Opinión
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Ciudad Perdida

El destino de Rigoberto

Encienden hoguera en la ALDF

Dudas por operativo en Tláhuac

T

otal, en la Asamblea Legislativa, que domina el PRD, se quemó casi en leña verde al delegado de Tláhuac, Rigoberto Salgado, quien ahora ya debe saber que su función al frente de esa demarcación prácticamente ha terminado.

Y si contamos la historia de cómo se ha llegado hasta esa instancia, la de separar de su cargo a un funcionario electo por el voto popular, nos vamos a encontrar algunos asegunes, incógnitas que no hacen bien a la leyenda oficial de El Ojos.

Hagamos un recuento de los hechos: el jueves 20 de julio, un equipo de 200 elementos de la Marina, apoyado por vehículos blindados y artillados, ingresó en Tláhuac. Tuvo el respaldo de mil 300 policías de la ciudad que llegaron después del supuesto o real enfrentamiento. Se elaboró un plan de acción que se llamó operación Tango. Después, la delegación quedó en estado de emergencia y fue patrullada por la policía. Se descubrió que la red de El Ojos tenía extensiones en Iztapalapa, Milpa Alta, Xochimilco y los municipios de Nezahualcóyotl y Chimalhuacán, y para cerrar con broche de oro provocó que se pusiera en la picota al delegado Salgado, quien no tiene escapatoria.

En fin, si todo esto es cierto, sí, sin duda este es un cártel, diga lo que diga la Marina o la jefatura de Gobierno, y por eso hacen bien quienes les piden que se reconozca el problema en su total dimensión y por su nombre. Total, sólo falta que cualquiera de estos días nos digan que El Ojos guardaba el dinero en algún banco de las Islas Caimán y que estaba apoyado por un grupo financiero del tamaño de Standars and Poors para que el cuadro quede completo.

Pero mientras eso pasa, Tláhuac se convierte en un instrumento de la mala política para usarse contra el opuesto. Con razones tan grandes como las expuestas ayer en la ALDF, sí, tienen razón los diputados, Salgado sí pudo haber sido el apoyo del cártel de El Ojos, y por ello mismo, porque esa organización criminal tenía tanta fuerza, que ya había penetrado al gobierno, es que se debe declarar, pero ya, que la Ciudad de México ha sido penetrada por la delincuencia organizada.

Y si no se hace esa declaración, entonces tendremos que pensar que la leyenda de Tláhuac es eso: otra leyenda, y lo que ha venido sucediendo no es más que un show que montó la necesidad de tapar un socavón y la venganza política que no hallaba salida. Así es la historia.

Por cierto, ¿cómo estuvo eso de que los marinos llegaron vestidos de civil, pero se hallaban patrullando y por eso fueron agredidos, y entonces se desató la balacera en la que murió El Ojos? ¿Cómo le hizo El Ojos y sus sicarios para detectar a los que patrullaban vestidos de civiles? ¿Verdad que el asunto está complicado?

No estaría nada mal que estas y otras preguntas las contestara quien debe hacerlo, y por ahí, de una vez, insistimos, declare a la Ciudad de México penetrada por el crimen organizado. Tantán.

De pasadita

De cualquier forma, Rigoberto Salgado no tiene ya ni el apoyo de los diputados de su bancada. Ayer, durante su comparecencia, al inicio de ella para ser más exactos, aunque parecía que no estaban los 20 diputados de Morena, el jefe delegacional sí contaba con el apoyo de cuando menos poco menos de la mitad de los que componen la fracción de Morena, pero al final sólo quedaban, para dar la última batalla, Olivia Gómez, Minerva Hernández y José Alfonso Suárez del Real.