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La corrupción es inherente al sistema capitalista

Con el animo solidario surgido de los sismos salvaríamos al país

Franciscano en el origen, autor de más de un centenar de libros y condenado al silencio por el Vaticano, el brasileño Boff se declara impactado por el sentido de solidaridad de todos, por la auto organización de los jóvenes que salvó vidas y por la capacidad de soportar

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Leonardo Boff sostiene que la corrupción está en el sistema, pero se ha radicalizado con la entrada de las grandes empresas y sus proyectos billonariosFoto Jair Cabrera
 
Periódico La Jornada
Jueves 19 de octubre de 2017, p. 13

A Leonardo Boff le gusta más visitar México que sus viajes a Europa. En su estancia más reciente, este hombre de cabellera y barba blancas se hospeda en un pequeño hotel de la colonia Roma. En las calles aledañas hay todavía centros de acopio y edificios declarados inhabitables.

Considerado uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, Boff se declara impactado por el sentido de solidaridad de todos, por la auto organización de los jóvenes que salvó vidas y por la capacidad de soportar, la resiliencia que encontró en sus diálogos con estudiantes. “Me expresaban su preocupación por hacer de la solidaridad algo continuo, no solamente cuando hay un sismo, sino crear una cultura de solidaridad y cooperación que es algo que requiere mucha voluntad y persistencia. Me decían: ‘Con esa solidaridad salvaríamos al país’”.

Siempre ha sido cercano al Partido de los Trabajadores

Franciscano en el origen, autor de más de un centenar de libros y condenado al silencio por Roma, Boff (Concórdia, Brasil, 1938), ha sido siempre cercano al proyecto político del Partido de los Trabajadores (PT), el que apoya a Luiz Inácio Lula da Silva.

Enseguida, extractos de la entrevista que concedió a este diario:

–En una reunión de intelectuales y artistas con la entonces candidata (2010), usted dijo: Si Lula venció al miedo, Dilma (Rousseff) vencerá a la mentira. ¿Qué le dice ahora esa frase?

–Incluso los que votaron por la deposición de Dilma están arrepentidos, porque se ha verificado que nunca recibió nada de nadie, que no tiene cuentas en el extranjero y es una mujer con una ética extremadamente rígida. Al pasar del tiempo están reconociendo que efectivamente fue un error enorme, una verdadera conspiración parlamentaria apoyada por las élites económicas asociadas a los medios más conservadores, que dieron el golpe pensando que las cosas iban a mejorar. Al revés, todo ha empeorado y el presidente (Michel Temer) está por segunda vez bajo juicio de ser jefe de una verdadera organización criminal.

En cambio, Dilma puede ir por todo el mundo y es recibida con mucha cordialidad por su estatura ética, por su línea muy coherente, porque no aceptó negociar cargos. Por eso tuvo esa oposición sistemática, porque no aceptaba entrar a los juegos sucios.

Aunque los grandes medios brasileños lo han desaparecido y al intento de matarlo políticamente, Lula aparece siempre con más de 30 por ciento en las encuestas, y cuando preguntan si lo quieren como presidente de nuevo es como 70 por ciento los que dicen sí.

–¿Sólo Lula puede? ¿No existe la posibilidad de acuerdo entre fuerzas políticas de Brasil?

–Nunca tuvimos tanto odio, rabia, que incluso divide familias, se pierden amigos. Ha habido una gran difamación con el objeto de destruir a los líderes del PT y después al mismo partido, pero ahora las cosas han cambiado.

La investigación sobre actos de corrupción conocida como Lava Jato, explica Boff, ha alcanzado a políticos de todos los partidos. Para empezar, al de Temer, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ex aliado del PT que hacía política de más equilibrio, seguido del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de Aécio Neves.

“Brasil se ha dado cuenta de que el PMDB o el PSDB eran tan corruptos si no es que más que el PT. Ahí cambió un poco la opinión del pueblo, que dice ‘no se le puede cargar todo al PT, los demás están dentro y aún peor, fueron más corruptos…’

El problema es que no tenemos liderazgos significativos que tengan raigambre popular, de no ser Lula. Estamos en un vuelo ciego, sin saber bien a dónde vamos, y una parte de la justicia, de la Suprema Corte, está contaminada también, entonces no sabemos a quién recurrir.

