisa y la paciencia, lo mismo que a Chrystia Freeland, canciller canadiense, quien se queja de las propuestas preocupantes de la representación estadunidense. Lo único que se mantiene firme –va derecho y no se quita– es el vandalismo de la pandilla Trump, todo ello aderezado con el olor a cadáver que ya emana del acuerdo trilateral.

Algunos hacen cuentas positivas, siempre con la idea de que lo último que se pierde es la esperanza, pero son muy pocos ya los que creen firmemente en que las negociaciones llegarán a buen puerto, que el modernizado TLCAN se mantendrá como un eficiente mecanismo comercial trilateral y que el final será de novela rosa: todos felices y contentos.

Ayer, Freeland destacó que su gobierno está especialmente preocupado por las propuestas (de Estados Unidos) que estamos viendo sobre el capítulo 19 del TLCAN (solución de controversias), que es absolutamente central para los intereses canadienses, y nos preocupa la idea de una cláusula de caducidad, que nos parece redundante.

Y por el lado mexicano es obvio que los negociadores ya no sienten lo duro, sino lo tupido. Cómo estará el ambiente, que hasta la paciencia tibetana del secretario de Economía ya muestra signos de inestabilidad, porque es permanente la acción punitiva del salvaje de la Casa Blanca. Que Ildefonso Guajardo reconozca públicamente que las negociaciones telecianas han llegado a un momento difícil, es sinónimo de velorio.

Ninguna de las partes al borde de un ataque de nervios –canadiense y mexicana– han logrado mayor cosa tras cuatro rondas. El ritmo y la agenda llevan la firma de los gringos, quienes, entre otras gracias, llevaron las negociaciones al primer trimestre de 2018, es decir, justo adonde nadie (oficialmente) quería que llegaran. ¿Qué sigue? Todo indica que los santos óleos.

En vía de mientras, desde los tiempos (salinistas) de la negociación del TLCAN original, no pocas voces se pronunciaron favorablemente por la creación de un gran acuerdo comercial latinoamericano, por tratarse no sólo de naciones con historia y cultura afines, sino por mantener una relación más respetuosa, equilibrada y corresponsable que con Estados Unidos. Pero la negativa oficial fue tajante.

Veintitrés años después el balance teleciano arroja excelentes resultados para muy pocos (trasnacionales incluidas) y desastrosos para muchísimos mexicanos. Pero en la esfera oficial insisten, con todo en contra, empezando por el salvaje de la Casa Blanca, quien nada quiere saber de su bad vecino.

En este tenor, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), si bien advierte que en una situación de término del TLCAN el producto interno bruto de México caería 1.9 por ciento, el descenso sería levemente menor (-1.6) en caso de que simultáneamente entrara en vigor un (hipotético) acuerdo comercial latinoamericano. Por su parte, la región (excluido México) registraría un aumento del PIB de 0.3 por ciento.

Ante el eventual sepelio del TLCAN, apunta el organismo, la mejor opción para México sería profundizar su integración con el resto de América Latina y así amortiguar el efecto adverso del término de sus preferencias actuales con Estados Unidos.

El impacto positivo de tal alternativa resultaría ligeramente mayor si dicho acuerdo coincidiera con el término del TLCAN. Ello se debe al previsible desplazamiento de las importaciones mexicanas desde proveedores estadunidenses a los de otros países de la región.

En el escenario extremo (el TLCAN llega a su fin), detalla la Cepal, los efectos sobre las importaciones de México desde Estados Unidos, en comparación con las de América Latina y el Caribe, muestran la intensidad de la caída esperada para México por el lado de las importaciones. Al mismo tiempo, tal escenario revela el enorme potencial que otorga al resto de la región un gran mercado como el mexicano, especialmente en los sectores agrícola, ganadero, agroindustrial y automotor.

Sólo en el sector agroindustrial la cuota de mercado de Estados Unidos en las importaciones totales de México se reduciría de 70 a 49 por ciento, abriéndose un gran espacio a las ventas desde América del Sur (principalmente Brasil, Colombia y Argentina). Asimismo, las importaciones mexicanas desde la Unión Europea, China y el resto de Asia tendrían espacio para aumentar”.

Las exportaciones totales de México a Estados Unidos caerían 8 por ciento en el citado escenario extremo, mientras los envíos de automotores, textiles, confecciones, calzado y productos agroindustriales tendrían caídas de dos dígitos. En contrapartida, en dicho escenario, las exportaciones de México a América Latina y el Caribe aumentarían 6.3 por ciento.

Entonces, existen posibilidades reales de armar y poner en marcha un sólido plan B con el bloque latinoamericano. Se perdieron ya más de dos décadas, pero este sería el inicio de un futuro mejor y sostenible para el país. Suponer que el energúmeno de la Casa Blanca sólo pasa por un mal momento, que está confundido y que no tiene nada en contra de México es insistir en un cuento de hadas en el que ya ni ellas creen.

Las rebanadas del pastel

Sobre el empleo en el México real, me contrataron para dar clases de maestría, teniendo doctorado. Me pagan 125 pesos por hora. Ocho años atrás la misma institución educativa pagaba 180 pesos. El salario ha involucionado, cierto. Peor aún: salgo de mi trabajo a las 22 horas, y recuerdo que en los años 70 las estaciones del Metro estaban prácticamente vacías a esas horas. Hoy no es así, indicativo de que la gente labora jornadas mayores a ocho horas con salarios bajísimos, como es mi caso. En ese horario el Metro está atestado de vendedores ambulantes, gente hambrienta que ya no le queda de otra. Los hijos pequeños de estos vendedores deberían estar dormidos para ir a la escuela, pero no: a deshoras juegan en los andenes o en la calle, miles y miles de vendedores ambulantes que ya construyen ciudades del desempleo en la otrora muy noble y leal ciudad de México (profesor, Francisco Bravo)… Y el billete verde se vendió ayer hasta en 19.56 micropesos (Bancomer).

Twitter: @cafevega