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CNI, EZLN y el poder de abajo
E

l reciente comunicado del Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Que retiemble en sus centros la tierra, difundido en la página enlacezapatista.org, tiene el mérito de poner en el centro de atención la defensa de la tierra, bosques, agua, y todo lo que es amenazado por los megaproyectos de desarrollo y el despojo de los bienes comunales. También representa un llamado a la sociedad en su conjunto a organizarse para apoyar una nueva iniciativa política que se expresaría en la candidatura independiente de una mujer indígena, delegada del CNI, en los elecciones presidenciales de 2018.

El comunicado se emite al terminar el quinto Congreso Nacional Indígena, realizado en Cideci-Unitierra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en el 20 aniversario del CNI y en un aniversario más de la resistencia de los pueblos indígenas a lo largo de más de cinco siglos. El CNI sigue siendo una expresión de esperanza de una nueva nación, a pesar de la negativa del gobierno de implementar los acuerdos de San Andrés firmados en 1996. Las luchas de resistencia contra el modelo económico continúan, con la ardua construcción y defensa de espacios propios que ahora forman la base de este nuevo llamado conjunto del CNI y el EZLN.

Aunque esta propuesta esté fincada en estas experiencias de lucha, no se limita únicamente a demandas étnicas, sino que incluye a la sociedad civil en general. Lo novedoso es que propone otra mirada de la política nacional, es decir, representa una invitación a repensar la nación desde las experiencias de despojo y represión vividas por los pueblos indígenas en el campo y en la ciudad. No se trata de algo externo o adicional a la defensa de la nación, sino que forma parte central de la misma. Tampoco se trata de buscar el poder sino de construir una defensa más sólida, articulada y nacional contra los megaproyectos y los despojos en todo el país. En fin, lo que busca es reafirmar el valor de la vida, como lo declararon los zapatistas en enero de 1994, cuando se alzaron para no morir en el olvido.

La propuesta no sólo asegura que habrá una mujer indígena como candidata independiente en las elecciones presidenciales, sino también busca dar nueva forma política a los reclamos ancestrales y nuevos que fueron expresados en el pasado congreso. Como señala el mismo comunicado, es el poder de abajo que nos ha mantenido vivos.

El método de selección de la candidata independiente se basa en la organización de este poder de abajo. El CNI y el EZLN se han declarado en asamblea permanente con el propósito de llevar el acuerdo del quinto congreso a consultar en cada una de nuestras geografías, territorios y rumbos para nombrar un consejo indígena de gobierno. De ahí surgirá la propuesta que una mujer indígena expresará como candidata por la Presidencia del país.

La propuesta también es diferente a otras experiencias en América Latina donde los pueblos indígenas han tenido resultados no siempre favorables cuando deciden participar en el ámbito electoral en alianza con partidos políticos. En Ecuador, por ejemplo, a mediados de los noventas, la Coordinadora de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) decidió participar en las elecciones, aprovechando una reforma electoral de 1994 que permitió candidaturas de organizaciones independientes y quitó una ley que obligaba el registro de miembros en por lo menos 10 provincias y el registro de candidatos en 12 provincias. En ese nuevo contexto, la Conaie decidió formar el partido del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, o MUPP, el cual participó en alianzas con otros partidos para remover presidentes corruptos, logrando espacios en el gobierno encabezado por Lucio Gutiérrez en 2002. Sin embargo, Pachakutik se quedó marginado cuando el mismo gobierno, una vez elegido, decidió adoptar políticas de austeridad y otras medidas antipopulares que derivaron en la renuncia o despido de los representantes del Pachakutik. Tal situación también impactó negativamente al mismo movimiento indígena y llevó a una revaloración de la importancia de la organización local y comunitaria versus las alianzas con candidatos de partidos nacionales, los cuales tienden a imponer su propia agenda, como ha sucedido en el caso del gobierno de Rafael Correa. Algo similar ha ocurrido en Bolivia, donde el surgimiento del Movimiento al Socialismo (MAS) como partido político, basado en gran parte en las movilizaciones indígenas, ha llevado a contradicciones y tensiones entre el impulso que han dado los gobiernos del MAS a la economía extractivista y las resistencias a dicho modelo por sus efectos dañinos para la autogestión y el ambiente en territorios indígenas.

En el caso de México, la propuesta del CNI y EZLN no se trata de formar un partido ni aliarse con partidos políticos, sino crear un consejo indígena de gobierno y, de ahí, promover sus propuestas a través de una mujer indígena, delegada del CNI, como candidata independiente en 2018. Es una iniciativa que busca asegurar que la relación entre los pueblos que componen dicho consejo y su candidata sea más estrecha y menos proclive a la cooptación. Es una forma distinta de enfrentar el dilema político de cómo puede un movimiento popular ganar presencia nacional sin perder la relación con las bases sociales que lo sustentan. También, como es de esperarse, la propuesta del CNI y el EZLN va a competir con la de otros partidos y candidatos, lo que podría derivarse en descalificaciones mutuas, o en un debate necesario sobre el rumbo del país y el papel de las comunidades, barrios y pueblos indígenas en el proceso de definir ese rumbo. No sabemos todavía la recepción que tendrá esta propuesta. Por el momento, es preciso reconocer que es una idea que garantiza que los problemas de despojo, impunidad, violencia y represión expresados por el CNI y el EZLN serán ineludibles en los debates nacionales y, por ese mismo hecho, la propuesta constituye un aporte oportuno y bienvenido.

*Profesor-investigador, Universidad Estatal de Nuevo México