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19/S: El dolor y la esperanza

Critican pobladores falta de apoyo del gobierno morelense

Devastada casi en su totalidad, Jojutla trabaja para renacer
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Miles de casas destruidas y decenas de personas fallecidas dejó el terremoto del martes en JojutlaFoto Víctor Camacho
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Periódico La Jornada
Sábado 23 de septiembre de 2017, p. 4

Jojutla, Mor.

Por los caminos que conducen a Jojutla confluyen caravanas de autos para abastecer a la población de la zona más castigada de Morelos. Los mensajes de fraternidad y apoyo colocados en pancartas identifican las unidades que buscan socorrer a la población. Son voluntarios cuya ayuda ha permitido paliar las carencias ante la ausencia de ayuda gubernamental.

Jojutla es una zona devastada. El principal golpe del sismo confluyó en el corazón de este poblado, donde las calles se han convertido en laberintos, con toneladas de escombros esparcidos por todos lados e inmuebles tan dañados que son un riesgo latente para los pobladores.

Sin embargo, el pueblo no detiene su actividad para remover escombros, sacar lo último valioso que queda entre las ruinas o distribuir la ayuda casa por casa o, en algunas calles, predio por predio.

El despliegue federal se concentra en las inmediaciones del ayuntamiento, donde se agrupa la mayoría de militares y policías federales, así como en la Alameda de Jojutla, convertida en uno de los albergues más grandes de damnificados. La destrucción es tal, que el improvisado refugio fue ubicado en la confluencia entre las ruinas del Instituto Morelos, la semiderruida iglesia de San Miguel Arcángel y los comercios colapsados.

Insuficiencias gubernamentales

Aunque es el tercer día que ha venido a traer ayuda y conoce la tragedia, Isabel Morelos –voluntaria de la Ciudad de México– advierte la cadena de insuficiencias gubernamentales para atender la emergencia: incompetente apoyo oficial, reducido despliegue militar, ausencia de Protección Civil para advertir de los riesgos a la población.

Pero algo más le sorprendee: niños desperdigados por todos lados. A nadie parece interesarle los efectos sicológicos de la tragedia. Y en efecto, los pequeños juguetean en medio de la desolación, sin nadie que trate de abstraerlos de esto.

Por ahora, eso dista de ser una preocupación para un poblado que tiene abiertos muchos flancos prioritarios y poco atendidos por el gobierno estatal. Los apoyos oficiales parecen provenir sólo de la Federación. La policía del estado, el tan pregonado mando único del gobernador, sólo se aboca a dirigir el tránsito.

El gobierno estatal está tan distante, que la gente reprocha la falta de apoyo. Manzanas enteras de casas afectadas, donde casi nadie ha visto a algún funcionario que al menos los oriente qué hacer, les indique qué va a pasar o los consuele con promesas.

Entre tanto damnificado, un hombre de más de 60 años es el más molesto. Prefiere el anonimato, porque su activismo en las protestas contra el gobernador (Graco Ramírez) le ha costado represalias. Me han andado siguiendo para intimidarme, pero eso es aparte. Sólo ponga usted una cosa: no se vale que en esta situación el gobierno quiera monopolizar toda la ayuda que envía la gente.

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La capilla de Teocalcingo, en Jojutla, Morelos, quedó completamente destruida por el sismo del pasado martesFoto Víctor Camacho

Cuenta su historia: ex dirigente sindical, logró captar apoyos para canalizarlos a la gente afectada de su colonia. Llegaron tres unidades y me las quisieron quitar para llevarlas al DIF. Considera que eso no se hace y menos estando las cosas como están.

Daniel Morales, joven de 25 años que coordina una de las brigadas jojutlenses, sonríe cuando habla del apoyo gubernamental. El casco, el chaleco, la carretilla, los picos y las palas “nos los dieron los guachos (soldados). Los policías nada más se rieron de nosotros y nos mandaron a otro lado”.

Se trata de una docena de jóvenes que deambula por las calles destrozadas ofreciendo remover escombros, retirar piedras y rescatar enseres. Como en toda la secuela del sismo, en los lugares afectados la juventud ha estado por delante, no sólo la de Jojutla, sino los brigadistas que han llegado de otras entidades.

Daniela Cardona, voluntaria de Hidalgo, acaba de llegar de Pachuca con un grupo de una comunidad cristiana y lo primero que le mostraron fue el Mapa de Riesgos de Jojutla, elaborado mucho antes del terremoto. Hoy, el riesgo se ha multiplicado y está en todos lados.

A su brigada la enviaron al lado poniente: Te vas aquí derecho y tres cuadras adelante a la izquierda. Ahi empieza todo, le instruye la coordinadora del ayuntamiento que canaliza los esfuerzos civiles.

La destrucción es generalizada: gran parte del ayuntamiento está parcialmente destruido y prácticamente inservible. Ahí murieron dos trabajadores y un civil.

La fuerza del sismo también se ensañó con los templos: al menos tres están casi totalmente destruidos. Ya no podrán ser recintos para profesar la fe.

El atrio de la capilla Teocalcingo alberga a media docena de familias que lo adoptaron como albergue. El recinto colapsó casi en su totalidad, apenas dos paredes resistieron, pero la comunidad asume el suceso no como expresión de la furia de la naturaleza. Para ubicar en una explicación divina, cómo en medio del cataclismo, la imagen de San Sebastián, el santo patrono, salio ilesa. Cayo parado, dice asombrado Gilberto Batalla, un sexagenario, hermano del sacristán.

Para ellos es un consuelo entre tanta calamidad. Aunque más allá de la inexplicable suerte de la imagen de San Sebastián, Jojutla es un desastre.