–¿Hay manera de abandonar ese vuelo ciego mientras el PT no haga una autocrítica profunda?

–Ese es el problema, que los intelectuales, las personas que apoyan al PT –yo no soy del partido pero siempre he asumido su causa– reclamamos. Ellos han hecho internamente una autocrítica, pero no de cara a los que los han apoyado. No han dicho hemos cometido tales equivocaciones, ni reconocido ni dicho ‘podemos levantar de nuevo la bandera de la ética’. Dicen que si hacen la autocrítica su usará políticamente en su contra. Mi argumento es que la verdad tiene una fuerza propia, que el pueblo generalmente entiende y sabe perdonar.

Si siguen las causas del PT, que era sobre todo dar centralidad a los pobres, las políticas sociales, etcétera, entonces muchos están diciendo que tenemos que hacer que Lula vuelva para desmontar todo lo que nos han quitado y solamente él tiene la fuerza moral ligada a los movimientos sociales.

–En alguna otra entrevista se ha referido a los errores de Lula: que no impulsó reformas como la fiscal o del sistema de partidos, por ejemplo.

–Lula tenía una alternativa: apoyarse en los movimientos sociales que son muy grandes en Brasil y que lo han elegido ellos o asumir el parlamentarismo de coalición. Lula hizo exactamente lo contrario de lo que ha hecho Evo Morales. Evo hizo un pacto con los movimientos sociales, dejó de lado a los partidos y afirmó su poder hasta el punto que los partidos tuvieron que apoyarlo. Lula optó por la gobernabilidad, por el camino más corto que es la coalición partidaria, el presidencialismo de coalición. Pero la coalición es trabajar con negocios, conceder puestos altos bien remunerados, fondos, y ahí entra la corrupción.

–Una vista panorámica nos dice que el fantasma que recorre América Latina es la corrupción.

–La corrupción es inherente al sistema capitalista. Primero, porque la relación capital-trabajo es sumamente desigual y la lógica del capital es acumular más y más produciendo dos tipos de injustica, una social, la pobreza, y la otra, la injustica ecológica, destruyendo el ecosistema. Hay una lógica que es corrupta y pertenece a los negocios: pagar menos impuestos, tener grandes fortunas en bancos extranjeros offshore. Entonces, la corrupción está en el sistema, pero se ha radicalizado con la entrada de las grandes empresas y sus proyectos billonarios.

“En Brasil, y en eso el gobierno del PT tiene un poco de culpa, ha ayudado a crear los llamados ‘campeones’ para hacer competencia a escala mundial. Lo han hecho con dinero de los bancos oficiales y han ganado ‘propinas’ sobre cada proyecto, especialmente con los Juegos Olímpicos.”

Yo te ayudo a ganar elecciones, tú me das contratos

“Odebrecht y otras que trabajan a escala internacional son multinacionales corrompidas, en Perú, en Venezuela y sospecho que también en México. La cosa es muy sencilla: ‘Yo te ayudo a ganar la elección y tú me das la concesión de esta carretera que va a costar 3 mil millones’.”

–Se suponía que la ola progresista, con su reserva ética, impediría este fracaso.

–Para ello habría que desistir del mito de la gobernabilidad, de la idea de los pactos con los partidos, porque lo que cuesta (las campañas electorales), se paga con la construcción de carreteras, de grandes edificios, y ahí van por las propinas. Y la izquierda entró en eso, especialmente la cúspide del PT, no las bases. En los municipios, entre los alcaldes, donde me invitan a hablar, sigue existiendo el viejo PT, el de la ética, el de la conexión orgánica con el pueblo, decidiendo siempre con los movimientos sociales, y con una vigilancia interna y del pueblo. Creo que esa parte del partido es rescatable, pero la cúspide se perdió.

En sus charlas con jóvenes mexicanos, cuenta que, eligió para el remate un pasaje que, dice, gustó mucho: “San Agustín dice que la esperanza tiene dos hijas muy hermosas: una es la indignación, para no aceptar las cosas malas; la otra, la valentía, para cambiarlas. Y aquí debemos tener las dos cosas…”

(Puede leer la versión ampliada de esta entrevista en La Jornada online).