Opinión
Ver día anteriorLunes 8 de mayo de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Al fin termina el embargo atunero
T

odo indica que, al fin, termina un problema que se originó hace casi 40 años, cuando en 1980 la Marina mexicana detuvo varios barcos estadunidenses por pescar ilegalmente en aguas nacionales. Como represalia, el vecino y socio comercial comenzó a poner trabas a las importaciones del atún mexicano. Luego, en 1991, decretó un embargo contra varios países que capturan atún aleta amarilla en el Pacífico oriental, alegando que en sus lances de pesca mataban miles de delfines. México, Ecuador, Panamá y Venezuela resultaron afectados con esa medida.

El embargo lo promovió el grupo ecologista Earth Island Institute (EII) y varias agrupaciones del vecino país que luchan por preservar los delfines. El instituto demandó al Departamento de Comercio por no cumplir la ley aprobada en 1972 por el Congreso estadunidense que busca proteger a los mamíferos marinos. Además, los consumidores de ese país prefieren comprar las latas de atún que tienen la leyenda Dolphin safe (Libre de delfín).

El embargo significó pérdidas millonarias para México y fue levantado luego de una larga batalla diplomática y científica durante la cual se demostró que la muerte incidental de delfines había disminuido virtualmente a cero gracias a los nuevos esquemas de pesca. Hoy su población es abundante y no corre peligro alguno de extinción.

Ante las evidencias científicas, el EII reconoció la baja en la muerte de delfines, pero enseguida demandó al Departamento de Comercio de su país por haber levantado el embargo. El motivo ahora era que los delfines atrapados accidentalmente por las redes atuneras de los barcos mexicanos, y luego devueltos con sumo cuidado al mar, padecían estrés y angustia. Pero nunca pudo demostrarlo. Sin embargo, reiteró que el atún mexicano no cumplía con el etiquetado libre de delfín', gracias al cual se garantiza que ningún ejemplar de dicha especie muere en la pesca de atún, algo poco menos que imposible.

El citado instituto lo integran no más de 15 personas y lo patrocina la industria atunera del vecino país. Gracias a ello promovió el Dolphin safe como una marca propia. Gracias a ese etiquetado las empresas enlatadoras de atún en Estados Unidos y en otros países le pagaban cinco centavos de dólar por cada caja de 48 latas que utilizaban ese etiquetado. El negocio se les acabó cuando el gobierno estadunidense acordó quedarse con el dinero.

Sin éxito, el EII intentó sumar a su cruzada contra el atún mexicano al mercado europeo.

En realidad el embargo buscó proteger los intereses de la flota de Estados Unidos y no a los delfines. La nuestra es la segunda en importancia del mundo. Se modernizó, diversificó su mercado y utiliza sistemas de captura que salvaguardan al delfín. Además, el gobierno aprobó medidas para protegerlo. Pero aún así las autoridades estadunidenses pusieron trabas a la venta del atún nacional.

En 2008 México tuvo que recurrir a la Organización Mundial de Comercio (OMC) para resolver el problema. Dicha instancia falló en su favor y obliga a las autoridades del vecino país a eliminar o modificar el etiquetado mencionado a las importaciones de atún nacional por ser discriminatorio y violar diversos acuerdos internacionales en la materia. Si no lo hace, el gobierno mexicano puede imponerle sanciones comerciales cuyo monto debía fijar la OMC.

El pasado 25 de abril la OMC reconoció que Estados Unidos generó un daño a México por el etiquetado del atún. Asciende a más de 163 millones de dólares por año. El fallo es inapelable y el atún nacional que se exporte ahora sí podrá tener la leyenda Dolphin safe. Queda por ver si nuestro socio comercial finalmente acepta la resolución de la OMC y cubre el monto de las pérdidas que ocasionó por el embargo. De lo contrario, México puede, y debe, responder con medidas arancelarias hacia productos procedentes de nuestro vecino.

Ahora hay la amenaza de otro embargo por parte de Estados Unidos, que puede ser sobre el camarón. El motivo: la extinción en puerta de la vaquita marina y la pesca irracional de totoaba en el Alto Golfo de California. Lo promueven varias organizaciones ecologistas.