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Daniela Rea habla sobre su filme, en competencia en el Festival de Cine de Morelia

No sucumbió la eternidad, documental de la batalla íntima ante la desaparición forzada
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 28 de octubre de 2017, p. 9

Morelia.

El documental en competencia en el décimo quinto Festival Internacional de Cine de Morelia, No sucumbió la eternidad, dirigido por la periodista Daniela Rea, retrata las batallas íntimas de dos mujeres que aguardan a sus desaparecidos. Dos historias distantes por décadas: la de Liliana, a quien en 2010 el crimen organizado arrebató a su esposo, y la de Alicia, a cuya madre le quitó el Estado en 1978, durante la guerra sucia. Ambas se encuentran en este filme para mostrar los conflictos de la memoria y su lucha cotidiana por sobreponerse a la tragedia y seguir viviendo.

En entrevista con La Jornada, la directora mencionó: Lo que comparten las dos historias es la desaparición forzada, donde el crimen tiene que ver con una acción/innacción del Estado. Y ellas, las protagonistas de la historia comparten con honestidad profunda cómo es vivir con una desaparición. Ésa es la principal razón por la que quise trabajar con ellas, eso me permitió dialogar sobre las dudas que tenía sobre este proceso.

La cinedocumentalista confesó que: “Hay una parte donde Liliana duda en querer que su marido regrese después de cinco años ‘porque no será la persona de la que me enamoré y no lo reconozco’; es la primera vez que escucho una reacción así sobre una desaparición y me parece que ese ejercicio de honestidad, tan íntimo, puede ayudar y acompañar a quienes han vivido en silencio y no lo dicen de manera pública. Los casos de Liliana y Alicia me permitieron abordar el tema que me interesa: plantear en el espacio público de luchar y asumir una desaparición”.

Daniela precisó que el primer corte era mucho más amplio y tenía muchas más aristas, pero consideró que los temas que trataba se desbordaban el documental: “Por ejemplo la guerra sucia que abordábamos de los años 70 implicaban una investigación más profunda y propia, que era otra historia por sí misma, en un espacio mucho más político del que pretendía. Lo que yo quería era un espacio más intimista del significado de enfrentarse a una desaparición; aunque de manera sutil mi documental no plantea específicamente que fue el Estado, sí hay una intención de tomar, en estas dos historias separadas por 30 años, que siguen existiendo crímenes similares; hay repetición y sigue habiendo injusticia”.

Rea precisó: “Lo que quiero platear es el cotidiano de lo que vive una persona con esta ausencia e incertidumbre. Esa es la pregunta que gesta No sucumbió la eternidad… una de las respuestas a las que llegué fue que nunca se cierra el círculo, por eso el final es el principio de la película. Otra fue que no existe una única manera de lidiar con la desaparición; el compromiso también es distinto. Por ejemplo, en el caso de Alicia, quien tiene un compromiso de reivindicar a su madre como guerrillera no como una simple víctima y cómo plantearles el mundo a sus hijos para que no crezcan frustrados y con miedos; por otro lado, el compromiso de Liliana de conservar al hijo que concibió con su marido en un acto de amor”.

Rea consideró: “Todas la formas de resistencia sobre las desapariciones tienen que se escuchadas… la pregunta no es ¿dónde están los otros 30 mil desaparecidos?, ¿qué debemos hacer; sino dónde estamos los demás como sociedad?”