Opinión
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El Estante de lo Insólito

Los Hombres de Negro

“But I’ll try to carry off a little darkness in my back,
‘till things are brighter, I’m The Man in Black”.
Johnny Cash. Man in black.

D

esde la división de los buenos y malos, sea en la investidura del ajedrez tradicional, donde el ejército privilegiado para mover primero en el tablero son las piezas blancas que combaten a las negras, hasta la alineación bipolar del ying y el yang, o las propias sensaciones primigenias de lo luminoso como fuerza germinal, contrastando con la oscuridad, ese terreno en que se guarecen los malos sentimientos y hasta el maligno en persona, lo blanco implica pureza, lo negro representa lo negativo.

Acepciones de más y de menos, pasando por las frases como resabios de apartheids variados en que se habla de los negros destinos, normalmente los de negro eran los malos. Las hadas buenas resplandecen con asombro de destello lumínico en tormenta eléctrica y las brujas arrastran sus ropajes oscuros en bosques impenetrables. Así es la base narrativa de leyendas tradicionales, historietas de renombre, literatura seria o el gran espectáculo fílmico. Juan Villoro advertía en Elogio del negro: Derivación de la noche y sus enigmas, símbolo extremo de maldad, elegancia o misterio, el color negro ha pasado por la historia con su doble cualidad de confundirse o destacarse según la hora o el destino.

Pero una cosa son los malos de negro sentir y negro vestir, y otra son Los Hombres de Negro. ¿Qué son y a quién se le ocurrieron? El contraste de teorías se define en un eje crucial: un día de septiembre de 1953, el señor Albert K. Bender, flamante presidente de la International Flying Saucer Bureau, reconocida como la primera organización civil ufóloga mundial, estaba listo para decirlo todo en Space Review, revista de buena circulación en tierra estadunidense. Anunció con toda la pompa que se podía antes de la era de los hashtags y las notas virales, que tenía la verdad incontrovertible sobre la existencia de los Ovnis y que dicha información trascendental sería publicada en el siguiente número, mismo que pasaría a la inmortalidad de las ediciones, seguro al lado de la Biblia, El Quijote y algunos otros best sellers legendarios. O el señor Bender no tenía realmente dicha información, o la perdió con todo su portafolios en una partida de póker en innombrable bar subterráneo, o, verdaderamente, recibió la visita de tres sujetos vestidos impecablemente de negro, quienes le dijeron, al estilo de los más prominentes políticos de nuestros tiempos, que si publicaba la información pues, así le iba a ir. La publicación jamás se hizo y Albert se limitó a decir su verdad mítica: fue amenazado por los custodios de los expedientes secretos del gobierno, es decir, Los Hombres de Negro (léase con un fondo musical asestado en la pauta del mejor score de estreno fílmico de verano).

Integrante de la fuerza aérea de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, se supone que Albert K. Bender sabía lo que decía por experiencia propia. Encuentros con objetos voladores, avistamientos, conocimiento de información clasificada que certifica presencia extraterrestre en el planeta… Tardó casi una década en decir su verdad sobre los misteriosos Hombres de Negro en su libro Flying Saucers and the Three Men, donde aseveró no sólo que los sujetos resguardaban la información mediante amenazas a personas y destrucción de información única, sino que los detallados hombres (elegantes y con sombrero calado, de acuerdo con descripción y bocetos precisos de Bender) eran ¡de otro planeta! Ah, caón.

La revelación de Bender hizo que muchos otros dieran testimonios similares. La anécdota de esos primeros Tres Hombres de Negro abrió archivos completos sobre la presencia de los sombríos personajes, en diferente número (pocas veces se habló de uno actuando en solitario), a veces con fisonomías peculiares (entiéndase alienígena, que pueden llegar a tener fuerza telepática), autos negros de lujo (en las primeras versiones sólo Cadillacs, ahora pueden ser Maseratis o Jaguares), y otras como militares haciendo de agentes secretos que borraban cualquier huella comprometedora de la verdad que nunca debe conocer la sociedad, fuera de estrategia militar o tecnología de punta. Paranoia fundamentada o alucinación ansiosa de notoriedad, con el gran sustento que da saber que se conoce un mínimo porcentaje de lo que realmente hacen gobiernos y ejércitos, el rumor se convirtió en mito popular, broma frecuente, y así, hasta el célebre cómic de Lowell Cunningham y Sandy Carruthers, The Men in Black, editado originalmente en el pequeño sello Aircel Comics en 1990, antes de pasar a Malibú y después, vuelto jugosa veta, a la poderosa Marvel. La adaptación fílmica Men in Black (Barry Sonenfeld, 1997) que estelarizaron Tomy Lee Jones y Will Smith, es muy lejana al planteamiento dramático original. Mientras la película es una comedia para atascarse de palomitas, la narración gráfica (de trazo duro, lejano del preciosismo estético del cómic industrial) explora el mundo oscuro de las corporaciones encubiertas, con personajes que luchan por servir en medio de grandes dudas existenciales de su proceder.

