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Fue luchadora primigenia por el feminismo en el país, sostiene el autor de esa novela

En La niña Frida David Martín del Campo crea thriller alrededor de la pintora Kahlo

Plantea una crítica a la mercantilización de la artista, adelanta en entrevista con La Jornada

 
Periódico La Jornada
Martes 30 de mayo de 2017, p. 6

El escritor David Martín del Campo se acerca cada vez más a las 30 novelas publicadas, a las que se suman cuentos para niños, ensayos y biografías.

Quizá La niña Frida (Tusquets), su novela más reciente, sea la número 27, afirma en entrevista con La Jornada.

Esa obra “no es una novela más de Frida Kahlo. Una vez en España me hizo mucha gracia una que vi que se llamaba Otra novela de la Guerra Civil española, entonces no quise hacer una más de Frida Kahlo en los términos de que iba a ofrecer la biografía, el encanto de esta mujer. En el fondo es una crítica de la fridomanía que ha sido una chabacanización de la figura de Frida, quien fue mártir, mujer que sufrió mucho y se sublimó en el arte, pero ella era militante comunista.

Creo que fue la primigenia luchadora por el feminismo en México; hacía lo que se le daba más o menos su regalada gana, y entonces la novela propone una crítica a esta mercantilización de su figura, porque ahora ves la efigie de Frida en bolsas, playeras, calzones, y a ella le hubiera dado una terrible vergüenza.

La niña... es un thriller protagonizado por el agente privado Max Retana, contratado por Alejandra Llure para que descubra el verdadero motivo del suicidio de su hijo, de apenas 13 años. Frida es la otra hija de Alejandra, bautizada así por la pintora. Sin embargo, cohabitan numerosas historias, múltiples misterios, ambientados en un momento político, social y artístico en México sacudido por la matanza del 2 de octubre, la devaluación del peso, el golpe a Excélsior y el desarrollo de las artes plásticas en el país y el robo de obras de arte.

Quizá no sea una novela histórica, aunque tiene un pie en la historia. Me propuse hacer una novela policiaca en los términos clásicos del género y creo que lo logré, respetando a Hammett, Chandler, Mankell, Graham Green, Manuel Vázquez Montalbán, sobre todo, a éste: Max Retana es primo de Pepe Carvalho.

Max, añade, es un agente privado con un pasado oscuro, perteneció a la policía judicial y al Batallón Olimpia, pero se asqueó de todo eso. Es un antihéroe como son todos los detectives y agentes privados de la novela policiaca.

Ese género, explica, permite que pases a la sociedad por el tamiz y la desnudes. La novela policiaca sirve para desnudar a la sociedad, para bien y para mal, porque hay desnudeces hermosas y horrendas; normalmente lo que queda es la parte horrible que es un valor estético, o un antivalor. El género te enseña esas partes espantosas, corruptas de la sociedad.

Cambiar de los números a las letras

–Es una novela donde existen muchas novelas.

–Lo que pasa es que debí ser ingeniero civil. Mi padre siempre pugnó por que lo fuera, porque era muy bueno para las matemáticas. Era el horrible nerd que siempre iba al pizarrón, me pasaba el maestro a resolver los problemas, entonces sobre la marcha decidí cambiar de signo de los números a las letras.

Mi padre solamente al final de su vida se convenció de que no había errado, pero siempre pensó que había sido una equivocación que yo estudiara humanidades, comunicación y cine, y no ingeniería. Entonces mis novelas, homenajéandolo, son catedrales. En una catedral hay un altar mayor, una torre, un campanario, la sacristía. Mis novelas son catedrales donde hay un altar menor, una nave, un atrio, hay muchos espacios donde uno va moviéndose y en cada espacio hay espíritus, personajes. Mis novelas buscan eso: ámbitos arquitectónicos en términos narrativos.

En La niña Frida “hay crímenes ordenados por las altas esferas políticas; hablo de la vigilancia a los periodistas de Excélsior. Una cosa que descubrí y nadie ha hecho el vínculo: el gobierno de Luis Echeverría fue un fracaso político y económico, entonces al final de su sexenio decidió devaluar el peso al cien por ciento, de 12.50 a 25 pesos.

“Si hubiese tenido al Excélsior en contra se lo comen, se acaba el país. Decidieron dar el golpe a la oposición periodística y una vez que en julio de 76 los eliminan, tres semanas después devalúan. Excélsior se hubiera encargado de demostrar el fracaso, igual y lo destituyen, podría haberle costado la Presidencia, porque iban a devaluar el peso y esto es la demostración de que eres un político ineficiente.”

Eso rodea el misterio de la no-vela, pues involucra a un niño de 13 años que un buen día reparte sus juguetes y, en el salón de clases, se pega un tiro.