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19/S: el dolor y la esperanza

Militares permiten acceso a la prensa para constatar el desastre en Gabriel Mancera

Sólo se iluminan sus rostros al recordar al ser querido que esperan recuperar, vivo o muerto

Ante la mirada apagada de damnificados, soldados retiran escombros y agreden a fotoperiodista

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Personal del albergue ubicado en la iglesia cristiana Torre Mayor, en Doctor Navarro 210, colonia Doctores, brinda atención especializada a niños damnificados por el sismo del 19 de septiembreFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Sábado 23 de septiembre de 2017, p. 17

La escalinata de un moderno edificio de departamentos en la calle Gabriel Mancera (Eje 2 Poniente), fresca y en penumbra, es el refugio de una veintena de personas silenciosas, apagadas, que miran con los ojos ya secos las tareas de rescate que muy lentamente se desarrollan en la acera de enfrente, en un apilamiento de losas de 20 a 40 toneladas cada una. Saben que debajo de alguna de ellas puede estar un hijo, una hija, una hermana.

Los cuatro días transcurridos desde el sismo del 19 de septiembre pasan para ellos como si el tiempo no existiera. No hay noche ni día, sólo un vacío que se llena con la esperanza de escuchar: Encontraron a uno más. Hablan en susurros, como cubiertos de neblina, y únicamente se les ilumina el rostro cuando recuerdan como era ese ser querido al que esperan recuperar, vivo o muerto.

Están de pie y se mueven porque lo que han vivido las pasadas 80 horas los sostiene: haber encontrado a perfectos desconocidos dispuestos a dar hasta la vida por ellos. Ese es nuestro mayor aliento, comenta alguien.

Posponen protocolos

A pocos metros de ahí, el vicealmirante José Tomás Tress Zilli afirmó a los periodistas que aunque existe un protocolo que establece 72 horas como plazo de sobrevivencia debajo de los escombros, y que a partir de ese momento procede otro tipo de rescates, ya sin esperanza de vida, no lo van a aplicar.

Ese protocolo indica que desde ese momento se suspenden operativos de rescate y comienza ya la demolición de los restos colapsados con maquinaria pesada. Esa misma promesa se las ha hecho a los familiares de las víctimas. Tenemos órdenes del señor Presidente de seguir trabajando como hasta ahora.

Informó además que a las siete de la mañana se había recuperado del edificio de Edimburgo el cuerpo de un joven de 22 años aproximadamente.

El oficial estuvo ayer al mando de las operaciones en los rescates de dos edificios colapsados en el corazón de la colonia del Valle: en Gabriel Mancera (Eje 2 Poniente) y Escocia, con el número cuatro, y a escasos 50 metros de distancia, en Escocia y Edimburgo, también número cuatro, el primero de seis pisos y el segundo de ocho.

El primer derrumbe representa grandes dificultades técnicas para la remoción de losas. Los rescatistas, que hace ya tres días no detectan señales de vida, enfrentan complicaciones y riesgos para ingresar al interior por túneles. Ahí, según el vicealmirante, sólo se ha avanzado 80 por ciento de la remoción de capas de concreto. En la segunda hubo progresos más rápido, falta un 20 por ciento y el trabajo de binomios caninos, uno tras otro, hacen pensar que ahí todavía se espera algún rescate con vida.

Hasta el mediodía de ayer, en este foco del desastre había imperado una política de estricto control militar y exclusión a la ayuda de voluntarios ciudadanos y de veto a la prensa. Después de una parálisis de cerca de 24 horas en las labores de rescate de un número no determinado de personas atrapadas, al anochecer de ayer se reactivó la maquinaria. Centenares de soldados y bomberos, capacitados para un trabajo más especializado, se ocuparon de hacer cadenas humanas para sacar el escombro, mientras, a dos y hasta tres cuadras de ahí, miles de jóvenes voluntarios, que bien podían contribuir en esas tareas, eran mantenidos a raya por varios puestos de control de policías y marinos.

Hacia el mediodía del viernes, el mando de la Marina flexibilizó su política, permitió por unas horas el acceso a algunos periodistas y finalmente logró organizar el trabajo voluntario.

Sin embargo, mientras que dentro del cerco el vicealmirante ya atendía a algunos canales de televisión y radio, el fotógrafo de este diario, Alfredo Domínguez, fue agredido por un oficial de la policía capitalina, que pretendió detenerlo. Fuera de sí, el policía golpeó al fotorreportero en la espalda.