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Penultimátum

Cardenal: sacerdote y poeta incómodo

F

ue tan lacayuna la sentencia del juez, que en dos días otra instancia legal la desechó. Así el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal no tendrá que desalojar la casa donde ha vivido rodeado apenas de lo necesario e irse a vivir a la de su amigo y compañero de lucha en favor de la democracia, el escritor Sergio Ramírez.

La historia en breve: un juez de Managua condenó a Cardenal, quien tiene 92 años, a pagar 584 mil dólares de indemnización por daños y perjuicios a Nubia Arcia, ex ministra de Turismo de Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua. Es un antiguo pleito por la propiedad y usufructo de un hotel ubicado en el archipiélago de Solentiname, en el Gran Lago de Nicaragua, y regenteado por el poeta hasta 1999. El abogado de Nubia, Ramón Rojas, fue quien defendió a Ortega cuando en 1998 fue acusado por su hijastra Zoila América Narváez del delito de violación.

A la caída del dictador Anastacio Somoza en 1979, Ortega tomó el poder en Nicaragua. Tuvo que dejarlo en 1990 al ser derrotado su partido en las urnas. Perdió por no cumplir con los objetivos de la Revolución sandinista y enriquecerse junto con sus incodicionales. Entre los que se apartaron de ese grupo gobernante sobresalen dos personajes: Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez, vicepresidente del país.

Ortega de nuevo ascendió al poder en 2007 y en noviembre pasado fue relecto hasta 2022. Lo hará junto con su esposa, Rosario Murillo, considerada la mujer más influyente del país. Es la madre de Zoila América.

El intento de dejar en la calle a Cardenal es una venganza política por su posición crítica ante el gobierno que preside el matrimonio Ortega-Murillo. El poeta siempre dice que la revolución de Nicaragua fue de las más bellas que ha habido, pero algunos de los principales dirigentes empezaron a robar y perdieron el poder en 1990. Ahora están de nuevo en el gobierno los mismos que traicionaron la revolución y también el sandinismo.

Para ganar votos, la pareja Ortega-Murillo logró que el Congreso de Nicaragua aprobara una ley promovida por las iglesias católica y evangélica que penaliza con cárcel el aborto. Es de las más draconianas sobre el tema en el mundo. Cardenal asegura que el presidente y su mujer fingen su catolicismo y piedad. Su ley contra del aborto, incluso terapéutico, perjudica a los pobres.

Como sacerdote-poeta ha sido partidario de la Teología de la Liberación. Ser ministro de Cultura del primer gobierno sandinista le valió la reprimenda pública de Juan Pablo II, protector del pederasta Marcial Maciel, cuando en 1983 visitó Managua.

No debe extrañar entonces que, por sus ácidas críticas, el poeta sea persona non grata para el gobierno y las iglesias de Nicaragua. Y que se busque destruirlo de mil maneras. Esta vez, nuevamente sin éxito.