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De nuestras Jornadas

Cuentas dispares

L

a sobresaturación de cadáveres en el Servicio Médico Forense de Acapulco y Chilpancingo debería ser para el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos Zepeda, un indicio claro –transparente, diría el gobierno– de la situación que en materia de seguridad prevalece en Guerrero. Pero no fue así.

En su visita de un día, de entrada por salida, el general diplomado de Estado Mayor se basó en los informes que le presentaron sus subordinados y las autoridades estatales para dar por hecho que la violencia va a la baja.

Los números son fríos, es cierto, pero también son manipulables, alterables según la conveniencia de quien los maneja. Las cifras que aparecen en los informes, por otra parte, son incomprobables; nadie puede tener certeza de su veracidad.

Si un gobernador desvía recursos o se los embolsa, la Auditoría Superior de la Federación puede revisar cuentas y descubrir la irregularidad; hay supervisión, una dependencia encargada de verificar.

En el caso de los reportes de la Sedena, ¿quién es el encargado o encargada de verificar la veracidad de la información? La voz de la Sedena es la palabra del Presidente de la República.

Ni el gobierno del estado ni los gobiernos municipales se atreverán a contradecir la voz presidencial. Lo que Sedena dice eso es, sin pasar por un filtro que permita cuestionar su autenticidad.

Cienfuegos Zepeda vino a comprobar que la estrategia de seguridad creada para los cinco municipios más violentos de Guerrero (Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Chilapa y Coyuca de Benítez) ha resultado exitosa; le informaron que el crimen va a la baja, así lo dio por hecho y así lo difundió.

De ninguna manera va a venir a descubrir que sus estrategias han resultado un fiasco.

Ya lo dijo: si la gente tiene la percepción de que la violencia sigue igual o va en ascenso, es un problema comunicacional. Alguien, pues, le está comunicando mal, así la población perviva entre la zozobra y el terror, resultado de que un día amanece un muerto en la esquina de su manzana o hubo una balacera a dos cuadras.

En consecuencia, si el general ya dijo que todo va maravillosamente y si alguien cree lo contrario será porque tiene un problema comunicacional, significa, sencilla y llanamente, que no harán más, porque cuando algo va bien ya no hay necesidad de dedicarle más atención.