Opinión
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Desde el otro lado

Paradojas

C

omo senador anteriormente, y ahora como procurador de Estados Unidos, Jeff Sessions ha sido uno de los más conspicuos representantes de la línea dura en contra de los migrantes. Fue entusiasta corifeo en la campaña de Trump, y se le considera diseñador de su política migratoria e impulsor de la construcción del muro entre EU y México.

Trump consideró que como procurador Sessions sería una salvaguarda para evitar que sus colaboradores y él mismo fueran investigados por haberse confabulado con los rusos para desacreditar a Hillary Clinton en su campaña por la presidencia. Pero, cuando recusó estar al frente de esa investigación, debido a que el mismo participó en conversaciones con el embajador ruso antes de las elecciones, en uno de sus arranques, Trump lo acusó de deslealtad y amenazó con despedirlo.

En ese momento los senadores republicanos rompieron su alianza con el presidente y apoyaron a Sessions, quien es uno de los suyos. Más de uno declaró que si Trump separaba a Sessions de su cargo ocurriría una crisis cuyas consecuencias sería difícil predecir. En esa misma semana, con su habitual falta de tacto, Trump culpó al liderazgo republicano en el Congreso por su incapacidad para cumplir con la promesa de derogar la reforma de salud de Obama. La tensión entre el presidente y el Partido Republicano aumentó.

Lo paradójico es que Sessions, uno de los conservadores más radicales, arquitecto de la campaña antinmigrante de Trump, el encargado de llevar a cabo sus propuestas más drásticas en justicia y derechos humanos, pudiera ser el detonador de la caída del presidente. No menos paradójico es que pudiera ser depuesto en los momentos en que, no obstante sus pifias y su bajísima popularidad, la economía atraviesa por un excelente momento: el índice de desempleo llegó a 4.3 por ciento, el más bajo desde los años 60; la tendencia de crecimiento en el índice de la bolsa de valores continúa su ascenso, y en términos generales hay optimismo en la industria y el comercio sobre el futuro del país. Como era de esperarse, Trump se adjudicó la buena marcha de la economía, olvidó que fue Obama el que sentó las bases de la bonanza que él hereda. Ahora se podrá comprobar si efectivamente es la economía lo que le interesa al común de la población y, los otros asuntos, son una cuestión secundaria.

Falta ver si los republicanos son capaces de hacer que el presidente rectifique en sus despropósitos. En caso contrario, pudieran decidir defenestrarlo, debido al costo político que les ocasionaría en 2018. De cualquier forma, están atrapados en la telaraña que irresponsablemente ellos mismos tejieron.