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Nosotros ya no somos los mismos

Los 210 mil bendecidos mexicanos

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El propio gobierno federal lo ha reconocido: 53.2 por ciento de los mexicanos son simple y llanamente pobresFoto Jesús Villaseca
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onfieso que yo mismo ya estoy hasta el copete. (Bueno, mi copete de los años 50, que nada le pedía, ciertamente, a los copetes más renombrados de la actualidad). Llevo demasiadas semanas tratando de hacer incontrovertible la idea de que las 210 mil personas que poseen la cuarta parte de la riqueza de este país no pueden ser consideradas, a plenitud, integrantes de la misma patria que conforman los descendientes de los pueblos originarios, los trabajadores mineros de cualquier parte del país, los niños, adolescentes y jóvenes de las escuelas rurales y muchísimos jóvenes de las escuelas oficiales de educación superior, los ninis, los trabajadores eventuales o víctimas del agravio del outsourcing, 41 por ciento de mexicanos formados en ciencia y tecnología que carecen de empleo. En fin, 33 por ciento de los hogares que viven en pobreza y 12 por ciento en la indigencia. El propio gobierno ha reconocido: 53.2 por ciento de mexicanos son simple y llanamente pobres. Los millones que militan en lumpen tricolor y quienes se dedican al comercio exterior de alguno de nuestros productos del campo, más apreciado aún que el aguacate, no están rigurosamente censados. Por lo que respecta a la clase llamada media, en permanente vía de extinción (ya quedan(mos), tan poquitos que no hacemos bulto), no debemos perder de vista que, de un gajo de ese sector (llamémosle ilustrado) y un mundo de parias iletrados, pero dolientes, surgen los sismos que luego se llaman revolución.

Dentro de los estremecedores datos que pepeno de los muchas veces mencionados por reporteros de este diario y, también de otros, a los que siempre reconozco los insumos que me permiten agregar a mis comentarios, no puedo dejar de asombrarme y preguntarme a mí mismo, o a quien se atreva a ofrecer una respuesta racional: ¿En verdad los llamados mexicanos, somos una sola patria, una misma nación? Porque la patria, en su mínima expresión, es territorio común de nacencia. Nación, en cambio, es pasado compartido: las altas y bajas, los triunfos y derrotas gozados y sufridos al parejo. El presente: bienestar o carencias que se viven, no igual pero al tiempo y, un futuro en que aspiraciones y expectativas de los que comparten su origen, se involucran en la ilusión de un futuro, superior a su pasado y en el que los ciudadanos sean iguales aunque, indefectiblemente, unos más iguales que otros.

Lamentablemente, la distribución de la riqueza construida con el arduo trabajo de varias generaciones de mexicanos del campo y las ciudades, no es precisamente equitativa, cuando es acordada por un selecto consejo de hombres justos y honorables, encabezado por algunos personajes de ficción y otros de una realidad que es prueba plena de que la primera, no supera a la segunda cuando ésta se lo propone. Si ella en la vida real decide la medida de la repartinga estamos, lo que técnicamente podemos definir como: jodidísimos

¿Qué tienen que hacer don Ebenezer Scrooge (Dickens) o el señor Burns (Simpson), frente al controvertido político inglés Oliver Cromwell (fanático bipolar a tal grado, que en vida y muchos años después de muerto, concitaba las más violentas reacciones sobre su vida y su obra)? Oliver era de una tacañería tan injusta que consideraba un despilfarro las modestas celebraciones navideñas que llevaban a cabo las paupérrimas familias que tanto le habían ayudado a la construcción de la república mancomunada de Inglaterra, a la que él denominó “ Commonwealt”. Llegó a tal grado su irracional cicatería que llegó a ordenar a los soldados clausurar las reuniones del pueblo y apañarse las viandas que pretendían compartir. Y qué decir de la Bruja de Wall Street, o sea Hetty Green, considerada por los récords Guinness, como la mujer más miserable del siglo XlX. En una ocasión su hijo se fracturó una pierna y lo llevó a un hospital de beneficencia pública para ahorrar honorarios y medicinas. Paul Getty, llegó a ser considerado como el hombre más rico del mundo, pero su codicia y ruindad superaban su fortuna. Cuando secuestraron a su nieto se negó al pago de 17 millones de dólares (su capital rebasaba con creces esa minucia) y solamente, al recibir una oreja del muchacho, entregó con gran dolor 2 millones, pues recordó la atinada afirmación de Jack (el Destripador) sale más caro por partes. Cuentan resentidos cronistas que don Paul, fiel a su cicatería, mandó instalar en su casa un teléfono de monedas, por si algún visitante requería realizar una llamada urgente, ésta no fuera en detrimento de su patrimonio.

