Editorial
Ver día anteriorJueves 15 de junio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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EU: la violencia refleja
A

yer ocurrieron dos tiroteos en distintos puntos de Estados Unidos que dejaron un saldo de cuatro muertos y cinco heridos. El primero ocurrió muy temprano en Alexandria, Virgina, en las afueras de Washington, momentos antes de que comenzara un juego de beisbol entre legisladores. Un individuo efectuó decenas de disparos con un arma larga e hirió de gravedad al miembro de la Cámara de Representantes Steve Scalise y a otras cuatro personas antes de ser abatido por efectivos policiales. Pocas horas después, en San Francisco, en el extremo opuesto del país vecino, un empleado de la firma de paquetería UPS mató a balazos a cuatro personas en un local de esa corporación y se suicidó.

Tragedias de esta clase, en las que un sujeto o un pequeño grupo decide efectuar una matanza sin razón aparente, se han convertido en parte habitual del panorama noticioso estadunidense y, vistas en conjunto, constituyen un peligro mucho más grave que el de los atentados realizados por organizaciones fundamentalistas, tienen una génesis anterior a los conflictos que detonaron el terrorismo islámico, parecen haberse vuelto consustanciales a la gran superpotencia y tal vez lo sean.

En efecto, a la hora de analizar el conjunto de tiroteos en Estados Unidos no deben desestimarse los datos de que la sociedad de ese país es la más armada del mundo y que es la nación más belicosa del planeta. En el territorio estadunidense hay 89 armas de fuego por cada 100 habitantes (un total de 270 millones), muy por encima de los promedios de países en guerra, como Yemen o Irak. Por lo demás, no hay conflicto militar en el que Washington no tenga una participación directa o indirecta, muchas veces en calidad de protagonista.

Es importante destacar que ambas condiciones –la sociedad armada y el gobierno guerrerista– vienen de mucho tiempo atrás y trascienden los colores partidistas de quienes ocupen la Casa Blanca y ostenten las mayorías en el Capitolio. Con presidentes demócratas o republicanos, las matanzas se suceden sin solución de continuidad y el reforzamiento de las corporaciones policiales, lejos de atenuar en algo la violencia doméstica, tienden a agravarla. Así, en el afán de dar caza a individuos armados y antisociales, se ha investido a los uniformados de plena licencia para matar y con ello se ha obtenido un incremento de los asesinatos policiales, perpetrados con mayor frecuencia en barrios pobres y con víctimas preponderantemente afroestadunidenses o latinas.

A diferencia de Barack Obama, quien realizó esfuerzos políticos por atenuar el armamentismo civil e imponer alguna suerte de control en el mercado de armas de fuego, Donald Trump es amigo de la ultraconservadora Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), organización que alienta y promueve la posesión de armas por los ciudadanos y mantiene una feroz resistencia a cualquier clase de reglamentación en la posesión de pistolas y fusiles de asalto. Por lo demás, los acentos militaristas en la política exterior de la superpotencia han experimentado un claro incremento a raíz de la llegada del republicano a la Casa Blanca.

No hay motivo para esperar una disminución en la terrible frecuencia de sucesos como los ocurridos ayer. En tanto Estados Unidos no emprenda una reforma del Estado, parece ser que muchas personas seguirán muriendo en ese país a manos de sus propios conciudadanos.