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19/S: El dolor y la esperanza

En los albergues se refugian brigadistas del sismo del 85, que ahora son damnificados

Encabezan jóvenes el apoyo sicológico para las personas que perdieron todo

Voluntarios que generan sonrisas y recitan poemas, parte de la ciudad que inicia la reconstrucción

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En visita al estadio Olímpico, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue, felicitó a los brigadistas que han participado en las labores de rescate y repartieron cerca de 900 toneladas de ayudaFoto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de septiembre de 2017, p. 22

En medio de una nueva ola de miedo y angustia debido al sismo de magnitud 6.1, que se sintió en la Ciudad de México ayer por la mañana, las muestras de apoyo y solidaridad con aquellos que perdieron todo continuaron.

Vecinos que recolectan en maletas y contenedores de plástico los recuerdos de una vida: ropa, televisor, refrigerador o estufa; brigadistas del terromoto de 1985 que en una vuelta del azar se convirtieron en damnificados, 32 años después; voluntarios generadores de sonrisas y jóvenes que recitan poemas y canciones en parques públicos, todos son fragmentos de una ciudad que, pese a sus escombros, busca comenzar el camino de la reconstrucción.

La comida, el agua y las medicinas también abundan en prácticamente todos los centros de recolección de víveres para apoyar a las personas afectadas por el sismo del pasado 19 de septiembre; al ver cubiertas esas necesidades básicas, grupos de voluntarios se lanzan a las calles para brindar apoyo sicológico o espiritual a quienes lo necesitan.

Muchos de ellos integrados por jóvenes, como el encabezado por alumnos de la Facultad de Arte y Diseño (FAD) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes organizan talleres dedicados a niñas y niños con el fin de relajarlos mediante actividades artísticas y lúdicas.

Miles de personas han salido de sus hogares para brindar esperanza y apoyo, sin importar si conocían a los afectados. ¿Qué necesitan?, pregunta constante en todos los centros de acopio y zonas deterioradas.

La manifestación de afecto también se ha efectuado de otras maneras, como la adopción de perros rescatados y al ofrecer masoterapia, magnetismo y medicina tradicional mexicana con el objetivo de liberar energías y curar del susto.

Pese a los días transcurridos tras el sismo, el entusiasmo por ayudar no decae. Arlet, de 37 años y vive cerca del estadio Azteca, se trasladó ayer a la colonia Roma a brindar su colaboración.

Fue la primera vez que participa en alguna actividad de este tipo y su motivo fue el espíritu de comunidad, de ver que aunque no salgan vivas las personas que están atrapadas bajo los escombros, fuiste a apoyar.

En los albergues los damnificados se sienten bien. Mary, que a pesar de que su casa no corre riesgo de colapsarse, no quiere regresar aún. Me da miedo, admite, por lo que prefiere permanecer en el Centro Universitario México. Aquí me he sentido arropada, cuando pase todo les traeré un regalito a estos jóvenes, expresó con voz entrecortada.

A las tareas de ayuda sicológica también se han sumado la Secretaría de la Defensa Nacional y la Comisión Nacional de Seguridad, que mediante la Policía Federal instalaron nueve centros de atención sicológica para brindar ayuda especializada a personas que han resultado damnificadas en sus bienes o su persona.

Dos centros se ubican sobre Gabriel Mancera, uno en la esquina con Concepción Béistegui y el otro con División del Norte, en la colonia Del Valle; hay más en Rébsamen 241 esquina con Morena, en la Narvarte; en Viaducto Miguel Alemán 106 y calle Torreón.

También se instalaron en Casa de las Mujeres Mariposas, Sur 20 y Oriente 227, en la colonia Agricola Oriental; la Casa Popular Luis Cabrera número uno esquina avenida Contreras, colonia San Jerónimo Lídice; Mina entre Héroes y Soto, en la Guerrero; y en Baja California esquina Nuevo León, en la Hipódromo.

Continúa la solidaridad

La vida continua en la ciudad más grande del país. Que ayer, pese al sismo que disparó la adrenalina a millones de capitalinos, continuó solidaria, atenta de quienes ya no tienen un hogar al cual regresar, que duermen entre extraños en albergues, que poco a poco se han ido poblando de caras que comienzan a ser conocidas.

En uno de estos refugios, en la calle Juan Navarro, de la colonia Doctores, Jorge Edmundo, de 67 años, viste overol azul, “a lo Pepe el Toro”, cuenta. El martes perdió su casa en la calle de Chiapas, colonia Roma, a donde no ha podido ingresar por los daños visibles que presenta el inmueble.

Mi sobrina y yo estamos a la espera de que siquiera nos dejen pasar por los calcetines y nuestros pocos recuerdos que tenemos. Pasamos varios días durmiendo en el parque, hasta que abrieron el albergue, señala.

Con tristeza, recuerda aquel 19 de septiembre de 1985, cuando con 35 años acudió junto a cientos de voluntarios a rescatar cuerpos del plantel del Conalep que se desplomó muy cerca de avenida Juárez. Se me agolparon los recuerdos. Ayer estaba ayudando, pero hoy, soy yo quien necesita ese apoyo.