Afortunadamente para nosotros, nuestros políticos y hombres de negocios son todo lo contrario de lo que hemos descrito. Ellos no habitan buhardillas ni visten harapos como lo hacía el multimillonario John Elwes o los hermanos Homer y Langley Collyer que vivían encerrados en su mansión y a quienes les cancelaron los servicio de luz y agua por exceso de pago (yo estoy a punto de imitarlos con mi último recibo energía eléctrica. Vivo sólo y pago por lo que no le cobran a los líderes del sindicato). A la muerte de estos carnales tan ahorradores, las autoridades sacaron de su mansión 130 toneladas de basura.

Afortunadamente nuestros potentados sí que saben gozar la vida: ¿Recuerda usted aquella orgía organizada por los diputados panistas Luis Alberto Villarreal y José Iván Villalobos, coordinador y vice, de la piadosa, moral, pudibunda y santurrona cofradía de los sepulcros albiazules que conformaban la diputación panista? La diferencia es que ellos si saben compartir sus triunfos y patrimonio (sobre todo si es de origen púbico) razón por la cual encargaron a la distinguida publi-publirelacionista directora de Montana and partners cuyas actividades son bien conocidas en los exclusivos casinos/table Taboo y Candy’s, la tarea de convocar a otras modestas y mal formadas jovencitas a compartir el PAN, la sal y etc. Otro ejemplo de que nuestros acaudalados cresos son por demás compartidos, aún con extranjeros desconocidos, nos trae a la mente la actitud solidaria del joven político Jorge Emilio González, que brindó su garzonier, bulín o flat (me da pena decir, leonero), de lujo a una necesitada inmigrante búlgara (siempre pensé que por la analogía fonética del nombre de ese país, con el actuar del joven González, éste sería allí nuestro embajador más idóneo). La desesperada veinteañera, acogida tan generosamente, subió al depa 19-B, en donde desinteresadamente se le brindaba cobijo. Los jerarcos del partido verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas (cannavis sativa), verdes divisas, de 500 dólares (perdón Federico) allí reunidos, trataron de explicarle por qué habían abandonado su aguerrido combate contra la corridas de toros después que su principito había tenido que pernoctar en el centro de reclusión El Torito, por ebrio, irresponsable, hipócrita y collón.

De nueva cuenta el espacio y su cómplice, el tiempo, me liberan de la obligación inmediata de necesarias conclusiones sobre todo lo expuesto. Éstas, indispensablemente, las conoceremos al final de esta abrumadora saga. Las suplo por estas interrogantes de fácil resolución pero, de inmejorable ayuda. ¿Sabe usted quiénes son los propietarios o arrendadores de los siguientes inmuebles? El primero, de dos departamentos del piso 61 de una impresionante torre residencial en NY, el segundo, de las unidades 59-c, 59-d y 59-m. de la misma torre; el tercero, de las unidades 57-c, 58-c y 58-d; y el cuarto, del 31-d, 31-e, 31-f y 32-f. ¿Necesario aclarar que se trata de la Torre Trump en NY?

Otros datos, si Dios nos da vida y salud.

Twitter: @ortiztejeda