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Fe de erratas, serie sobre ETA, en la Sección Oficial del certamen

La tv, gran protagonista en el Festival de San Sebastián
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La actriz Glenn Close saluda a sus fans al llegar al certamen para promover la cinta La esposaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de septiembre de 2017, p. 8

Con una serie como La peste en Sección Oficial y el estreno de la comedia de Netflix Fe de etarras, la televisión fue ya la gran protagonista de la recta final del Festival de San Sebastián. Mientras, ajena al debate sobre formatos y maneras de entender el cine, la carrera por la Concha de Oro culminó sin claros favoritos.

Fe de etarras, la primera película de Netflix presentada en el Festival de San Sebastián, es una sátira sobre ETA, sin instinto transgresor, aseveró el director Borja Cobeaga.

No tenemos un instinto transgresor; lo que nos inspira es hacer comedias sobre lo cercano que hemos visto en este país. Es contar nuestra historia, señaló Cobeaga frente a la polémica que ha precedido al estreno de la película.

Fe de etarras cuenta, con mucho humor negro, la historia de un dispar comando de la organización separatista vasca que espera instrucciones en un piso franco mientras la selección española se encaminaba a ganar el Mundial de Sudáfrica de 2010.

Presentado ayer en San Sebastián, que como otros festivales (Cannes), también han dado cabida a filmes de Netflix, Fe de erratas será estrenado en la plataforma de pago el 12 de octubre.

Pero antes de verse, se ha elevado la polémica, sobre todo por su provocadora campaña publicitaria, que ha sido denunciada por un sindicato de la Guardia Civil, por posible humillación de las víctimas de ETA.

En ella se muestra el cántico futbolero Yo soy español, español, español, con la palabra español tachada en rojo.

Haber contado con el respaldo de Netflix les permitirá gozar de condiciones de libertad total para hacer lo que hemos querido, dijo Diego San José, coguionista. Era lo que nos pedía el cuerpo.

Cobeaga lamenta que en España pueda haber linchamientos en redes sociales, como el sufrido por la película, pero se congratuló de que en lo importante el país avance: ETA ya no mata; me parece el mayor paso hacia adelante que puede haber.

ETA causó, por lo menos, la muerte de 829 personas en medio siglo de lucha armada por la independencia del País Vasco, hasta el anuncio del cese oficial de la violencia, en 2011.

En tanto, el viejo conocido del certamen, el director de La isla mínima, Alberto Rodríguez, marcó un hito con la primera serie programada en la sección reina del Zinemaldia. Según explicó, a través de la Sevilla del siglo XVI amenazada por una plaga de peste, dibuja una metáfora de nuestros días, marcados por otra crisis –económica– como escenario en el que el ser humano puede mostrar lo mejor y lo peor. Un casi desconocido Pablo Molinero protagoniza el debut de la plataforma Movistar+ con una producción propia, aunque a quien buscaban los fans era a Paco León, que realiza un papel secundario.

La trama gira en torno a un ex militar que es arrestado por la Inquisición mientras busca al hijo de un amigo. Para salvarse tendrá que resolver una serie de crímenes con tintes siniestros que están teniendo lugar en la ciudad.

La carrera por la Concha de Oro acabó con la presentación de las dos últimas cintas a concurso: la alemana Der Hauptmann, que supone el regreso a su país de Robert Schwenkte, tras firmar dos entregas de la serie Divergente, y la francesa Le lion est mort ce soir, del japonés Nobuhiro Suwa (M/Other). No obstante, pese a que ambas fueron bien recibidas, ninguna desató pasiones.

Schwenkte se sirve del blanco y negro para retroceder a los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial y contar una parte de ésta que, según afirmó, ha sido muy poco narrada en el cine: la historia de los desertores. Max Hubacher (Tren de noche a Lisboa) da vida a un soldado nazi de 19 años que, tras abandonar filas, roba el uniforme de un capitán y acaba liderando a un grupo de desertores que saquean y matan allá por donde van.

Carta de amor al cine

En tanto, Suwa, afincado desde hace años en Francia, se sirve del legendario Jean-Pierre Léaud, de Los 400 golpes, para filmar toda una carta de amor a su profesión. Retrata a un actor en horas bajas atrapado en un doloroso pasado que, mientras conversa con el fantasma de la mujer que amó, conoce a un grupo de niños que sueñan con hacer una película. Concluye así la 65 edición del Festival de San Sebastián, por la que han pasado 18 títulos a concurso de los 25 que formaban la Sección Oficial.

A mediodía, el jurado, que preside John Malkovich, se reunió como manda la tradición, en el reputado restaurante Arzak para deliberar sobre un palmarés que el año pasado encumbró a la china I Am Not Madame Bovary. La suerte, por tanto, está echada. Si siguieran el criterio de la crítica, la Concha de Oro sería para la estadunidense The Disaster Artist, dirigida y protagonizada por un James Franco que se llevó la mayor ovación del certamen. Sin embargo, este filme que recrea el making of de la peor película de la historia del cine seguramente no necesite esa publicidad, y los festivales suelen ser amigos de premiar otro tipo de producciones.

Así, en el palmarés podría colarse el drama social enmarcado en Florida Life And Nothing More, del español Antonio Méndez Esparza, o la rumana Pororoca (Constantin Popescu), sobre la deriva de un hombre tras la desaparición de su hija. Y también ha gustado la española El autor (Manuel Martín Cuenca), en la que un Javier Gutiérrez que ya alzó la Concha de Plata por La isla mínima se disputa el premio con James Franco.