Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Ansia de audiencia

Sobre el periodismo y la verdad

Libertad de expresión

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Ortiz Tejeda y los tres alumnos de la vocacional 3 de Ecatepec, estado de México, que lo entrevistaron
A

nte un disimulado asombro y desbordante contento, han comenzado a llegar a mi correo solicitudes de jóvenes, hasta la fecha solamente estudiantes, que me piden tiempo para una entrevista. Como político de generación en estado de inminente desaparición o vedete residente en la Casa del Actor, contesto: Permítanme consultar mi agenda. Veinte segundos después, continúo: ¿Tienen algo que hacer en media hora? Las visitas de los jóvenes me entusiasman tanto, que tengo que moderarme para no ser abrumador ni extenuante. Entender que las citas o anécdotas que a mí me complace relatar, para ellos no tienen mayor sentido. Hago un esfuerzo mayor que en el gimnasio (al que obviamente no he regresado a dos meses de haberme inscrito), a fin de contener mi ansia de audiencia, y aún así no puedo liberarme de una maldición que el entonces líder juvenil Tulio Hernández me endilgó hace muchos sexenios: Ortiz, siempre que te pido la hora, me das el reloj.

La semana pasada, después de intercambiar mil telefonemas necesarios para precisar el rumbo, llegaron a mi casa, en el sur de la Ciudad de México, unos jóvenes alumnos de la vocacional 3 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), ubicada en Ecatepec, estado de México. Está claro que su recorrido duró más de dos horas y tres transbordos. La cita tenía como objetivo que les contestara un cuestionario que ellos previamente elaboraron y que era una tarea escolar para la materia Expresión Oral y Escrita, que les imparte la maestra Patricia Espino Villagrán.

¿Y yo por qué?, estuve a punto de improvisar cuando recapacité sobre la torpeza de mi cuestionamiento. ¿Qué periódico es el que puede hacer que la gente sustraiga a su exiguo presupuesto diario 10 pesos, con tal de tener una visión confiable de lo que en el país acontece? ¿Quién siempre pone su remite al final de cada colaboración, como disimulada incitación a que le escriban, aunque sea para una trompetilla textual? ¿Quién, por menos bien colocado en el ranking columnetólogo, será el más facilito? Encontrada, con lógica tan elemental, la respuesta a mis dudas, me reporté con los jóvenes que a continuación presento a ustedes y que, en la sala de mi casa, me dieron una sesión de terapia que ni los 12 apóstoles frommianos juntos y en sus mejores tiempos, o sea, los míos, podían haberme proporcionado.

Los tres muchachos provienen de municipios diferentes del estado de México. Para conseguir su inscripción debieron obtener una puntuación superior a 100 en una prueba de 128 interrogantes.

Alfredo Méndez Escalona. Proviene de una secundaria de Tezoyuca. Sus padres viven juntos y con él son cinco hijos. El papá se dedica a tareas de la construcción como albañil. Debe ser bueno y cumplido pues siempre tiene trabajo, lo que le permite, no sin limitaciones, mantener a una familia tan numerosa. Alfredo, como su padre, pero él, gracias al albañil, espera ser ingeniero civil.

Yoel Arath. Su meta es convertirse en diseñador de videojuegos y otras aplicaciones de los conocimientos computacionales, que está aprendiendo y ya practicando. La suya es una familia bien avenida. La mamá trabaja en el Issste y el papá maneja un taxi de su propiedad.

Eduardo Prado. Llega de la secundaria de Tecámac. También quiere ser ingeniero civil, por lo cual se prepara de noche y de día (como melodía) para ingresar a la ESIA del IPN. Por su tenacidad y empeño para que nuestra plática se realizara y el énfasis que pone en sus adolescentes palabras, sé que lo conseguirá.

Y que empieza el interrogatorio: suavecitos, tímidos, pero recios. Tomás Zerón, al frente de la Agencia de Investigación Criminal, no les aguanta (y sin Tehuacán) ni un round y confiesa.

Les selecciono algunas preguntas y mis titubeantes respuestas. Si es posible les entresacaré otros cuestionamientos.

1. ¿Por qué decidió trabajar en un medio de comunicación?

