Sociedad y Justicia
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La comunidad escolar advierte al rector sobre riesgos por el hacinamiento en el plantel

Prepa 7 de la UNAM: saturada, no hay lugar ni para las mochilas

En mi grupo somos 73, pero los de la tarde están peor; me tocó una clase con 92

Durante el sismo del 19 de septiembre fue muy feo, no podíamos correr; éramos muchos, narran alumnas

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Una de las aulas de la Preparatoria 7 de la UNAM, en calzada de la Viga 54, colonia Merced BalbuenaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 10 de octubre de 2017, p. 32

Con sobresaturación de sus grupos, uno de hasta de 94 alumnos, opera la Escuela Nacional Preparatoria 7 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde el inicio del actual ciclo escolar 2017-2018. Sí, hoy no alcancé banca, me tocó piso, expresa Héctor con una sonrisa forzada que denota también malestar, al salir de su clase de matemáticas, en el tercer piso del edificio principal del plantel, turno vespertino. Otros cinco de sus compañeros escucharon la clase sentados en el estrado.

Los salones, muchos de apenas nueve por cuatro metros, diseñados para un máximo de entre 40 o 50 alumnos, se ven, en ambos turnos, sobresaturados, sin espacio incluso para colocar las mochilas en el piso.

La situación se repite en los laboratorios de ciencias, de ­cómputo y de inglés, así como en los espacios deportivos. Y se agrava en aquellas materias con alto índice de reprobación, como matemáticas, donde alumnos de años superiores se reinscriben para cursarlas nuevamente.

En mi nuevo grupo no somos tantos, en la lista estamos 73, pero los de la tarde están mucho peor; a mí me había tocado un grupo con 92 compañeros, menciona Ángela, estudiante de cuarto grado de apenas 13 años, que cursó la primera semana de este ciclo escolar en el turno de la tarde, pero pudo cambiarse al matutino.

Aunque desde hace algunos años se observaba ya cierta saturación en los grupos, con la consecuente sobrecarga de trabajo académico, ésta aumentó a un promedio por arriba de los 60 alumnos por grupo en el pasado ciclo escolar. Pero hoy el promedio está entre 70 y 80 estudiantes por grupo.

En un recorrido por el plantel –ubicado en la zona de La Viga–, una decena de profesores de tiempo completo y de asignatura, quienes imparten materias en los tres grados, explican, de manera alternada y por separado, la realidad que vive hoy la escuela, pero que, muy probablemente, exista en el resto de las ocho preparatorias y cinco colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM.

Antonio Fuentes Flores, profesor del área de físico-matemáticas, con 18 años de servicios, señala que esta sobresaturación se agravó más con el error que hace un par de meses tuvo la UNAM al calificar los exámenes de los aspirantes a su bachillerato, y que derivó en la aceptación posterior de 3 mil 613 egresados de la secundaria no contemplados inicialmente.

Los profesores expresaron que de ninguna manera están en contra de un aumento de la matrícula de bachillerato, pero advirtieron que se deben mejorar las condiciones de infraestructura y ampliar el personal ­académico.

Al inicio de cada ciclo escolar, la UNAM nos da cursos sobre estrategias de manejo de grupo, pero en estas condiciones, creo que no hay estrategia que sirva, con grupos de 70, 80 y hasta 90 alumnos, señala otro de los maestros, quien prefiere omitir su nombre, ante eventuales represalias de la directora, María del Carmen Rodríguez Quilantán.

Mensaje de alerta al rector

El rector Enrique Graue está enterado de esta realidad. A principios de septiembre le fue entregada una carta suscrita por mil 513 profesores, alumnos y trabajadores del plantel, quienes advierten también sobre las secuelas académicas que puede ocasionar este hacinamiento, entre ellas la deserción escolar, que en el bachillerato de la UNAM rebasa 24 por ciento.

Pero también se advertían los riesgos que esta sobresaturación puede generar ante una situación de emergencia, como ocurrió durante el temblor del 19 de septiembre. Fue muy feo, no podíamos correr, éramos muchos y estábamos en el segundo piso, recuerda Alejandra, alumna que cursa el cuarto grado.

Erika, estudiante del mismo nivel, relata que después del terremoto, las nuevas indicaciones señalan que las bancas deben estar formadas, los alumnos no deben colocar sus cosas en el piso ni obstruir el paso, a fin de lograr un rápido desalojo. Ahora ponemos nuestra mochila en las piernas, o entre nuestros pies, pero es muy incómodo estar así todo el tiempo, añade.