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Blanco Móvil
U

no de los museos más originales de la Ciudad de México es El Estanquillo, que resguarda alrededor de 12 mil variadas piezas que coleccionó el cronista Carlos Monsiváis a lo largo de 40 años. El nombre le va muy bien porque al igual que esas tienditas donde tienen un poco de todo, esenciales en cualquier barrio de tradición, aquí sucede lo mismo: caricaturas, soldaditos de plomo, pintura, fotografía, miniatura, maquetas, grabados y lo que se le ocurra. En general, la colección tiene como centro la vida de México y el arte popular.

Otro encanto del museo es el edificio que ocupa, situado en la avenida Madero esquina Isabel la Católica. Se le conocía como La Esmeralda por haberlo ocupado una prestigiada joyería con ese nombre. En alguna ocasión platicamos que la construcción en estilo francés, casi rococó, la construyeron en 1890 los arquitectos Eleuterio Méndez y Francisco Serrano.

En la fachada se aprecian las iniciales de la relojería Hauser-Zivy y Cia., dueños del inmueble y representantes de la casa de orfebrería Christofle y de la cristalería de Baccarat. En la planta baja aún se puede admirar el soberbio trabajo de yesería que adorna los techos. En la azotea hay un agradable mirador, la tienda y una cafetería. El panorama es espectacular, con la cúpula y torres del templo de la Profesa a la altura de los ojos.

El museo ofrece constantemente actividades culturales y presenta exposiciones temporales. Ahora exhibe ¡Que se abra esa puerta! Sexualidad, sensualidad y erotismo. El día 28 se inaugura Los rituales de Carlos. Homenaje a Monsiváis y sus manías, que promete estar sensacional.

En este lugar, el próximo jueves 17 se presenta Di/verso Encuentro de poemas en la Ciudad de México. A las 16 horas se lleva a cabo Blanco Móvil. Treinta años, que celebra el esfuerzo de Eduardo Mosches por mantener viva esa revista de narrativa, ensayo, crónica y poesía en la cual han participado muchas de las mejores plumas locales y del extranjero. Participan: Eduardo Langagne, Jeremías Marquínez y Rocío González.

Hace unos meses se llevó a cabo un festejo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes con una mesa redonda en la que se reconoció el trabajo y la tenacidad que hay detrás de esta publicación.

Los que han incursionando en la publicación de una revista conocen el esfuerzo que es mantenerla viva; difícil en un opúsculo institucional y prácticamente imposible en un proyecto privado.

No es de extrañar que en esa ocasión los escritores participantes: José María Espinasa, José Ángel Leyva y Francesca Gargallo, quien además leyó el texto que envío Ana Bergua, destacaron la permanencia de esa publicación, en un medio como el de nuestro país, donde las revistas, particularmente las de contenido literario y cultural, tienen vida breve, más aún las que carecen de apoyos institucionales.

En esa ocasión el poeta Eduardo Mosches, fundador y director de Blanco Móvil, se refirió a la revista en segunda persona, como si fuese su hija. Mencionó: Entre algunas arrugas y las letras, llegamos a estos 30 años con más amigos, entre escritoras y escritores; crecieron los lectores en edad y cantidad. Por otro lado, dolorosamente, el país empobreció, hay más miseria en las calles, los desaparecidos aumentaron, los 43 se sumaron a decenas de miles, hay presos políticos en las cárceles, nos mordemos la rabia y seguimos escribiendo y leyendo; continuamos en esto de realizar historia literaria y cotidiana.... Todo esto ha buscado expresarlo en la revista, sin que pierda su carácter literario y cultural. Una hazaña en todos los sentidos.

Vamos a brindar por ella con una cerveza Montejo, la mejor compañía para un festín yucateco. El lugar: Coox Hanal, que se encuentra en la misma Isabel la Católica 83, tercer piso. Es un lugar sencillo, económico, con trova en vivo, terraza y comida exquisita. Entre mis favoritos: la sopa de lima, los panuchos de pibil y el chamorro al achiote. Postre: sorbete de chicozapote.