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Presenta en México sus libros Entre los indios y La liebre, publicados por Ediciones Era

El verdadero lujo de nuestra civilización es el arte: César Aira

La literatura es la reina; con ella he hecho cine, artes plásticas, música, todo, afirma el autor argentino en entrevista con La Jornada

Desde hace un par de años figura en la lista de los candidatos al Premio Nobel

No me interesa en lo más mínimo la corrección política

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Cuando se me ocurre algo para un relato, lo veo; eso hace que la prosa y el estilo de escritura sean lo más simple y claro posibles, pues quiero que el lector vea lo que veo. Los juegos lingüísticos no son lo mío, se oscurecería la transparencia que quiero lograr, explica César Aira (ayer, en la sede de Ediciones Era) durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de septiembre de 2017, p. 3

La literatura es la reina de las artes, afirma el escritor argentino César Aira (Coronel Pringles, 1949), quien en su juventud quiso ser rockstar, cineasta o, de perdida, pintor de cuadros del género pop art, pero no tenía oído musical ni talento para el dibujo y la pintura; tampoco podía hacer cine. Así, lo único que me quedó fue mi cuaderno y mi lapicero, recuerda.

De visita en México para presentar sus recientes libros Entre los indios y La liebre (publicados por Ediciones Era), el narrador explica en entrevista con La Jornada haber dejado atrás esa idea que lo acompañó al principio de sus letras, que sólo se había dedicado a escribir porque no pudo hacer aquellas cosas que más le gustaban.

Fue el tiempo, añade, el que le hizo darse cuenta de que no era así, porque con la literatura he hecho mi cine, mis artes plásticas, mi música, mi todo.

Una obra impredecible

Con más de medio centenar de libros publicados, como novelas, ensayos y textos que oscilan entre ambos géneros, Aira se encuentra desde hace un par de años en las ternas de candidatos al Premio Nobel de Literatura.

Su obra es impredecible, dicen algunos críticos que insisten en catalogarlo. El autor simplemente sonríe y habla de su materia prima: la imaginación, que es básicamente visual. Cuando se me ocurre algo para un relato, lo veo; eso hace que la prosa y el estilo de escritura sean lo más simple y claro posibles, pues quiero que el lector vea lo que veo. Los juegos lingüísticos no son lo mío, se oscurecería la transparencia que quiero lograr.

A los estudiosos literarios, continúa, “les es más fácil definir un libro o dos, no el conjunto de mi obra, porque siempre estoy buscando cosas nuevas, renovarme, no aburrirme, probar. Hay una buena dosis de insatisfacción en lo que escribo y la sensación de que me quedé corto, de que pude haber hecho más o que no cumplí la promesa de ser el gran escritor. Por eso, cada vez trato de hacer algo distinto para ver si acierto alguna vez.

Pero hay una constante: el juego de la imaginación y un cierto tono liviano que suele hacerse humorístico, más bien irónico, distanciado, el no tomarse las cosas en serio, el no tener miedo a la imaginación desbordada, al contrario, a veces siento que me pude haber disparatado más. No me interesa en lo más mínimo la corrección política.

El autor de ficciones como El pequeño monje budista cuenta que comenzó a escribir porque fue un niño lector, como casi todos los escritores que nos vamos transformando así. Ahora se habla mucho de la industria del lujo, hay carteras o perfumes carísimos, pero el verdadero lujo de nuestra civilización es la materia artística, entre ellas, la literatura, ese es el gran lujo que podemos darnos.

Como muchos de sus libros, Entre los indios es una novelita de apenas 100 páginas, un condensado de humor y reflexiones en torno a temas como la cultura, el deseo, la inteligencia, el mal o la existencia del hombre.

Uno de los protagonistas es Pillán, un diablo tonto, explica, al que los mapuches vencen con gran facilidad, con su sabiduría popular. En este caso los indios se muestran indiferentes ante él, de hecho ni notan su presencia cuando se va transformando en distintas figuras. Escribir esas cosas es un placer, porque hay que inventarlo, verlo y después trabajarlo con una artesanía bastante fina para que el lector vea también las escenas que son casi cinematográficas.

Si tenemos un Messi y un Papa...

–¿Concibe hoy su vida sin escribir?

–No... no... no. Siempre escribí por placer, aun sin pensar en posibles publicaciones. A lo largo del tiempo escribir se transformó en parte de mi rutina cotidiana. Ahora, a mi edad, cuando comienzo a sentir que ya no tengo la misma energía mental de antes, lo cual es natural, el olvidar nombres y palabras, he pensado que voy a comenzar a escribir menos bien. Pero voy a seguir haciéndolo. Si hay una decadencia, la voy a disfrutar.

Ha cambiado un poco mi forma de escribir. Antes tenía más confianza en mí mismo, en cuanto terminaba de escribir algo estaba ya listo para ser publicado. Ahora no. Lo rescribo, vuelvo atrás, cambio. Esa insatisfacción que antes sentía con el libro ya publicado, ahora la siento mientras escribo, no me doy por contento. Por eso una técnica que uso es prometerle a un editor un libro, pongo una fecha, y sólo así dejo de rescribir.

César Aira recibió una beca Guggenheim en 1996, el premio a la Trayectoria Artística del Fondo Nacional de las Artes de Argentina en la categoría Letras de 2013 y fue nombrado por el gobierno francés Chevalier dans l’Ordre des Arts et Lettres. También obtuvo el premio Roger Caillois para autores latinoamericanos en 2014 y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del gobierno de Chile le otorgó el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2016.

Al comentar acerca de la llegada de un posible Nobel (galardón que se fallará en octubre), bromea: Sí, bueno, a los argentinos les gustaría, porque somos mucho de lucirnos ante el mundo, entonces, si ya tenemos a Messi y tenemos un Papa, pues nos falta... ¡ah, qué loco!, y suelta la carcajada.

César Aira sostendrá una charla este miércoles a las 19 horas con Luis Jorge Boone y Martín Solares en la sede de Ediciones Era (Mérida 4, colonia Roma).