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Imágenes de prostitutas musulmanas, eunucos y travestis de Calcuta integran Ofrenda

Graciela Iturbide revela paisajes feroces de India y Bangladesh

La muestra se presenta en la galería del Seminario de Cultura Mexicana, que cumple 75 años como institución promotora de cultura

Comprende 30 fotos inéditas

Me gusta la adrenalina, pero no podría captar la violencia, la guerra o la miseria, comenta en entrevista

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La cámara es un pretexto para conocer la vida, el mundo y las culturas, expresa la artista de la lente, quien se niega a emplear cámaras digitales, ya que prefiere el cuarto oscuroFoto Yazmín Ortega Cortés
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En Benarés fotografié a luchadores que tienen el ritual de ponerse arena, darse un masaje con ella; luego limpian el lugar donde pelearán y al final se dan un bañoFoto que forman parte de la exposición
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Les pedí permiso para tomarles fotos y me metieron en un cuartito, se pusieron a sus anchas a hacer cosas para que los fotografiara y luego no me dejaban salir, cuenta la fotógrafa en entrevistaFoto que forman parte de la exposición
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de febrero de 2017, p. 7

La fotógrafa Graciela Iturbide (1942, Ciudad de México) lleva cuatro décadas viajando por el mundo para cazar imágenes que la emocionan y sorprenden. Cuando regresa a casa, luego de sus periplos para captar momentos donde la sorpresa y la belleza deben ir de la mano, guarda sus tesoros recolectados.

Sin prisas, le gusta trabajar con delicadeza cada una de sus fotografías antes de imprimirlas. Por supuesto, sigue usando cámaras análogas y revelando en cuarto oscuro.

Ahora es tiempo, dice en entrevista con La Jornada, de hablar de sus recorridos de hace un par de años por Bangladesh e India, donde documentó la vida de las prostitutas musulmanas, de los eunucos y travestis indios, así como los rituales de los luchadores de aquellas tierras.

La exposición Ofrenda, que se inauguró el sábado en la galería del Seminario de Cultura Mexicana, muestra 30 imágenes inéditas captadas por Iturbide, de un paisaje feroz al que no a cualquiera se le facilita el acceso, explica el curador Osvaldo Sánchez.

La cámara es un pretexto para conocer la vida, el mundo y las culturas, añade la artista al narrar cómo conoció a las prostitutas de Daca, capital de Bangladesh.

“Fui a ese país a presentar una exposición y me dieron un premio. Es un lugar muy pobre, me costaba mucho trabajo fotografiar, tienen bastantes problemas porque siempre, entre los bangladesíes y los indios, ha habido matanzas por cuestiones religiosas, cuando ese no debería ser motivo para matar.

“Una amiga me dijo que conocía un prostíbulo cercano al lugar donde estábamos; fui por curiosidad. Los alrededores están llenos de anuncios porque ahí la prostitución es oficial, las mujeres tienen permiso de ejercer y se les dan los cuidados necesarios. Aunque hay prostitutas de todas las edades, me llamaron la atención porque parecen colegialas, muchas traen velos. Fue muy fuerte conocerlas, les pagan sólo un dólar por servicio.

“Después, en India, encontré eunucos en muchos sitios; son personas que cuando son niños, en el seno de familias muy pobres, los castran para que más adelante se vuelvan mujeres, pidan limosna o canten en fiestas. En otras ocasiones ellos mismos se operan y se convierten en hermosas mujeres.

“Les pedí permiso para tomarles fotos y me metieron en un cuartito, se pusieron a sus anchas a hacer cosas para que los fotografiara y luego no me dejaban salir; eso fue en Calcuta. Algunas de esas fotos ni las expuse para no abrumar al público.

“En Bollywood los volvía a encontrar; ellos van ahí a pedir trabajo de extras, porque son muy guapos y guapas. Los eunucos no son maltratados en India; es como en Juchitán, Oaxaca, con los muxes, que son aceptados. Son travestis guapísimos, porque se operan todo y no son rechazados por la sociedad, aunque evidentemente son de clase más baja, castrados –lo cual es terrible– para que puedan sobrevivir después.

“En Benarés fotografié a luchadores que tienen el ritual de ponerse arena, darse un masaje con ella; luego limpian el lugar donde pelearán y al final se dan un baño. Tienen un gurú, su maestro, al igual que los eunucos y las prostitutas, a los que van a ver a una especie de templo.

Para complementar la exposición también presento imágenes de puertas o sitios que dan la idea de Bangladesh o algunas partes de India.

Graciela Iturbide empezó su andar en la fotografía en 1969, cuando ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde conoció al fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, su gran mentor, quien la invitó a ser su asistente.

La artista asegura que nunca toma una fotografía sin que las personas sepan que las está retratando. “Tampoco uso telefoto; debe existir complicidad, luego, me tengo que volver invisible. En Calcuta los eunucos me metieron a un cuartito bastante peligroso y ya no me dejaban salir; me dio miedo, pero por suerte el chofer me estaba esperando afuera.

Me gusta esa adrenalina, pero no podría fotografiar la violencia, la guerra o la miseria. La muerte violenta tampoco, de otra manera sí, por ejemplo los cementerios. Me gusta la adrenalina de encontrarme con algo que me gusta, como los pájaros, pero hay que estar con la cámara siempre hasta ver a qué hora salen. En India tomé muchas parvadas; allá hay cuervos que me encantan.

Iturbide tiene muchos guardaditos en su archivo que aún no se conocen, “por ejemplo, imágenes de los años 70. Me encanta revisar mis negativos, ponerlos en sobres, formaditos para que vayan saliendo. Son muchos, no sé exactamente cuántos. Un fotógrafo va viviendo su vida casi con sus imágenes.

Ahora quiero fotografiar piedras, pues sólo tengo una foto que me gusta. Fui a Japón y tomé varias, pero no, ninguna me gustó. Es un reto, porque las quiero de una manera especial, raras, si no, no. También quiero imágenes de agua, no se cómo, y de aire, que va a ser lo más difícil. Tengo muchos proyectos; tengo que ir a Colombia, a Perú, a Barcelona, y creo que voy a regresar con los seris, porque voy a exponer en Sonora la primera serie que tomé de ellos, quiero ver cómo han cambiado. Hay mil cosas que fotografiar, para donde voltees. Como decía Picasso, yo no busco, encuentro, concluye la artista.

Con la presentación de Ofrenda, de Graciela Iturbide, el Seminario de Cultura Mexicana celebra su 75 años como institución dedicada a difundir el conocimiento de las diversas ramas de las ciencias, las artes y las humanidades.

Creado por decreto presidencial el 28 de febrero de 1942, reúne a mexicanos que se han distinguido en los campos mencionados con el fin de estimular su labor y producción cultural y artística. El Seminario está formado por 25 miembros titulares en disciplinas como literatura, música, arquitectura, antropología, astronomía, química y neurociencias, entre otras.

La Galería del Seminario de Cultura Mexicana se encuentra se encuentra en Mazaryk 526, Polanco.