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La hice hace 50 años, dice el chiapaneco

Un milagro que no haya muertos, resalta anciano sobre las ruinas de su casa
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 21 de septiembre de 2017, p. 20

Ejido Lázaro Cárdenas, Chis.

Sobre los escombros de su casa que derrumbó el terremoto del pasado 7 de septiembre, Alfonso Rodríguez Clemente, de 82 años de edad, coincide con sus vecinos del barrio San Isidro, destruido en 80 por ciento: “Es un milagro que no haya muertos ni heridos graves.

Estas ruinas que están aquí, comenta como parafraseando a Jorge Ibargüengoitia (autor de Estas ruinas que ves), eran la casa que construí hace 50 años, y ahora son sólo escombros que quedarán tirados en algún lado junto con nuestras tristezas y alegrías.

Con la mirada fija en las casas aledañas, que elementos de la Secretaría de Marina demuelen, Alfonso afirma: Es muy triste perder lo que nos costó tanto hacer, y que de un momento a otro se acabó.

Apoyado en un bastón, subraya: Mi corazón está triste porque me doy cuenta de que ya no voy a poder levantar una casa grande como ésta, pues la hice cuando estaba joven y trabajaba; ahora ya no puedo, estoy enfermo.

Su esposa Luz García López, de 77 años, agrega: Se fue el esfuerzo de toda una vida. Ya ofreció el gobierno que va a parar las casitas, pero no sabemos cuándo y de qué tamaño. No es una, sino muchas las que debe construir.

Alfonso contó que el 7 de septiembre a las 23:49 horas estaba por dormir cuando sintió que la casa se sacudía. Con mi nieto Luis Bernardo salimos como pudimos, nos abrazamos los tres y de repente vimos que se empezó a caer la casa, nosotros parados aquí, esperando lo peor.

Días después del sismo, sus hijos les construyeron una choza en el patio para que los ancianos duerman y guarden pertenencias que rescataron. A pocos pasos están las ruinas de su vivienda.

En el ejido Lázaro Cárdenas, del municipio de Cintalapa, el sismo dejó 421 casas destruidas o dañadas, de las cuales 222 deberán ser demolidas, informó el presidente del comisariado ejidal, Rigoberto Ramírez Cruz.

Bonifacio Cruz Chamé, de 87 años, quien perdió su morada, repite una frase reiterada en el poblado: Es un milagro que no haya muertos ni heridos graves. Agrega que su yerno Ramón Náfate Torres y su hija Rosalba resultaron con lesiones menores.

Con la mirada perdida, señala: Me siento muy desanimado porque además de la gran destrucción, estoy enfermo y de un momento a otro me voy. Se me juntó todo. Lo que más me conmueve es la destrucción, porque esto es el comienzo y tal vez vendrán cosas peores, lamenta.

El templo católico de la comunidad también se derrumbó, sin embargo permanece la fe de Cruz Chamé, quien considera que el terremoto ocurrió porque según la Biblia estos son avisos muy fuertes, ya que la gente se porta completamente mal.