Después de tres meses de competencias que redondeó con la medalla más importante de su carrera, Adriana Jiménez regresó de Budapest como subcam-peona mundial de los clavados de altura.

La especialista en los 20 metros no cabía de felicidad y al ver a sus padres, quienes la recibieron con gran emoción, sus ojos se humedecieron, respiró profundo y atendió a los medios que también la esperaban en la terminal uno del aeropuerto.

Sacó del estuche la medalla de plata, se la puso y al tenerla entre sus manos dijo sonriente que el esfuerzo valió la pena para obtener un resultado que ha sido lo mejor de mi vida, porque se dio gracias a Dios y mi talento.

Trabajo mental

A la clavadista, de 32 años, no le dio pena confesar que durante la final en Hungría tenía los nervios de punta. “En el primer clavado me empezó a temblar la pierna derecha y sabía que tenía que aplicar el trabajo mental. Me di confianza y pensaba que si antes había quedado cuarta (en el Mundial de Kazán 2015) y por unos puntitos, híjole, podemos alcanzar el oro.

Adriana JiménezFoto Rosalía A. Villanueva

Más que lo técnico me puse en las manos de Dios, relató Adriana, quien mostró también el trofeo de cola de ballena cuando ganó la Serie Mundial Red Bull en Portugal, previo a su participación en Budapest.

Cuando se le preguntó si tuvo los apoyos suficientes de las au-toridades, ya que hay varios deportistas que andan buscando recursos para asistir a sus competencias internacionales, la primera medallista de México en clavados de altura, trató de no comprometerse, porque es un asunto muy delicado, mejor dejar a un lado esos temas políticos y de apoyos.