l igual que en días recientes en Estados Unidos, en Aguascalientes se han organizado manifestaciones para exigir igualdad de derechos y oportunidades, y una vida libre de violencia machista. Si aún son necesarias estas expresiones es porque no ha cambiado la realidad. Un factor a considerar es el papel que juegan las asociaciones despenseras, que intentan apropiarse del malestar social a través del discurso.

Es el caso de la Asociación Iberoamericana para el Desarrollo en la Igualdad de Género, con nula representatividad, que convocó a rueda de prensa para ponerse de alfombra del ayuntamiento capitalino, ensalzarlo y asegurar sin miramiento alguno que la alcaldesa de Aguascalientes ya construyó, junto con las ciudadanas, una agenda de género. A su vez, el Partido de la Revolución Democrática busca generar empatía declarando que si los ciudadanos deben apretarse el cinturón, los partidos también deben hacerlo, para colocarse del lado correcto de la protesta. En tanto, el Partido Acción Nacional organiza una colecta de firmas para apoyar su iniciativa de reducir el impuesto especial sobre producción y servicios y sus diputados se placean presumiendo convicción ciudadana.

Sin embargo, las mujeres siguen demandando acciones, no palabras; lo mismo que los afectados por el gasolinazo. Visto así, queda en evidencia que las asociaciones despenseras sólo buscan capitalizar el hartazgo generalizado para sumar puntos en favor de lo que representan: su propio interés. No abonan a la realidad sustantiva, mucho menos al cambio; no legislan con perspectiva de género, no cabildean leyes ni proponen desde la responsabilidad de representación que tienen en el Congreso. Mientras sigamos permitiendo el atole con el dedo de la declaración lucidora, las mujeres deberán seguir marchando solas por sus derechos; la sociedad seguirá teniendo que tomar la calle y mirar con justificado asco a los políticos que envilecen el ejercicio pleno de la ciudadanía.

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