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Ver día anteriorLunes 3 de abril de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La derechización del mundo
S

eguramente muchas son las causas de esta derechización del mundo que estamos viviendo. Hace, digamos, 30 años el mundo parecía tomar sobre todo un giro hacia la izquierda, encabezado tal vez por una izquierda intelectual cuidadosa de evitar los extremos inoperables, la retórica sin futuro y las fórmulas que parecían llevarnos como por arte de magia a un mundo mejor.

Pero, sobre todo, intentaba no parecerse a esa izquierda extrema sobre todo de principios del siglo XX, que después desembocó en la tragedia humana que tuvo como nombre estalinismo y que se convirtió durante buen tiempo en divisa de la extrema derecha y en el adversario tajante de la izquierda, cualquiera que fuesen sus motivos.

No hay naturalmente espacio para intentar una brevísima historia de la extrema derecha, aunque podemos decir que algunos de sus representantes distinguidos, como De Mestre o Edmund Burke, son todavía ejemplos universales del pensamiento antidemocrático. Desde luego, el modelo extremo fue representado, como se sabe bien, por el hitlerismo y el fascismo que, en la primera mitad del siglo, llevaron al extremos sus ideologías y cometieron probablemente los asesinatos y los atentados contra la humanidad más negros que recuerda la historia. Otros menores procuraron copiarlos y son autores de violaciones de derechos humanos y genocidios escandalosos, que paradójicamente fueron auspiciados, en tiempos de la guerra fría, sobre todo en América Latina, por la campeona de la democracia liberal, Estados Unidos.

Naturalmente, ya en Europa proliferan los partidos y líderes fascistas y de extrema derecha, a quienes las encuestas han dado grandes posibilidades de triunfar en sus países. Son, por ejemplo, Viktor Orban, de Hungría (triunfante ya), o el austriaco Norbert Hofer, que ha citado a Trump como una de sus fuentes de inspiración. El partido neonazi Amanecer Dorado se ha consolidado como tercera fuerza política en Grecia; mientras, el líder Gian Luca Ianone, en Italia, proclama que necesitamos que los hombres defiendan las fronteras y la identidad, o Nikos Michaloliakos, de Grecia, quien ha sostenido que los crematorios y las cámaras de gas no existieron.

Por su parte, Frauke Pegtrt , de Alemania, sostiene que para practicar la religión no hacen falta minaretes; en tanto, Timo Soini, de Finlandia, dice que Grecia debe salir del euro, ya que no podemos asumir más rescates, y Gábor Vona, de Hungría, que en cuanto podamos, eliminaremos el sufragio universal.

Para muchos de ustedes es clara la influencia de Donald Trump en estos partidos y líderes de la extrema derecha, naturalmente con una identidad muy marcada en el antisemitismo, el racismo y la descriminación por motivos ideológicos y raciales. Vivimos que en este inicio del siglo XXI un histerismo apenas larvado y que se apresta ya a aplicar su ideología inflexiblemente, como Donald Trump, en Estados Unidos.

Justamente, tratándose de Estados Unidos, el triunfo de Donald Trump en la campaña presidencial de 2016 nos confirma este vuelco hacia la derecha de la humanidad, que en el caso de Trump ha dado lugar a infinidad de ataques y burlas en prácticamente todos los países del globo, dadas las características del personaje en el que caben todos los dardos, pero que preocupa grandemente a unos y otros, porque sus respuestas políticas han sido extremamente viscerales y compatibles con la presencia en primera fila, digamos, del jefe de fila de la reacción mundial. ¡Heil Trump!, algunos han sintetizado en esa voz la opinión prevaleciente en el mundo, que ha catapultado también los crímenes de odio, dice la FBI. Las principales víctimas de esas agresiones, que aumentaron el año pasado cuando menos 6 por ciento, han sido los musulmanes, seguidos por los negros, los judíos y los latinos, según la misma agencia federal. Es decir, justamente las comunidades que Trump más atacó durante su campaña. Y para hacer las cosas aún más inquietantes, las búsquedas sobre el Ku Klux Klan (KKK) se han disparado en las redes y sus miembros realizaron un importante desfile en Carolina del Norte para celebrar el resultado de las elecciones el pasado 8 de noviembre. En todos esos casos, los perpetradores han citado a Trump y a sus discursos de odio. La razón es sencilla, como dijo a la revista Semana Sri Bertsou, especialista en movimientos populistas y de extrema derecha de la Universidad de Zurich, “la retórica empleada durante la campaña legitimó los discursos racistas, misóginos y xenófobos de mucha gente, y resulta poco probable que en el corto plazo sea posible regresar a la política de siempre. La verdad es que, al contrario de muchos que creían en la moderación de Trump ya en el poder, sus políticas efectivas han resultado tan agresivas como sus discursos.

Por supuesto, sus designaciones a los altos puestos de su administración son perfectamente acordes con esta mentalidad e ideología.

Pero, como decíamos antes, no sólo la extrema derecha de Estados Unidos celebró la llegada de Trump al poder. En Suecia, el grupo neonazi Movimiento de Resistencia Nórdica organizó recientemente la mayor manifestación de su historia para marchar por Estocolmo y saludar la victoria de Trump. En Alemania, el director de la agencia de inteligencia del gobierno federal, Hans Georg Maassen, dijo a la agencia Reu­ters que su país estaba muy alarmado por la escalada de la violencia extremista durante los pasados 12 meses. La extrema derecha está creando lazos a escala continental y se han detectado esfuerzos por hacerlo con grupos afines en Estados Unidos, advirtió. En efecto, desde los años 90 la extrema derecha ha ganado terreno en el viejo continente y hoy existen gobernantes cercanos a esa ideología, como Viktor Orban en Hungría, o a quienes las encuestas dan grandes posibilidades de llegar al poder en sus países, como el austriaco Norbert Hofer, que ha citado a Trump como una de sus fuentes de inspiración. Sin embargo, el verdadero terremoto de la política europea está sucediendo en países con gran peso económico y demográfico, como Francia, Alemania, Holanda y Reino Unido, donde un movimiento populista similar al que marcó las elecciones estadunidenses desencadenó el Brexit y tiene a los movimientos de extrema derecha cerca de entrar al gobierno, e incluso de presidir en sus países.

En ocasión próxima, esperamos contar con el espacio bastante para continuar con este recuento aterrador.