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Conmemoran al autor de Pedro Páramo, por su centenario natal, en la Casa Lamm

Escudriñan múltiples facetas de Rulfo; es el escritor mexicano más universal: Víctor Jiménez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de agosto de 2017, p. 4

El autor mexicano de la obra literaria con mayor aceptación universal es Juan Rulfo, importante por mucho más que la información que contiene y por lo cual tiene lectores en unos 50 idiomas, afirmó Víctor Jiménez, director de la fundación que lleva el nombre del escritor, en una velada que se desarrolló el lunes en el Centro de Cultura Casa Lamm.

El vasto universo del autor de Pedro Páramo, compuesto por sus traducciones, temas literarios, fotografía, relación con la música y estudios sobre su obra, entre otras facetas, fue abordado también por la historiadora de arte Paulina Millán, Jorge Zepeda y Pablo Espinosa, jefe de Cultura de La Jornada, en la conferencia El autor mexicano más universal: Juan Rulfo en el centenario de su nacimiento.

Durante su participación, Jiménez dijo que si la obra de Rulfo fuese interesante sólo por la información que contiene, como piensa la crítica amateur, no tendría lectores en medio centenar de idiomas ni sus libros podrían comprarse hoy en unos 90 o 100 países. Ningún otro autor mexicano ha adquirido esta dimensión.

Sobre el tema, informó que en ninguna de las traducciones de Rulfo se autoriza que los editores reciban apoyo económico del gobierno mexicano. Precisamente para evitar que la política intervenga en algo que debe ser ajeno a ello.

Además, detalló sus hallazgos en torno a Juan Rulfo como lector de Rainer Maria Rilke, Sté-phane Mallarmé, Herman Broch y algunos poetas de lengua inglesa. Por ejemplo, el vínculo entre el poema de Rilke, dice el arquitecto, Melodía del amor y la muerte del corneta Cristóbal Rilke. Una de sus partes podría muy bien estar en el origen de un motivo que aparece de manera repetida y, sobre todo, significativa en la obra de Rulfo: los ladridos de los perros. Este sonido se ha vuelto emblemático de Rulfo.

También refirió los datos sobre una “relación entre La muerte de Virgilio, de Herman Broch y la literatura de Rulfo. En su biblioteca se conserva la primera edición en español de esta obra, de 1946, y advertí que la primera de sus cuatro partes tiene numerosas marcas hechas por él: líneas, llaves, corchetes. En la novela hay incontables menciones de los astros y a partir de 1947, los astros, las estrellas y la Luna comienzan a ocupar un espacio en los cuentos de Rulfo y en el primer título que pensó dar a Pedro Páramo, Una estrella junto a la luna.

Víctor Jiménez explicó que no hay grandes autores que no sean necesariamente grandes lectores. Y si hay algo que queda pendiente en los próximos años es la indagación de las lecturas de Juan Rulfo, en particular aquellas de las que podemos encontrar rastros en su propia obra.

Pablo Espinosa, en su turno, dijo: “Murmullos, suspiros, rasguños, ecos, aullidos, el aleteo del colibrí, la densa parsimonia de las nubes, el agobio del Sol, la risa de las aves, el reptar de las criaturas de la noche contra el piso, contra las paredes. La obra de Juan Rulfo está poblada de silencio, el alimento de la música.

Al igual que Shakespeare, Rulfo genera sonidos, atmósferas sonoras, paisajes acústicos, prosodias insólitas que vibran en el oído interno del lector.

Jorge Zepeda leyó tres textos: una semblanza biográfica del escritor jalisciense, otro sobre los lectores de Rulfo en el año de su centenario y, por último, un texto que reseña la primera edición de El gallo de oro en RM, de 2010.

En el primero, se refirió a los datos generales de Juan Rulfo, sus libros y traducciones, aportaciones a la literatura universal, los temas que desarrolló, su interés por la historia y el excursionismo, así como el valor de su producción fotográfica, entre otros elementos de la amplia relevancia del autor.

Por su parte Paulina Millán, abocada al estudio de la fotografía realizada por Juan Rulfo, dijo que a finales de los años 50 del siglo pasado se interesó por difundir sus fotografías en diversas publicaciones periódicas, libros y hasta en exposiciones. Muy temprano, en mayo de 1958 publicó por primera vez en una revista en inglés.

La especialista refirió que el autor de El llano en llamas explicó su travesía por la captura de imágenes: Yo no tenía nada más que buen ojo, que es todo lo que se precisa para ser un buen fotógrafo. Eso de la técnica no es más que entender el paisaje y tratar de mostrarlo.