Opinión
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Infancia y Sociedad

Sobredosis de amor

¡D

espabílate, amor¡ Porque en los tiempos que se avecinan, la mejor forma de protección y defensa serán las sobredosis de amor. Por su gran poder adictivo, el amor puede considerarse una droga: la más placentera, la más saludable, la más humana, la que nada nos quita y mucho nos da. ¿Peligrosa? Sí, pero sólo para los sistemas fundados en la codicia y el miedo. El amor es la gran vacuna contra los valores que el capitalismo inocula en las almas sin que nos percatemos de ello.

La pared en la calle proclama: amar en tiempos de odio es un acto revolucionario... y lo es.

Necesitamos sobredosis de amor para enfrentar los odios que amenazan a México, en especial de dos grandes enemigos, uno externo y otro interno. El primero, Donald Trump, quien, aunque parece sólo un tonto y grotesco clown, nos amenaza con lo que hará; aquí adentro, Enrique Peña Nieto, gran peligro para México no sólo por lo que hará, sino por todo lo que ya hizo contra el país en los recientes cuatro años. Ninguno de estos personajes es culto ni sensible; no trabajan solos ni para sí mismos. Ellos sirven a grupos económicamente muy poderosos, pero enfermos de codicia, ceguera y desamor.

All you need is love, cantaron Los Beatles y el planeta entero los acompañó. Hemos de recuperar los cantos y los himnos del amor, no en dulzona evasión, sino en valiente acción y compromiso, en solidaridad abundante y sin límites.

Despabílate, amor, escribió Mario Benedetti: Bonjour buon giorno guten morgen / despabílate amor y toma nota / sólo en el tercer mundo mueren cuarenta mil niños por día / flotan los bombarderos y los buitres / cuatro millones tienen sida / la codicia depila la amazonia.

Buenos días good morning despabílate / en las computadoras de la abuela ONU no caben más cadáveres / los fundamentalistas degüellan a extranjeros y viceversa / predica el Papa contra los condones / bonjour monsieur le maire / forza Italia buon giorno / opus dei buenos días / good morning Hiroshima / despabílate amor / que el horror amanece.

Que el amor fluya y nos inunde; que nuestros cerebros se llenen de dopamina y serotonina; que los besos y los abrazos nos produzcan hemorragias de oxitocina para colmarnos de luz y de energía.

La amorcilina es gratis. Vamos a producirla y a compartirla. “¿Quién dijo que todo está perdido...? Yo vengo a ofrecer mi corazón…”, nos canta Fito Páez. Vamos a promover caricias y solidaridades; a sumarnos a toda convocatoria de alegría; a recorrer el jardín de los artistas. Vamos a decir no a los juegos del odio. Que nuestro mejor sueño sea bailar bajo el sol sin prisa: invertir nuestra generosidad y buen humor en la gran bolsa de los valores humanos.