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Desde el 31 de marzo 600 mil han visitado la muestra dedicada a la historia del autorretrato

La galería Saatchi de Londres eleva el selfie a rango de arte

En pantallas se muestran obras de maestros como Rembrandt, Van Gogh y Frida Kahlo, quien ha obtenido la mayor cantidad de likes en la exposición

Celebra el potencial creativo de esta forma de autoexpresión, destaca el director del museo, que se ubica en el barrio de Chelsea

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La galería dice que su éxito con el gran público se explica porque hace accesibles las diversas propuestas de arte contemporáneo a través de plataformas innovadorasFoto Mónica Mateos-Vega
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Parodia del príncipe William tomándose una selfie en el preciso momento del parto de su esposa, Kate, creada por la artista Alison JacksonFoto Mónica Mateos-Vega
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Cuando la galería abrió, hace más de 25 años, sólo acudían los especialistas en arte contemporáneo, pero ahora el público puede ser autor y protagonista de obras, gracias a la tecnologíaFoto Mónica Mateos-Vega
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Del selfie a la autoexpresión ocupó 10 salas dispersas en dos pisos de la galería, explicó su director, Nigel HurstFoto Mónica Mateos-Vega
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 7 de agosto de 2017, p. 5

Londres.

La galería Saatchi de Londres lo hace de nuevo. Multitudes acuden a su exposición Del selfie a la autoexpresión, que terminaría en mayo, pero se prolongó hasta septiembre a petición del público que no deja de abarrotar el recinto.

Desde su apertura el 31 de marzo ha recibido hasta ahora 600 mil visitantes, a razón de 5 mil personas por día, quienes disfrutan de manera gratuita esta muestra provocadora, donde no hacen falta los lienzos para admirar obras maestras de todos los siglos.

En la primera sala están los autorretratos de Rembrandt, Alberto Durero, Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet o Egon Schiele, pintores que compiten por tener el mayor número de likes. Las imágenes de las pinturas se proyectan en pantallas.

La sorpresa es mayor al comprobar que quien lleva la delantera en cuanto a los votos es ni más ni menos que la mexicana Frida Kahlo (la única mujer en ese apartado), con 35 mil pulgares arriba, seguida, no tan de cerca, por el mejor de todos los autorretratos de Vincent van Gogh, con 27 mil y por varias versiones del rostro de Pablo Picasso con 21 mil.

Los recientes cinco años, la galería Saatchi (que se fundó en 1985) ha presentado 10 de las 15 exposiciones más visitadas de Londres, de acuerdo con la encuesta The Art Newspaper acerca de la asistencia internacional a museos. El espacio también figura entre los cinco museos más apreciados del mundo en Facebook, Instagram, Twitter y Google.

¿Su secreto para enamorar al gran público? Hacer accesibles las diversas propuestas de arte contemporáneo a través de plataformas innovadoras, también para que artistas emergentes puedan mostrar su trabajo.

Así explica la galería el espíritu que anima la idea que ahora los llevó a cometer la osadía, como dicen algunas mentes tradicionalistas, de reunir en una sola exposición a los grandes maestros del arte, con artistas contemporáneos como Andy Warhol, Chuck Close, Lucian Freud, y no sólo eso, sino elevar el selfie a rango de arte.

Por eso, la cereza del pastel de la muestra son precisamente las imágenes tomadas por autores anónimos o por el público que participó en un concurso, sin faltar la primera fotografía que un animal se hizo a sí mismo: el célebre autorretrato del macaco que en Indonesia robó su cámara al fotógrafo profesional David Slater.

Con celular en mano, por supuesto, los miles de visitantes se deleitan mirando, sobre todo captando la imagen propia, ya sea junto a Las Meninas de Diego de Velázquez o a una insólita foto de un adolescente Damien Hirst posando junto a la cabeza de un hombre muerto en una morgue, en una imagen en blanco y negro, captada en 1991 por André Morin.

Al respecto, el artista británico, cuyas obras hoy son consideradas las más caras del mundo, narró alguna vez: “Soy yo y una cabeza muerta. Cabeza dañada. En la morgue. Humano. Tengo 16 años... Si miras a mi cara, estoy diciendo: ‘Rápido. Rápido. Toma la foto’. Es de preocupación. Quería mostrarles a mis amigos, pero no podía llevarlos a todos allí, a la morgue de Leeds. Estoy absolutamente aterrorizado, pero sonriendo, esperando que los ojos se abran y diga: ‘¡Grrrrraaaaagh!’”

Tampoco falta la sala dedicada a las selfies de las socialités, con lo mejor de Kim Kardashian, así como la extensa colección de fotos con estrellas de Hollywood del fotógrafo italiano Jean Pigozzi, quien desde 1972 se dedica a cazar a gente del mundo del espectáculo, para “hacerse la selfie”, entre ellos Elton John, Michael Douglas, Paris Hilton, Mick Jagger, Tom Hanks, Woody Allen, Andy Warhol y hasta luminarias como Steve Jobs.

La exposición celebra “el potencial creativo del selfie”, dijo en marzo, durante la inauguración, Nigel Hurst, director del museo que se ubica en el londinense barrio de Chelsea, y que ocupó 10 salas en dos pisos para montar esta colección que también divierte.

Selfies que han recorrido el mundo, de autores como Obama, Hillary Clinton o el papa Francisco, están colgadas en los muros al lado de las fotos de intrépidos que se fotografían al borde de precipicios o del hombre que es perseguido por un toro y aún así, en plena carrera, logra captar su rostro sudoroso, con tremendo cornudo detrás.

Pero también ahí está Marilyn Monroe, que se desviste delante de John F. Kennedy; la reina Isabel lavando platos; el príncipe William fotografiándose junto a su esposa, Kate, en el momento mismo del parto de su primer hijo, y Donald Trump aventando puñados de dólares a las chicas en bikini que lo rodean.

Son las obras de la fotógrafa británica Alison Jackson, cuyas parodias visuales han causado polémica los recientes meses, sobre todo porque el personaje principal de sus fotos alteradas es el presidente de Estados Unidos, a quien ha retratado posando con miembros del Ku Klux Klan, apuntando con un rifle a una diana en la que está ilustrada la cara de Hillary Clinton o teniendo relaciones sexuales con Miss México en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

El final del recorrido está dedicado enteramente al público, autor y protagonista de obras donde la tecnología hace posible convertir la imagen propia en arte: con sensores un cuadro imita las posiciones del cuerpo del espectador; en otra pieza, en el reflejo de un espejo, sale humo de los ojos de quien ahí se mira.

Luego, en una gran sala se exhiben los videos y las selfies que participaron en el concurso convocado por la Saatchi (alrededor de 12 mil, provenientes de todo el orbe).

Cuando la galería abrió por primera vez, hace más de 25 años, sólo acudían aquellos que tenían un interés especializado en el arte contemporáneo, sobre todo para conocer el trabajo de nuevos artistas, recuerdan quienes atienden el recinto.

Hoy los visitantes sobrepasan el millón y medio de personas al año, con más de 2 mil escuelas que organizan en ese mismo periodo visitas.

Y la Saatchi va por más: con la exposición que presentará en noviembre, dedicada al arte de protesta ruso de los 25 años pasados, con un enfoque en los problemas de la libertad individual frente a las ideologías políticas y religiosas, la cual ya esperan con ansiedad los visitantes que aseguran: lo mejor y más innovador del arte en el mundo sucede aquí, no nos lo podemos perder.