Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de diciembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

Trump: México en la mira

Contra empleo exportado

Tarifazo para cerrar 2016

E

l reloj avanza a la par de las amenazas del próximo inquilino de la Casa Blanca, quien un día sí y al siguiente lo mismo reitera que llevará a la práctica las no pocas amenazas lanzadas a lo largo de su campaña electoral, cuyo objetivo central –en la mayoría de los casos– es México. El muro va, insiste, y la política proteccionista también.

Ayer Donald Trump reafirmó que cualquier empresa que abandone el país para irse a otro, despida a sus trabajadores, construya una nueva fábrica o planta y entonces piense en vender sus productos en Estados Unidos sin retribución o consecuencias, se equivoca, es decir, sufrirá las consecuencias de su política de puertas cerradas.

El gobierno mexicano se mantiene congelado, siempre con la idea –delirante, a todas luces– de que Trump, una vez instalado en la Oficina Oval, recapacite e incumpla tales amenazas, porque éstas –cree– se lanzaron como parte de la campaña electoral. Según cree, el verdadero Trump está por verse y, asegura, para bien.

Estados Unidos, dice el energúmeno, está abierto a los negocios, pero pronto aplicará un impuesto de 35 por ciento a las empresas que exportan puestos de trabajo a terceras naciones y después quieren vender sus productos, coches, aires acondicionados, etcétera de regreso a su país de origen. Y el gobierno mexicano hace como que no escucha.

El destino de muchas de esas plazas laborales exportadas no es otro que México, cuyo principal atractivo es el ínfimo costo de la mano de obra, aderezado de incentivos fiscales y otras gracias otorgadas por el gobierno mexicano. A estas alturas, alrededor de 50 por ciento de la inversión extranjera directa acumulada en el país proviene de Estados Unidos, y su monto es cercano a 210 mil millones de dólares (1999-2016), de acuerdo con información de la Secretaría de Economía.

Aún no se instala en la Casa Blanca y Trump ya logró cancelar tres grandes proyectos privados de exportación de empleos a México, y todo apunta que eso sólo es la botana de aquí al 20 de enero próximo. Y ello se registra en el marco de una creciente dependencia económica con el vecino del norte, de tal suerte que una eventual sacudida sería de pronóstico reservado.

En vía de mientras, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advierte que en el contexto de la persistente debilidad de la economía mundial tras la crisis de 2008 y 2009, han aumentado los cuestionamientos a la globalización. Si bien estos han sido más intensos en los países industrializados, la debilidad de la recuperación económica está afectando fuertemente también a los países en desarrollo, y en la región particularmente a los de América del Sur.

La globalización, apunta el organismo especializado de la ONU, ha venido de la mano de patrones de producción y consumo que son insostenibles desde el punto de vista medioambiental. Hay una reacción de la comunidad internacional ante los riesgos que la destrucción del medio ambiente conlleva para el bienestar de las futuras generaciones. Surge así la demanda de nuevas instituciones y acuerdos tendientes a redefinir la gobernanza de la globalización en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la reducción de la desigualdad.

Desde los años noventa y hasta el estallido de la citada la crisis, las elevadas tasas de crecimiento del PIB y del comercio redujeron las tensiones asociadas a un proceso de transformación tan intenso como el que representa la globalización. Sin embargo, tras la crisis, ambas variables se desaceleraron de manera acentuada y afloraron las tensiones latentes en diferentes áreas. Primero, la creciente insatisfacción ante la débil recuperación económica y los consiguientes costos sociales y de empleo, en especial en las economías europeas que todavía no han recuperado el nivel de ocupación previo a la crisis y mantienen tasas de desocupación cercanas a 10 por ciento.

La distribución del ingreso se deterioró en casi todas las economías avanzadas, y la creciente desigualdad se refleja en el estancamiento de los salarios reales de gran parte de la población, particularmente de los trabajadores con calificaciones bajas y medias. Entre 65 y 70 por ciento de los hogares en 25 países avanzados (560 millones de personas) sufrieron la reducción o estancamiento de sus ingresos reales entre 2005 y 2014, en contraste con lo sucedido entre 1993 y 2005, cuando la cifra correspondiente fue de apenas 2 por ciento.

Además, señala la Cepal, el aumento sostenido de la inmigración en Estados Unidos y Europa ha creado crecientes tensiones en el mercado laboral, sobre todo en la segunda, donde la débil recuperación económica afectó negativamente la creación de empleo. Las tensiones asociadas a la migración no son exclusivamente de carácter económico, sino que responden también a prejuicios culturales o raciales.

De acuerdo con el citado organismo, existe una creciente percepción en la población de los países avanzados de que las élites económicas y políticas no prestan la debida atención a temas como el aumento del desempleo y el estancamiento de los salarios. A los opositores a la globalización en los países emergentes y en desarrollo se han sumado decenas de millones de personas en los países desarrollados. Así ha aumentado la disconformidad con el funcionamiento de los sistemas políticos y se han abierto opciones para posiciones extremas. Estos factores están en el trasfondo de eventos como el Brexit y el fortalecimiento de plataformas políticas antiglobalización y antiinmigración en Estados Unidos y varios países de Europa continental.

El análisis de la Cepal refiere que los problemas no se circunscriben a ciertos grupos sociales en los países avanzados. En diversos países latinoamericanos las tensiones políticas han emergido con fuerza al terminar el ciclo de altos precios de las materias primas. Como resultado, las demandas sociales han aumentado y la capacidad de los gobiernos de atenderlas ha disminuido. En varios países de la región, la conflictividad social y las tensiones políticas se incrementaron significativamente en los últimos años, así como la desconfianza de la población hacia la clase política.

Las rebanadas del pastel

Pues nada, que en este México, al revés el compromiso gubernamental de reducir las tarifas eléctricas, en los hechos quiere decir que no dejarán de aumentar. Desde julio pasado no han dejado de ascender, y para cerrar 2016 la CFE incrementa las aplicables a los sectores industrial y comercial, y de pilón la correspondiente a la doméstica de alto consumo. Congruencia, ante todo.

Twitter: @cafevega