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En su regreso al arco, Pikolín Palacios fue sorprendido por tres tiros de larga distancia

Pumas parecía aniquilado, pero se repuso para igualar con Xolos

Nicolás Castillo encabezó la reacción de los auriazules con un doblete

No es sólo garra y güevos, el equipo sabe jugar, señala Francisco Palencia

Piojo Herrera se quejó del arbitraje

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Con una media tijera Nicolás Castillo dio vida a Pumas al poner 3-1 el marcadorFoto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de febrero de 2017, p. 2

Equivocarse siempre es un riesgo. Hacerlo tres veces por los mismos descuidos es inexplicable. Pero tener la fortuna y virtud de corregirlos es un privilegio. Pumas lo tuvo este domingo y no lo desaprovechó, después de cometer tres descuidos logró enmendar la desventaja de 3-0 y consumó un impensable empate 3-3 ante Xolos de Tijuana, en Ciudad Universitaria.

Si alguien hubiera advertido a Alejandro Pikolín Palacios que en su retorno a la portería –tras recuperarse de una lesión– la bienvenida serían tres goles disparados desde muy lejos, uno por olvidar que su responsabilidad es estar atento bajo esos tres palos, tal vez, de saberlo, se habría reportado enfermo.

Los tres tantos sorprendieron al equipo, afición y, principalmente, al arquero Pikolín, quien se veía fuera de sitio. Lo olfatearon los atacantes como los perros de caza hacen con las presas; tuvieron tiempo de dispararle cuando vieron que no estaba metido en su puesto para evitar la deshonra.

Primero, Avilés Hurtado, quien, ante la confusión entre Darío Verón y Pikolín, se hizo de la pelota, y cuando el portero universitario estaba suplantando a los mediocampistas, decidió enviar la pelota, que siguió una elipsis bien dibujada que sólo el defensa paraguayo intuyó. El zaguero calvo corrió detrás de ese trazo al que seguía con la mirada y a punto de rebasar la línea del gol todavía quiso hacer un acto heroico y estiró cuanto pudo la pierna para evitar lo que se adivinaba: el gratuito 1-0 al minuto 22.

Cuando parecía que Pikolín había recordado que su área es la última de la cancha, volvió a ser sorprendido otra vez un poco adelante. Malicioso, Víctor Malcorra recibió la pelota sin que nadie lo perturbara, sólo oteó al frente y olió la oportunidad, desde unos 30 metros de distancia apuntó y disparó con saña un tiro que siguió una línea recta de balística que nadie podía interferir. Pikolín voló más por decoro que por convencimiento de que pudiera impedir que el balón entrara en su meta, al minuto 61.

Sólo cuatro minutos después, en una vil afrenta a la desatención, Palacios volvió a ser sorprendido de larga distancia; ahora fue Guido Rodríguez, quien quiso repetir el gol precendente y lo logró para vergüenza de los universitarios.

Lo que ocurría no fue resultado de que los universitarios regalaran su cancha a los caprichos y embates de los Xolos.

De hecho, los felinos empezaron con claros signos de que querían jugar arrinconando al rival. Javier Cortés, inspirado y temerario junto a Nicolás Castillo, quien hacía evidente que no se le puede descuidar un instante porque tiene instinto de goleador. Pero no fue suficiente y el primer error de Pikolín desencadenó el desconcierto. No es lo mismo jugar para inspirar miedo que jugar con los nervios crispados por lo inesperado.

De pronto Bryan Rabello o Nicolás Castillo amagaban. Pero todas sus llegadas estaban sobradas de urgencia o sin la compañía necesaria para rematar.

Un nuevo duelo empezó al minuto 71. Uno donde los que pierden olvidan su condición de derrotados y juegan con cierta soberbia, como si los tres goles en contra fueran una anécdota y no hecho registrado en un marcador.

Un córner, que puede convertirse en una carambola de intentos y rechazos, fue prendida con gracia coreográfica por Castillo, quien con una tijera dio el primer tanto a los auriazules (3-1).

Después de ese gol corrieron 10 minutos de otro partido, donde a pesar de la distancia no parecía disparatado pensar que los locales empezarían a acercarse al que disfrutaba de una cómoda ventaja. Un empujón de Paul Arriola contra Rabello fue silbado como penal. El tiro de castigo lo cobró Pablo Barrera con precisión para conseguir el 3-2 al minuto 78.

Los aficionados auriazules empezaron a cantar y apoyar como poseídos de un espíritu inquebrantable, que ya no sólo pedía el empate, sino se preparaban para celebrar una victoria antes impensable.

Al minuto 81, Javier Cortés llegó incontrolable por la izquierda, envió un centro muy bien medido para Castillo que enfilaba para convertir su doblete, y al recetarlo tuvo un ligero desvío de Juan Carlos Valenzuela que en poco pudo restarle mérito al atacante chileno (3-3).

Los últimos momentos fueron más un duelo de orgullo que de estrategias, donde ambos equipos apostaron todo para llevarse el partido. Unos tiraban con todo el pelotón al frente y los otros respondían en contragolpe.

En esa desesperación, Matías Britos hizo un reclamo exagerado al árbitro Marco Antonio Ortiz, a quien encaró y dio un empellón con el pecho. El uruguayo se salvó de una sanción en la cancha cuando su gesto ya era completamente inservible.

Los seguidores de Pumas celebraron la respuesta de su equipo, el espíritu ante la desventaja, el orgullo para sacudirse el polvo y regresar determinado. Eso que entre auriazules llaman garra.

Francisco Palencia, entrenador de Pumas, pidió reconocimiento por todo lo que desplegó el conjunto universitario, no sólo por esa garra. Lo dijo sin recatos.

“Más allá de los güevos y la garra, creo que el equipo también sabe jugar y eso hay que resaltarlo”, pidió Palencia. El equipo no juega a ver a qué sale, no nada más a los balonazos y a los empujones. Todos son testigos de que aunque se perdió la pelota, eso es lo que les mando a hacer. Sí, hubo algo mal, y se los tengo que decir para que los errores que tuvimos no los cometamos de nuevo.

En otro tono, de pesar por permitir el empate, Miguel Piojo Herrera se quejó del arbitraje, sobre todo por un gol que les anularon por fuera de lugar. Dijo que no podía cuestionar al silbante si no tenía clara esa jugada, pero asentó: De que pitó mal, pitó horrible para los dos equipos. Espantoso.

Con el empate, Tijuana quedó en el tercer lugar con 13 puntos, mientras Pumas está en el séptimo, con 11 unidades.