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La Unesco analizará esta semana las propuestas para hacer la declaratoria

La rumba cubana y las Fallas de Valencia, candidatas a patrimonio de la humanidad
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de noviembre de 2016, p. a14

La Habana.

Pocas cosas representan tanto a Cuba como la rumba, mezcla de ritmos, bailes y canciones que tienen sus raíces en la cultura africana. Ahora este género musical aspira a ser incluido la próxima semana en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad que elabora la Unesco.

El origen de la rumba está en las capas más populares de la sociedad cubana. Nació en la época colonial como una necesidad de expresión de la identidad africana por medio de la música.

En un primer momento, la rumba fue una forma de enmascarar los toques de tambores de las religiones africanas, que no se podían hacer abiertamente por miedo a la represión de la Iglesia católica en la época colonial española.

Los taburetes o los cajones de las mesas servían de instrumentos de percusión en los descansos del trabajo.

Con una música supuestamente profana y desacralizada se sacaba a flote todo ese sentir de esas capas primero esclavas, después libres y luego desposeídas, porque la rumba todavía está en las capas más bajas de la sociedad, afirmó Elías Ases, uno de los promotores populares más importantes de la cultura afrocubana.

El yambú, la columbia y el guagancó son los tres tipos de rumba en Cuba, que agrupa tanto ritmos musicales como un estilo de danza.

Los ritmos de los bailarines se marcan con las tumbadoras, tambores que se pueden afinar y que con los golpes improvisados ponen a bailar a los danzantes.

En el popular barrio de Centro Habana está el Palacio de la Rumba, convertido en uno de los destinos favoritos de los turistas que siguen este ritmo, pero también para muchos cubanos que lo consideran un templo de esta música.

El espacio es también la sede oficial del Timbalaye, el Festival Internacional de Rumba Cubana, en el que se organizan conferencias, encuentros, conciertos y bailes en torno de esa música, integrándose las tradiciones y la religión afrocubana.

Solar, en lugar de palacio para esa música

No hace falta un palacio, porque la rumba nace en la marginalidad, lo que había que hacer es el solar de la rumba, aseguró Salvador González Escalona, quien en la década de 1990 creó el Callejón de Hamel, proyecto cultural comunitario que se ha vuelto uno de los mayores referentes de la cultura afrocubana.

Ese espíritu de solar, como se conocen las casas de vecindad, se siente en el Callejón de Hamel, donde todos los domingos se celebra una de las peñas más populares de la rumba cubana.

Los orígenes humildes y africanos hicieron que durante mucho tiempo la rumba estuviera estigmatizada como música y baile de pobres y de negros.

Dpa

Madrid.

Aún no se sabe si serán declaradas patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco, pero lo que es seguro es que las Fallas de Valencia son desde hace mucho tiempo patrimonio cultural de España.

Esta fiesta, la segunda más popular del país luego de los sanfermines, cautiva a los españoles y cada vez a más extranjeros con las enormes figuras de gran colorido y con el olor a pólvora.

Un comité de la Unesco analizará del 28 de noviembre al 2 de diciembre si esa fiesta pasa a formar parte del legado de la humanidad.

Pero ¿qué hace de las Fallas una fiesta tan especial?

Todos los años del 15 al 19 de marzo las calles de numerosos municipios y sobre todo de Valencia se engalanan con impresionantes luces y, lo más importante, se llenan de fallas, grandes monumentos que pueden alcanzar hasta 25 metros de altura, de alta calidad artística y, generalmente, de carácter satírico, hechas a mano. El último día de la celebración, el día de la Cremà, se les prende fuego.

Además, desde el primero de marzo todos los días se realiza una mascletà, que consiste en la detonación de una importante cantidad de petardos de gran potencia sonora de forma rítmica, un auténtico espectáculo que hace vibrar cada célula del cuerpo.

Las calles bullen con el ir y venir de los turistas, la música de las bandas que recorren la ciudad y los vistosos vestidos de las falleras, mujeres ataviadas con los trajes típicos de la región (la fallera mayor porta el de la ciudad de Valencia, y es la reina de la fiesta).

Más beneficios

Aparte de esto, las Fallas suponen un importante impacto económico en la región, por la cantidad de sectores que se ven beneficiados directa e indirectamente, como el hostelero, el textil y el pirotécnico.

Se cree que el origen de las Fallas se remota a una antigua tradición de los carpinteros, que el día de San José, su patrón, es decir, el 19 de marzo, quemaban en la calle objetos de madera que ya no necesitaban.

Con el paso del tiempo las piras, denominadas fallas, fueron tomando forma y cargándose de sentido crítico e irónico, mostrando hechos sociales censurables, según se explica la web oficial de la Comunidad Valenciana.