Ahora me doy cuenta de que mi decisión fue a muy temprana edad. Estaba terminando la secundaria cuando me surgió la gana de escribir, de hablar en la radio, de expresar mis inquietudes, más que ideas, emociones, impulsos. Me junté con algunos amigos y fundamos un periódico estudiantil – Crisol, se llamaba– y, presuntuosamente, le agregamos el lema Pensamiento y voz de los estudiantes de Saltillo. Desde ese lejano momento aprendí una terrible realidad: hacer periodismo escrito o por medios electrónicos, dedicarse a la divulgación masiva de ideas, acontecimientos, demandas, aspiraciones, denuncias; a apoyar, protestar, oponerse, requiere de una serie de cualidades intelectuales, cívicas, éticas, pero también, infortunadamente, de habilidades para captar dinero. Al tiempo que organizábamos cada edición y escribíamos los temas que nos correspondían, todos teníamos que vender publicidad que, además de la impresión del anuncio, implicaba el amistoso compromiso de inducir a nuestros padres y amistades a que los zapatos se compraran en la zapatería Flores, los lonches (tortas, en chilango) en Kalionchis, nuestra escasa ropa interior en Las 3 B y, de ser posible, el velatorio de la abuela en los funerales Martínez.

Así acontece desde con mi periodiquito estudiantil hasta con los grandes diarios y, por supuesto, con las empresas de radio y televisión.

Los dueños de los medios de producción de bienes y servicios lo son también, dicen que alguien dijo, de los medios para producir las ideas, los conceptos, las creencias, los valores. Por eso olviden para siempre las viejas e irracionales expresiones: esto es verdad, lo oí en la radio, lo vi en la televisión, lo leí en el periódico. Estos no son nidos que la verdad privilegie para empollar verdades. Por supuesto que las excepciones apoyan mis exabruptos.

2. ¿Un periodista siempre dice la verdad?

Un periodista dice la verdad igual que un ingeniero, un profesor, un obrero o un migrante. Decir la verdad no depende de la profesión, sino de la estructura moral de la persona. Conozco periodistas de una integridad a toda prueba que transmiten su verdad al precio no sólo de una existencia dura, precaria, sino aun al riesgo de la vida. Y por supuesto a los grandes pillastres que no publican ni dicen la verdad ni cuando se equivocan. Son acaudalados, exitosos, triunfadores. Y no es verdad que lo que hacen lo pagan. Esas son maniobras de sus cómplices que los confiesan y los absuelven. Son perversos toda la vida y mueren ahítos y con honores. Si los periodistas dijeran la verdad, el mundo sería otro mundo.

3. ¿Qué es lo más significativo que le ha ocurrido al desempeñar su trabajo?

Sin lugar a dudas cubrir los terribles acontecimientos de septiembre de 1973 en la República de Chile, el golpe militar contra el gobierno legítimo de Salvador Allende. Su asesinato y la brutal represión militar contra el pueblo chileno, así como el funeral de Pablo Neruda. Todos estos terribles y emocionantes acontecimientos fueron plasmados en un documento fílmico que se convirtió en una de las películas mexicanas más premiadas en México y en el mundo. Se llama Contra la razón y por la fuerza. Estoy en la mejor disposición de obsequiarles un devedé y darles la autorización para que lo exhiban y quemen las veces que quieran, con tal de que no se le dé uso comercial.

4. ¿Cuáles habilidades debe tener un periodista o comunicador?

Si entendemos como habilidades las destrezas de una persona para realizar con eficacia algunas acciones, trabajos, juegos, les contestaré que las que un periodista requiere para cumplir a satisfacción sus tareas, su profesión y, sobre todo, su vocación, son de muy diversa naturaleza: debe ser una persona con amplia información general y una más profunda sobre la materia de su especialidad. Esto obliga a leer, estudiar, investigar. Debe obviamente saber comunicarse verbalmente y por escrito. Tener buen trato con toda la gente, ser sencillo y saber escuchar. Curioso, preguntón, metiche, pero respetuoso. Observador, detallista, memorioso e incrédulo. Pero además ser persistente y aventado. Audaz, pero no irresponsable ni indiscreto ni mentiroso. Comunicar lo que se piensa que es la verdad, pero decirla bien, porque las verdades mal dichas hacen tanto daño como una mentira.

5. ¿Qué opina de la libertad de expresión?

Pienso que se trata de la madre de todas las libertades. Sin ella no me explico ninguno de los valores que consideramos imprescindibles en la sociedad en la que deseamos vivir. La igualdad, la justicia, la libertad, la democracia y la soberanía, ¿cómo podrían conquistarse, preservarse, sin el ejercicio pleno de la libertad de expresión?

6. ¿Por qué decidió dedicarse al periodismo?

Tal vez porque no tenía las habilidades suficientes para ser guerrillero o, como decía un viejo general revolucionario: porque siempre me ha gustado regar polvorita.

La plática fue más o menos así. Reviso y aclaro o corrijo.

Twitter: @ortiztejeda