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Lorca vivo o muerto
“L

a creación poética es un misterio indescifrable, como el misterio del nacimiento del hombre. Se oyen voces no se sabe dónde, y es inútil preocuparse de dónde vienen. Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir. Escucho a la Naturaleza y al hombre con asombro, y copio lo que me enseñan sin pedantería y sin dar a las cosas un sentido que no sé si lo tienen. Ni el poeta ni nadie tienen la clave y el secreto del mundo. Quiero ser bueno, sé que la poesía eleva, y siendo bueno con el asno y con el filósofo, creo firmemente que si hay un más allá tendré la agradable sorpresa de encontrarme en él. Pero el dolor del hombre y la injusticia constante que mana del mundo, y mi propio cuerpo y mi propio pensamiento, me evitan trasladar mi casa a las estrellas”, dijo Federico García Lorca para dar una de sus descripciones más convincentes de lo que entendía como poesía.

El 10 de junio de 1936, el diario El Sol de Madrid publica en la sección Los diálogos de un caricaturista salvaje, del pintor y dibujante catalán Lluís Bagaría i Bou, la que sería la última entrevista del poeta granadino. El 17 de julio estalla la guerra. El 18 de agosto Lorca es fusilado. Bagaría, quien colaboró con la República realizando carteles propagandísticos y ejerciendo el periodismo, falleció en junio de 1940 exilado en La Habana. El memorable diálogo entre los dos artistas fue exhumado por la revista electrónica Rambla.

Ávido de dar definiciones naturales, casi instintivas, al borde de la guerra civil Lorca se aventura sin miedo: Ningún hombre verdadero cree ya en esta zarandaja del arte puro, arte por el arte mismo. En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas. Particularmente, yo tengo un ansia verdadera por comunicarme con los demás. Por eso llamé a las puertas del teatro y al teatro consagro toda mi sensibilidad. Hijo prodigio de nuestra lengua, alegre, festivo, de poderoso acento trágico, considera que el optimismo es propio de las almas que tienen una sola dimensión; de las que no ven el torrente de lágrimas que nos rodea, producido por cosas que tienen remedio.

Las criaturas no quieren ser sombras, explica. Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego, no creo en la frontera política.

En varios pasajes de la conversación con Bagaría, Federico invierte los papeles y es él quien pregunta. Por ejemplo: ¿Tienes verdaderamente deseos de sobrevivirte? ¿No crees que esto está ya resuelto y que el hombre no puede hacer nada, con fe o sin ella? Y enseguida: ¿Me quieres decir por qué tienen carne de rana todos los políticos que caricaturizas?, a lo que su amigo Bagaría replica: Porque la mayoría vive en charcas.

Con claridad meridiana y certera, Lorca confirma, como había hecho ya en otras ocasiones, el reconocimiento de sus dos maestros vivos, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. El primero, en un plano puro de serenidad y perfección poética, poeta humano y celeste, evadido ya de toda lucha, dueño absoluto de su prodigioso mundo interior. El segundo, gran poeta turbado por una terrible exaltación de su yo, lacerado por la realidad que lo circunda, increíblemente mordido por cosas insignificantes, con los oídos puestos en el mundo, verdadero enemigo de su maravillosa y única alma de poeta.

Ahora bien, el canadiense Leonard Cohen, admirador de nuestro artista-duende, sostiene que Lorca no murió (en Book of Longing, 2006, versión de HB):

Lorca vive en Nueva York
A su España nunca regresó
Se fue un tiempo para Cuba
Y está de vuelta en la ciudad

Y se cansó del mar
Odia tocar en la vieja guitarra
Le queda una cuerda nada más

Oyó de que lo fusilaron
Pero eso nunca ocurrió
Aunque tampoco le gusta
Vive en Nueva York.