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Con apoyo del INBA, se crea cátedra que lleva el nombre del destacado tenor

Francisco Araiza llama a forjar una educación de excelencia en el bel canto

Su carencia contrasta con el hecho de que voces nacionales figuran entre las más cotizadas en las principales casas de ópera a escala mundial, indica en entrevista con La Jornada

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No había en el país una cátedra como ésta; puede vérsele como un medio para saldar mi deuda con el Conservatorio Nacional de Música y mi país, expresa Francisco Araiza en entrevista con La JornadaFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 10 de diciembre de 2016, p. 4

El ámbito del canto en México vive una profunda paradoja. Por un lado, las voces nacionales figuran entre las más cotizadas en las principales casas de ópera del mundo. Sin embargo, por otro, en el país aún hace falta una educación de excelencia para esos intérpretes.

Así lo admite el tenor Francisco Araiza (CDMX, 1950), uno de los más reconocidos cantantes de ópera en el mundo, quien con más de 40 años de trayectoria profesional fue el responsable de abrir brecha para las voces mexicanas en los más importantes escenarios internacionales.

El intérprete busca contribuir a resolver esa carencia en la educación y, de la mano del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), creó la cátedra Francisco Araiza en el Conservatorio Nacional de Música, la cual se inscribe en los festejos por el 150 aniversario de la fundación de ese centro de enseñanza.

La finalidad de esa iniciativa –la cual está inspirada en la cátedra que en la segunda mitad del siglo XX instauró en esa institución Ernesto Roemer, que tuvo de sucesora a Erika Kubacek– es formar cantantes mexicanos de excelencia, de renombre internacional, especializados sobre todo en el terreno del lied, que, según Araiza, es el más completo y demandante de todos.

“Me ofrecían profesorados en China, Corea, Japón, República Checa, Escandinavia, pero qué mejor poder compartir mis conocimientos en mi propia casa y crear aquí una generación de músicos de primera, Made in México, como yo”, indica Francisco Araiza.

“Hasta ahora no existe en el país una cátedra como ésta. Puede vérsele como un medio para subsanar una deuda de mí hacia el Conservatorio Nacional de Música y mi país, pero también es una obligación crear una escuela, porque la gran pregunta siempre es ¿qué han legado los grandes artistas mexicanos?

“Algunos directores dejaron orquestas, pero ¿por qué no dejaron otros directores? No deseo que eso pase conmigo. Que la gente diga, sí, que fui una luminaria, pero que no dejé a ningún sucesor.

Bueno, ya dejé a Javier Camarena y con eso puedo decir que ya me salvé; pero a quiénes más. ¿Dejo generaciones de cantantes?, ¿una escuela?, ¿fundé una tradición? Pues sí y no. Ahora sí puedo, ahora tengo todo para hacerlo.

Todos quieren salir del país

En entrevista con La Jornada, al término de una de las sesiones de esa cátedra, la cual comenzó el pasado lunes y abarcará dos años, Francisco Araiza alerta sobre la falta de una educación de calidad en México; esa carencia obliga a los cantantes nacionales a salir cuanto antes del país con la finalidad de proseguir su preparación.

Todos quieren salir y a todos les inducen esa orientación: ir en búsqueda de su destino en el exterior. Obviamente, las personas que los aconsejan piensan que tienen la capacidad natural, así como de preparación, para tener éxito fuera. Muchos sí la tienen, pero muchos no, señala.

Creamos esta cátedra para que alumnos mexicanos de grandes dotes no tengan que salir en la búsqueda de un gran maestro, que es muy difícil de encontrar, explica.

Lied, el género más completo

Francisco Araiza adelanta que los trabajos de esa propuesta académica están centrados en el lied, porque es el género más completo y, por consiguiente, demanda una preparación más rigurosa.

“El cantante de lied tiene que ser músico, investigador y, sobre todo, poseer una personalidad que le permita aportar su punto de vista a las composiciones que va a interpretar”, detalla.

Se tendrá que ver a la misma altura ocular que los directores de orquesta, de escena y de teatro. Alguien que por su sapiencia y por lo que es va a ser buscado y solicitado. Puede manejar todo y ser superior a los demás.

El tenor aclara que, no sólo en México, sino en gran parte del mundo, esa especialización se ha dejado en manos de pianistas y eso limita el aprendizaje.

Los pianistas sabrán mucho, pero están hablando de cómo hacer el amor sin haberlo hecho jamás en su vida. Entonces, qué mejor que esa enseñanza esté en manos de alguien que sí estuvo en el ruedo y tiene la capacidad y la pericia para educar.

Para la primera edición de la cátedra Francisco Araiza fueron seleccionados 12 alumnos (mujeres y hombres), ocho del Conservatorio Nacional y cuatro de la Escuela Superior de Música, además de cuatro pianistas de oyentes. El curso durará dos años y las sesiones consistirán en siete semanas por año.

Francisco Araiza adelanta que, desde ahora, podrá vérsele y escuchársele de manera más frecuente en escenarios mexicanos, con recitales de lied y conciertos al lado de sinfónicas y montajes operísticos.

Tengo la dicha de saber ser maestro y doy gracias a la vida; no quiero excluirme de los escenarios, sino seguir cantando.