Sociedad y Justicia
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Escuelas, con atribuciones muy limitadas de lo que pueden pedir que no ocurra

Lamentan expertos separación de padres y docentes para evitar actitudes violentas
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de febrero de 2017, p. 38

Especialistas en educación afirmaron que la violencia que padecen niños y adolescentes afecta su proceso de aprendizaje, porque muchas veces el efecto de sufrirla genera que lleguen con muy baja autoestima al aula o son muy reactivos y violentos porque así les han enseñado a ser.

Advirtieron que en ese contexto la escuela y los maestros tienen atribuciones muy limitadas de lo que pueden pedir que no ocurra en los hogares, en particular por el excesivo deterioro de la figura docente y porque los padres se han convertido en verdaderos censores del quehacer de los profesores.

Luego de que el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas inglés) y el Instituto Nacional de Salud Pública dieron a conocer que 63.1 por ciento de niños y adolescentes de entre uno y 14 años de edad en México han sufrido agresión sicológica o castigo físico como método de disciplina, destacaron que los entornos violentos también influye en los menores, sobre todo porque la escuela no está muy preparada para atender este fenómeno social.

En entrevistas por separado, Alicia Rivera y Etelvina Sandoval, profesoras-investigadoras de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), destacaron que se enfrenta un “triángulo roto, es decir, esa unión que había entre alumno, maestro y padres para afrontar desafíos como la violencia, la disciplina y establecer límites, que hoy no existe porque muchas veces los padres o no saben poner límites o pretenden que sean los profesores quienes se hagan cargo".

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres 2015, en nuestro país casi 6 por ciento de menores reciben castigos físicos severos y 53.1 por ciento agresión sicológica. Además, 63.1 por ciento sufren cualquier tipo de disciplina violenta, la cual no sólo se puede recibir en el hogar, sino también en la escuela.

Al respecto, la Evaluación de Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje, elaborada por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, destaca que al menos 8 por ciento de niños de primaria han sido castigados en la escuela con medidas como no dejarlos tomar agua o ir al sanitario.

Rivera apuntó que los alumnos llegan con una actitud beligerante, violentos con sus compañeros. Incluso con sus profesores, quienes se quedan sin herramientas para establecer disciplina y límites. Los niños que enfrentan tanta violencia se rebelan y cuando se quiere establecer límites en el aula llegan los padres a reclamar, pero no apoyan al maestro. Es un cuello de botella que preocupa mucho a los docentes.

Al respecto, Sandoval señala que la escuela y los maestros enfrentan limitantes para intervenir en las familias o en la forma en que las familias tratan a sus hijos, al igual que sobre los factores que generan los entornos de violencia que pueden afectar a los alumnos.

Agregó que, principalmente en las ciudades, también existe una creciente separación entre padres y maestros. En las escuelas es muy claro cómo ha impactado ese desprestigio social hacia los maestros y que ahora los padres se han convertido en contraloría social, y entre sus efectos está el que cada vez los docentes pueden intervenir menos en orientar las dinámicas familiares, con el fin de apoyar a los niños, porque podría verse como una intromisión más allá de sus funciones.