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Ilustración: Jorge Manjarrez

El cine y la telera

En la serie de Chris Carter, The X Files, sobran apariciones de distintas clases de Hombres de Negro, más que justificado en una serie que se sustenta en un gigantesco complot internacional de multiples fuerzas (siempre con base en Estados Unidos) para controlar la información, la tecnología y, con ello, el poder. Auténticos extraterrestres y auténticos hombres de negro dominan la estrujante Dark City (Alex Proyas, 1998), en una inquietante fábula negra de ciencia ficción. John Belushi y Dan Aykroyd en atuendo de Hombres de Negro, hicieron la joya The Blues Brothers (John Landis, 1960; mal conocida en México como Los Hermanos Caradura), donde eran apedreados en cantinas de cuarta hasta dar fenomenal concierto en teatro respetable. Los que parecían alienígenas eran los miembros de las bandas motorizadas que estrellaban botellas contra el escenario. La nota es que el mismo Dan Aykroyd hizo un acuerdo para producir una serie para SciFi Channel sobre extraterrestres, todo en orden, la producción en el camino correcto… sale del estudio a tomar una llamada en su celular y fumar un cigarro durante el rodaje del último episodio y ve cruzando la calle a tres hombres de negro en un vehículo. En un instante el auto desapareció de su vista. Cuando ingresó al estudio, le dijeron que la serie estaba cancelada. Es su testimonio.

Las rolas

El éxito fílmico de la cinta en Hollywood propulsó el triunfo en las listas de su tema musical homónimo Men in Black, cantado por su propio actor coprotagónico y rapero a ratos Will Smith. Otra clase de hombre de negro es el de la canción de Los Huracanes del Norte, con la historia de un velorio al que llega un mariachi contratado para tocar; los familiares piden respeto por el luto, pero cuando los músicos aclaran que fueron contratados, descubren con asombro que quien les pagó fue el hombre en el féretro. El muerto que pidió mariachis pa su funeral, fue interpretado en el videoclip por el legendario actor Carlos Cardán, siempre tan delgado como la banda de hombres de negro con copete rijoso de Vaqueros de Leningrado en América (Akira Kaurismäki, 1992), que tocaban lo que podían donde podían. El fantástico Johnny Cash también tuvo su canción Man in Black, hablando de vestir de negro por los prisioneros, los pobres, los golpeados por una sociedad injusta, ya que lo que se ve en la calle no está para andar con el arcoiris en la espalda. Ups. ¡Cantó eso en 1971! Desde entonces se le conoció así, como su canción (que daba título al disco): Jonny Cash, The Man in Black.

La curiosidad

Tan viral como la influenza, los videos con el supuesto guardaespaldas reptiliano que protege al presidente Barack Obama son como el pietaje que nunca se encontró de Pie Grande. El caso permitió aderezar una añeja teoría: los extraterrestres no sólo están en La Tierra, si no que son de múltiples razas y planetas, hacen intercambio con los gobiernos poderosos y, claro está, tienen una colaboración estrecha con la Casa Blanca. El guardaespaldas alienígena se supone que cuida a su socio terrícola. De lo que uno se entera, caray.

El arte

Si hay un legítimo Hombre de Negro que todo lo contempla como sombrío testigo y quizá perpetrador de algunos incidentes vitales de la crónica cotidiana, es el personaje creado por el extraordinario caricaturista Helio Flores. Con atuendo de aferrado Man in Black, el personaje usa gabardina, sombrero y corbata en tono de cuervo desde su primera publicación en la revista La Garrapata, en 1968. De trazo exquisito y una crítica sólida de su tiempo, Helio Flores ha incorporado a su Hombre de Negro a la mayoría de sus principales series de caricatura, por lo que está en las antologías de su trabajo, imprescindible de conocer y seguir en la prensa nacional.