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Eduardo Matos Moctezuma informa sobre avances de esa exploración arqueológica

El hallazgo del Huey Tzompantli de los mexicas suma 350 cráneos

La estructura descubierta en 2015 se ubica en un predio privado de Guatemala 24

Entre esos vestigios y el templo Mayor hay una estrecha relación, afirma el investigador

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Algunos de los 350 cráneos que forman el tzompantli principal de los mexicas. Muchos podrían ser de enemigos del imperio azteca que eran capturados, sacrificados y decapitados, sostienen arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e HistoriaFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de junio de 2017, p. 5

Desde su hallazgo en 2015 hasta la fecha, en los vestigios del tzompantli de la Gran Tenochtitlan se han encontrado 350 cráneos, informó el miércoles el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en un recorrido por la zona.

La estructura se ubica en la calle Guatemala 24, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Los investigadores que trabajan en el sitio estiman que podría haber más restos humanos.

En el predio, que es propiedad privada, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizaron hace dos años, a dos metros de profundidad, una plataforma rectangular con longitud estimada en más de 34 metros, donde había, en su núcleo, un elemento circular elaborado de cráneos humanos unidos con argamasa de cal, arena y gravilla de tezontle.

En agosto de 2015, Matos Moctezuma adelantó a La Jornada que era muy probable que la estructura correspondiera al gran Huey Tzompantli de la capital mexica, el altar donde se empalaban ante la vista pública las cabezas de quienes eran sacrificados para honrar a los dioses. Los datos recabados desde entonces confirman ahora ese supuesto.

Matos y su colega Raúl Barrera explicaron que, de acuerdo con las fuentes históricas del siglo XVI y las investigaciones arqueológicas, los tzompantli eran basamentos muy bajos, alargados, y que en la parte superior tenían clavados una serie de postes de madera con travesaños, en los cuales se colocaban los cráneos de los decapitados en determinadas ceremonias.

Según los cronistas de la época, en la Gran Tenochtitlán había un tzompantli principal y otros pequeños.

La primera temporada de salvamento y estudios que se desarrolló en el predio de Guatemala 24 fue de febrero a junio de 2015. El elemento circular ubicado al centro de la plataforma estaba formado por cráneos pegados con argamasa de cal, arena y tezontle, en una forma que no se había detectado anteriormente asociado al recinto sagrado de Tenochtitlán.

El muro de tezontle, con un recubrimiento de estuco y piso de lajas, está orientado de norte a sur, y a su alrededor había mandíbulas y fragmentos de cráneos dispersos.

Prosigue exploración in situ

Este tzompantli corresponde a la sexta etapa constructiva del Templo Mayor (1486-1502). Otra parte de esta estructura arquitectónica fue destruida en la época colonial por la construcción de un edificio ahora histórico, pero se pueden ver en el piso las huellas de los orificios de los postes o vigas de madera donde se insertaban los cráneos. Tales oquedades oscilan entre 25 y 30 centímetros de diámetro, separadas a una distancia de entre 60 y 80 cm.

La mayoría de los cráneos –algunos con orificios en los parietales, pero otros sin esta característica– corresponden a hombres adultos jóvenes, pero también hay algunos de mujeres y de niños. Muchos de estos cráneos podrían ser de enemigos de los mexicas que eran capturados, sacrificados y decapitados, como una advertencia de su poderío. Algunos de esos restos también fueron removidos y alterados durante la Conquista.

El templo de Ehécatl y el juego de pelota (que presentaron el miércoles las autoridades federales de cultura), así como el tzompantli, son citados en las crónicas históricas de Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, Andrés de Tapia, Bernardino de Sahagún, Francisco López de Gómara, José de Acosta y Hernando Alvarado Tezozómoc, entre otros, lo cual muestra la estrecha relación que existe entre estos edificios y el Templo Mayor.

También se sabe que a principios del siglo XX, Leopoldo Batres, pionero de la arqueología moderna en México, encontró en la calle de Guatemala algunas esculturas en forma de cabezas de serpiente, un altar con almenas y restos de muros asociados a fragmentos de cráneos humanos, que seguramente eran parte de este tzompantli.

En 1914 el antropólogo Manuel Gamio hizo excavaciones en un predio contiguo encontrando restos que debieron formar parte de esa misma plataforma. Con las obras de construcción del Metro, volvieron a surgir parte de esos muros, pero hasta ahora con las nuevas evidencias es posible afirmar que se trata del gran Tzompantli de México-Tenochtitlán, reiteró Eduardo Matos Moctezuma.

Los trabajos de rescate e investigación de esta estructura forma parte del Programa de Arqueología Urbana que cumplirá 40 años en 2018.

Por el momento, prosigue la exploración y la consolidación de los elementos hallados en el tzompantli, aunque no se tiene fecha prevista para abrir ese espacio al público.