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José Manuel López Velarde lleva obra infantil al Helénico

En el teatro no se trata de ser famoso, sino de contar algo
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Una escena de la puesta El último teatro del mundo, la historia de Pina, que tiene funciones los domingosFoto cortesía de la producción
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de septiembre de 2016, p. a13

José Manuel López Velarde se ha destacado en musicales de diferente formato en México; es su veta, su aportación, hasta el momento. Ahora creó y dirige El último teatro del mundo, la historia de Pina, una catarina en busca de la grandeza, a quien le han dicho que para obtenerla necesita buscar el último teatro del mundo y para entrar en él tiene que demostrar que posee magia de verdad.

En entrevista, López Velarde, agregó que en el camino Pina encontrará varios seres raros que la acompañarán con una disyuntiva: ¿la fama será esa magia que necesita?

Se trata, precisó, de un musical familiar que se presenta los domingos (hasta el 6 de noviembre), en el Teatro Helénico, a las 13 horas.

Actúan Marco Paredes, Mauricio Hernández, Iker Madrid, Pablo Rodríguez, Paloma Cordero y Paloma Hoyos, con la producción de Óscar Carnicero y La Teatrería.

Agregó que el título obedece a que hay una serie de personajes que no caben en ningún lado; sienten que tienen algo que decir y no saben dónde. Alguien les dice en un sueño que antes había un lugar que se llamaba teatro, el cual nadie sabe dónde quedó y si aún existe, y los manda a buscarlo.

En el camino y en la búsqueda de ese recinto descubren el teatro, lo inventan, y se dan cuenta de que en el camino encontraron su destino. Yo no imagino el mundo sin teatro, por más que haya esta idea de su extinción, pues me parece que es el reducto de lo humano. Mientras alguien trate de comunicarse con alguien, independientemente que ahora tengamos pantallas y otros medios, en el escenario se da la comunicación frente a frente, el intercambio de las miradas, por eso el teatro siempre va a existir. Sí, siempre estamos actuando. Lo que pasa es que de repente la palabra actuar se tergiversa y se dice de alguien que cuando simula está haciendo puro teatro, y me parece que no es así. El teatro es algo verdadero. Yo me enojo cuando ponen: la política es puro teatro. De esto habla esta obra, de la idea de ir a ver a las estrellas de la televisión en vivo, de la fama, de querer contar algo y desear ser grande. En el teatro no se trata de ser famoso, sino de tener algo que contar, que no te cabe en el cuerpo y lo llevas a un escenario.

–¿En su experiencia eso le ha pasado?

–Sí, claro que he sabido de actores que caen en eso. Incluso cuando estudié supe de compañeros que estaban en la escuela con la idea de hacerse famosos. Pensaba que estaban en el lugar equivocado. Para las telenovelas, por ejemplo, se requieren cualidades más físicas que de discurso y de tener algo adentro.

“Me ha tocado trabajar con actores que vienen de un buen rato de hacer tele y hay que activarles el switch, porque es un medio diferente. En la tele encuentran actores que de repente son muy cercanos al personaje, por lo menos según se ven. Sí, puede haber ese cambio de energía. Al ir al teatro un actor de televisión tiene que cambiar. En el cine y la televisión no tiene la última palabra el actor, y en el teatro sí. Cuando empieza la función todo mundo, el escenógrafo, el director, dejan de influir y lo que sucede esa noche sí es responsabilidad del equipo, pero el actor debe de llegar hasta la última butaca, con su voz, mientras en la tele hay una cámara.”

La obra se escenifica en el Teatro Helénico, en avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn; teléfono 4155-0919; www.helenico.gob.mx. Localidades: 220 pesos.Para niños de más de seis años. Duración aproximada: 120 minutos.