Hasta este sismo del 19 de septiembre, y luego de 32 años de ocurrido el de magnitud 8.1 de 1985, es que se cuenta con nuevos datos e información valiosa que servirán para revisar las normas de construcción, y eventualmente mejorarlas, señaló Juan Manuel Espinosa Aranda, director del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires).

Dijo que el sistema de alerta ha funcionado bien, pero el movimiento telúrico de la semana pasada ocurrió a muy poca profundidad, por lo que no hubo un mínimo de advertencia. Este es uno de los motivos por los cuales es necesario tomar nuevas medidas ante estos fenómenos.

En un comunicado de la Academia Mexicana de la Ciencia (AMC), el especialista señala que el Cires –asociación civil no lucrativa que desde 1987 opera la Red Acelerográfica de la Ciudad de México, recurso tecnológico que ha servido para el diseño sísmico del reglamento de construcciones de la capital del país– necesita fortalecerse y ampliarse.

Destacó que la tragedia que vive hoy la Ciudad de México obedece a un sismo extraordinario. No habíamos tenido información de este tipo de frecuencias altas que evidenciaron defectos de construcción que se pudieron haber normado oportunamente, dijo.

Además, explicó, esta red cuenta con 80 acelerógrafos, donados por la Fundación ICA, el Conacyt y el Gobierno de la Ciudad de México. De esta cifra, 72 son de superficie y ocho de pozo, cuya instalación se encuentra en el valle de México, seleccionados en 1987, según el criterio de expertos en mecánica de suelos e ingeniería sísmica. Pero tras los datos que arroje este sismo reciente, la red podría ampliar la instrumentación o reubicarse algún otro aparato.

Espinosa Aranda dijo que el sismo generó los registros de aceleración más importantes que habían podido medir hasta ahora. La naturaleza hace su trabajo y nos exhibe como muy ignorantes o muy corruptos, porque ya tenemos ciertos conocimientos y no podemos dejar de usarlos por ahorrarnos varilla o cemento, lamentó.