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La Joya considera que se retirará dentro de cinco años para dedicarse a su profesión

Ni fiestas ni despilfarros, las boxeadoras pensamos distinto: Esmeralda Moreno
 
Periódico La Jornada
Martes 25 de abril de 2017, p. a15

Después de 10 violentos asaltos sin dejar de lanzar golpes, Esmeralda Moreno fue declarada nueva campeona minimosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Un título con sabor distinto para la peleadora, pues representó la recuperación de lo que abandonó hace casi cinco años para convertirse en madre.

Todavía más, el 22 de abril pasado arrebató el cinturón a una rival añeja y difícil, Ibeth La Roca Zamora, a quien enfrentó en tres ocasiones anteriores; las dos más recientes con dolorosas derrotas.

Lejos de las histéricas declaraciones al micrófono que suelen hacer después del combate, La Joya Moreno fue mesurada. Sólo recordó que había prometido a su pequeña hija, Valentina, que esa noche regresarían con un cinturón que habían dejado vacante. Justo para que ella naciera. Ahora es finalista para disputar el cinturón diamante del CMB.

No hubo fiesta. Lo único que quería era volver a casa, estaba agotada por el trabajo impresionante de una de las peleas candidatas a la mejor del año y una de las mejores en el boxeo de mujeres en México.

Sólo quería regresar a casa para estar con mi hija, dice Esmeralda. El boxeo exige mucha concentración y a veces uno siente que descuida un poco a la familia. Y esto lo hice por ella.

En un espectáculo deportivo donde los triunfadores son proclives a las excentricidades, donde son célebres las parrandas interminables de algunos ídolos, los despilfarros obscenos y, también, las caídas estrepitosas, las mujeres viven de otra manera su éxito, considera Moreno.

Antes de pensar en despilfarrar o hacer fiestas, las boxeadoras pensamos en buscar estabilidad, sobre todo si tenemos familia, indica. Yo soy mamá soltera, y por tanto soy la única responsable de los gastos de mi hija de cuatro años; así que aunque disfruto de ser campeona mundial, de hacer una carrera universitaria, también pienso en hacer un patrimonio para ella.

La manera en que concibe un hombre y una mujer en el boxeo es completamente distinta –considera Esmeralda–; ellas, ante todo, no pierden de vista que el trato de empresarios y promotores es injusto.

A pesar de que hacemos el mismo trabajo, no vamos a cobrar tan bien. No lo mismo que le pagarían a un compañero.

Esmeralda cobró 120 mil pesos por esta pelea. Es la primera vez en su carrera que se siente tratada con respeto en las negociaciones. Pero debe ser prudente, lo que ganó –confiesa– debe estirarlo para solventar los gastos personales y de preparación hasta su próximo combate.

Desde mi anterior pelea hasta la del sábado pasó casi medio año, apunta. “Tengo apoyo de la Universidad Autónoma del Estado de México –donde estudia– y eso me permite estar más tranquila.”

Recuperar este título mundial era un cuenta pendiente para Esmeralda. Ya lo tiene en sus manos, pero sus cálculos de futuro no son desbordados. Se ve sólo unos cinco años más peleando. Después, se dedicará por completo a ejercer su profesión en seguridad ciudadana, licenciatura que terminará este mismo año.

Incluso en este renglón, retirarse del boxeo, piensa que existe una ligera diferencia respecto de los hombres. El ciclo trágico en el que los boxeadores se resisten a reconocer que sus días de gloria ya pasaron hasta que son expulsados de manera violenta por un joven en ascenso, no parece frecuente en el pugilismo femenil.

Creo que tiene que ver con los estilos de vida, reflexiona; nosotras nos concentramos en nuestro trabajo porque no podemos distraernos, también porque tenemos roles sociales distintos, nos educan de otra manera.