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El principal exponente vivo de la literatura portuguesa cumple 75 años

António Lobo Antunes, aspirante al premio Nobel, escribe 12 horas al día

Sus largas y poéticas obras surgen de un lápiz o un bolígrafo

Lleva 27 novelas y de aquí a 2020 se propone publicar la número 30; después quiero parar antes de estar senil, afirma

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António Lobo Antunes (Lisboa, 1942), en marzo de 2010, durante su intervención en el programa de radio Cosmopolitaine, en directo desde la Feria del Libro de París, en imagen tomada de Internet
 
Periódico La Jornada
Jueves 31 de agosto de 2017, p. 5

Lisboa.

El portugués António Lobo Antunes no se cansa de escribir.

Trabajo una media de 12 horas al día, contaba hace poco en una de sus crónicas para la revista Visão. Aspirante al Premio Nobel y principal exponente vivo de la literatura lusitana, el autor cumple 75 años este viernes primero de septiembre.

En varias ocasiones ha asegurado que no hace otra cosa que escribir. Y aunque también dedica mucho tiempo a leer, lo cierto es que produce sin parar. En su haber tiene 27 novelas y en los tiempos recientes publica una al año. La próxima espera tenerla lista para este otoño. Creo que de pequeño me caí en una marmita con poción mágica, como Obélix, el personaje de cómic, bromeaba el pasado febrero en una de las raras entrevistas que concede.

La productividad de Lobo Antunes sorprende aún más teniendo en cuenta que no utiliza computadora ni máquina de escribir. Sus largas y poéticas obras surgen de un lápiz o bolígrafo, a menudo en pequeñas hojas tamaño DIN-A-5. Es como escribir sin condón, lo comparó en una ocasión.

Lobo Antunes encandila a sus seguidores de todo el mundo con su lenguaje enérgico, poco convencional y denso y sus textos llenos de atmósfera y metáforas. Sus libros no son best sellers, pero se han traducido a 60 idiomas.

En sus obras con frecuencia desempeña un papel importante la época en que ejerció de médico (estudió siquiatría) a principios de los años 70 del siglo pasado, en Angola, entonces colonia portuguesa. Procedente de una familia acomodada, el joven Lobo Antunes se vio obligado a participar en la guerra colonial por el régimen dictatorial portugués. Fue horrible, en una guerra sólo hay perdedores. Fue una experiencia radical que cambió mi vida, aseguró. Tras 27 meses de servicio regresó a Portugal a principios de 1973.

Durante mucho tiempo trabajó de siquiatra en un hospital y sólo escribía en sus pocos ratos libres. Hasta que en 1979 su segundo libro, Os cus de Judas (En el culo del mundo) consiguió el éxito a escala internacional. Con un profundo tinte autobiográfico, está protagonizado por un veterano de guerra sicológicamente devastado.

En forma de monólogo, el personaje cuenta a una prostituta en un bar de Lisboa todos sus recuerdos, anhelos y amarguras.

Hijo de un reputado médico, António Lobo Antunes vino al mundo el primero de septiembre de 1942 en Lisboa. A la edad de tres años enfermó de tuberculosis y tuvo que pasar un año en cama. En 2007 superó un cáncer y después otros dos, y desde 2010 está casado en terceras nupcias con una periodista 21 años más joven que él.

Miedo, muerte, enfermedad y violencia aparecen en sus obras

El miedo, la muerte, la enfermedad y la violencia aparecen en sus obras, como también las pequeñas cosas de la vida y una mirada melancólica. Entre sus referentes están Sartre, Hemingway, Malraux, Camus, Faulkner y Tolstoi. Y de sus contemporáneos admiraba sobre todo al alemán Günter Grass, fallecido en 2015, como escritor pero también como persona.

Cómo se describiría como escritor? Lo que escribo no puede llamarse novelas. No cuento historias, no quiero entretener, no intento resultar divertido o interesante, explicó en una de sus crónicas. Lo que le interesa es intentar meter toda la vida entre las tapas de un libro, dijo en una ocasión. No tiene tarjeta de crédito, automóvil ni teléfono celular y los críticos le consideran un genio literario único. Cuando en 2007 recibió el Premio Camões, el galardón más importante de las letras lusitanas, lo describieron como maestro de la lengua portuguesa.

Algunos lo consideran sin embargo arrogante y testarudo, algo que él no contradice. Soy introvertido, reservado. Lleno de dudas sobre mí mismo. No es fácil vivir conmigo. Es como si estuviese continuamente en una guerra civil, admite. Más allá de algunas entrevistas y festivales literarios y culturales, hace años que apenas se deja ver en público. Prácticamente solo sale de casa para comprar cigarrillos.

No tengo vida social, no voy a cenas ni al cine, casi no veo a mis amigos, vivo solo para los libros, asegura. De aquí a 2020 quiere publicar su libro número 30. Después quiero parar. Lo tengo decidido. Quiero llegar a la cifra redonda y parar antes de estar senil.

En el Nobel ni siquiera piensa, dijo hace poco en una entrevista. Ese premio sólo despierta tanta atención por el dinero (unos 850 mil euros). No significa nada para la historia. ¿Quién ganó hace cinco años? Ni siquiera me acuerdo...