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El artista presenta en Madrid una exposición que reúne 34 poemas visuales

Chema Madoz retrata la vida y la naturaleza de Asturias

Convierte la realidad de ese espacio geográfico, sus costumbres y sus gentes en una abstracción, explica el curador de la muestra

Capta la incesante extrañeza del mundo, opina Juan Bonilla

Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 28 de febrero de 2017, p. 4

Madrid.

Chema Madoz es más que un fotógrafo. Sus imágenes son poemas visuales. O creaciones poéticas hechas a partir de una mirada que subvierte la realidad y la materia.

El artista es capaz de convertir una hoja otoñal en una especie de cremallera de cinco vértices que se transfigura con su intervención en un corazón atrapado en su propio pálpito.

Este creador madrileño, considerado el discípulo más auténtico del padre de la poesía visual española, el catalán Joan Brossa, presentó en la capital española una nueva exposición en la que ofrece su particular interpretación de Asturias y su naturaleza.

Madoz nació en Madrid en 1958 y desde los años 80 del siglo pasado se ha ido abriendo paso en el difícil mundo de la fotografía. Su lenguaje es uno de los más originales del panorama español, sobre todo por su capacidad para crear imágenes a partir de objetos cotidianos que a su vez alteran la realidad para crear un nuevo objeto con un equilibrio y esencia distintos.

Humor, melancolía, amor y miedo

El Centro Cultural Conde Duque, con el auspicio del Ayuntamiento de Madrid y la Fundación María Cristina Masaveu, aloja una muestra de 34 fotografías inéditas reunidas en la muestra titulada El viajero inmóvil, en la que Madoz utiliza la representación icónica para crear escenarios con una profunda carga abstracta, en la que también hay sentido del humor, melancolía, amor y miedo.

Borja Casani, comisario de la exposición, explicó que “mirar Asturias requiere, desde la perspectiva y los modos de hacer de Madoz, convertir la realidad de su espacio geográfico, sus costumbres y sus gentes en una abstracción, con lo que nos propone un viaje inmóvil, pues para la realización del trabajo no necesita desplazarse al lugar concreto.

Foto
Las fotografías de Chema Madoz (Madrid, 1958), incluidas en la muestra El viajero inmóvil, que aloja el Centro Cultural Conde Duque en la capital española, son creaciones poéticas hechas desde una mirada que subvierte la realidad y la materiaFoto cortesía Fundación María Cristina
Masaveu

Se trata de viajar por la imaginación para descubrir los elementos conceptuales que conformar la idea de una Asturias en la mente.

El escritor Juan Bonilla, uno de los máximos expertos en la obra de Chema Madoz, resalta la importancia de esta selección de fotografías inspiradas en Asturias.

“A nadie sorprenderá que Chema Madoz, propietario de un mundo tan reconocible, haya utilizado esa causa para proporcionarnos el efecto que contiene El viajero inmóvil. El oxímoron es una de sus herramientas –la pluma que rompe el espejo–, de ahí que no extrañe que ya desde el título se nos hable de un viaje que renuncia al rasgo esencial de los viajes: el movimiento.”

En resumen, añade Bonilla, las imágenes de Chema Madoz cuentan secretos que se depositan en nosotros y no tenemos manera de expresarlos que no sea recordar con precisión las imágenes en las que los recaudamos. Su alcance está en que perpetúan y renuevan el sentido antiguo de la poesía: cantar la incesante extrañeza del mundo, incluso la del mundo más cotidiano que tenemos al alcance de la mano y que, gracias a la mirada de Madoz y a su capacidad para transformar su mirada en una serie inagotable de acontecimientos, se convierte en una inmensa plantación de enigmas.

La exposición El viajero inmóvil concluirá el 16 de abril.