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Polémica social

Incipiente experimento de diálogo se frustró con la llegada de la policía capitalina

En la Marcha por la Familia nadie acertó a explicar qué es la ideología de género
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de septiembre de 2016, p. 4

El gigantesco mecate pasó por el ojo de la aguja pero nadie, en la Marcha por la Familia, acertó a explicar qué es eso que tanto los preocupa: la ideología de género.

Las mentiras de los promotores de la marcha blanca, que ayer llenó porciones del Paseo de la Reforma, dieron lugar a muchas confusiones, incluso entre los caminantes. Pero ni duda cupo de que los organizadores de la marcha blanca contaron con recursos enormes: autobuses de primera, pantallas gigantes a lo largo del recorrido, un sistema de sonido fabuloso, baños portátiles, chalecos y radios para los voluntarios que se encargaron del orden.

Y, claro, un manual bien aprendido sobre qué hacer frente a las provocaciones del imperio gay.

Por ejemplo, frente a un grupo de personas, viejos y jóvenes, hetero y homosexuales, que se paró frente a la Puerta de los Leones armado de carteles, botellas de agua y banquitos. Invitaban a los marchistas al diálogo:

Las dos cartulinas que portaba Saúl Espino, uno de los primeros en plantarse en el lugar, resumían sus motivos: Nuestro objetivo es desactivar el odio por medio del diálogo y darle voz, historia y rostro a la diversidad. Y la otra: Soy católico y soy gay. ¡Quiero platicar contigo!

No hubo ningún encuentro ríspido. Al contrario, algunos marchistas se acercaron a platicar con los portadores de las cartulinas.

Pero los organizadores de la marcha consideraron que su mera presencia es una provocación, de modo que organizaron una valla para que los marchistas no se acercaran, se armaron de globos blancos para tapar los carteles y ordenaron: Avancen, avancen, luego dialogamos.

La policía de Miguel Mancera optó por hacer su propia valla para separar la marcha de las cartulinas.

El plan del grupo de las cartulinas era repartir botellas de agua a los marchistas e invitar a los que desearan a ocupar unos banquitos para dialogar en un tono fraterno, no como el que emplean los líderes del Frente por la Familia y algunos miembros de la jerarquía católica.

No se pudo. Empezamos a ser percibidos como amenaza cuando llegó la policía y ahí acabó el experimento, dijo Espino.

Tres señoras blancas y de ojos claros –el fenotipo de buena parte de los asistentes– le entraron al diálogo y luego de un rato hubiesen abrazado a los jóvenes de las cartulinas de no ser porque la valla policiaca lo impedía.

–Yo tengo dos sobrinitas. ¿Creen que les daría alguna información que sus padres no quisieran? –dijo uno de los muchachos.

–Los amamos, los amamos –respondieron las señoras.

¡Juaristas!

Un Estado laico debe asegurar los derechos para todos, rezaba la pancarta que portaban Aura Castro y Felipe González.

¿Qué cómo les fue? Les gritaron putos y les chiflaron, aunque el insulto mayor fue el grito de ¡juaristas! que les lanzaron desde la marcha.

Eso contaba Aura cuando pasó un señor de edad –avanzada– y dio su lección de historia: ¡El laicismo lo impusieron los gringos!

La pancarta que aludía al Estado laico despertó algunos resortes extraños. Una güereja de potente voz lanzó el grito que siguieron muchos: ¡Biología, no ideología! Es de suponerse que se refería al binomio hombre-mujer y no al debate entre evolucionistas y creacionistas.

Un grupo de jóvenes de Guanajuato se divirtió viendo marchar a las monjitas. Y calculaba:

–¿Cuántos seremos?

–Diez o 15 mil.

Desde el sonido central, más tarde, los organizadores hablarán de 300 mil manifestantes, aunque al final le suben a 400 mil. Aunque hayan sido 20 mil, según el gobierno local.

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Aspecto de la contramarcha emprendida por grupos defensores de la diversidad sexualFoto Jair Cabrera

Llegó para quedarse

No se necesitan príncipes, dijo el papa Francisco en su reciente visita a México. Al menos no se necesita que se dejen ver al frente de su grey en este nuevo episodio de las batallas de los malquerientes del Estado laico.

Por el movimiento dan la cara otros. Un movimiento que llegó para quedarse, al menos de aquí a 2018. Al frente, sólo como botones, están el ex candidato del PAN al gobierno de Jalisco, Fernando Guzmán, ex presidente de la Dhiac y vinculado al Opus Dei; el panista mexiquense Rodrigo Iván Cortés, y la presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia, Consuelo Mendoza. Se definen como los demócratas que no queremos que se imponga el pensamiento único. Son la cúpula que demandó una audiencia con el Presidente de la República para exigirle que retire su iniciativa de matrimonios igualitarios.

Y no estuvieron solos. En la marcha también participaron otros grupos cristianos que al llegar al Ángel desplegaron una manta con la leyenda: 25 millones de laicos evangélicos exigimos al presidente Peña que retire su iniciativa de matrimonios igualitarios.

Otra agrupación notable marchaba entre los contingentes de Michoacán y Colima, pero no vestía como los demás. Había camisas pardas, chamarras negras, cabezas rapadas y muchas camisetas blancas con la imagen de monseñor Jozef Tiso, el gobernante títere de Adolfo Hitler en Eslovaquia, un hombre que mandó a miles de judíos a los campos de concentración.

–Perdone la ignorancia, ¿quién es el que hace el saludo nazi en su playera?

–Es un saludo de los romanos. Y monseñor fue un mártir de los comunistas.

Fusilado al perder los nazis la guerra, Tiso reapareció como héroe en la Ciudad de México, en un contingente que ondeaba banderas con símbolos nazis –la cruz celta y otras linduras– y que marchó a la orden de ¡Paso redoblado, ya!

Los neonazis marcharon sin problemas desde el Auditorio Nacional, pero al llegar al Ángel fueron invitados por la policía a salir del lugar. Lo hicieron bajo las órdenes de un hombre que portaba una camisola parda con el logotipo de la Unión Nacional Sinarquista.

Educación científica

La primera oradora en el Ángel fueron, naturalmente, una familia.

Soy Miriam, soy mexicana y soy mamá (ovación). El padre, Andrés, demanda una educación científica y libre de ideologías. Y la pequeña hija, María José, dice que todos los niños mexicanos queremos un papá y una mamá (nueva ovación).

Del otro lado de la glorieta no se alcanzaba a escuchar la consigna que rezaba: De norte a sur, de este a oeste, ganaremos las familias, cueste lo que cueste.

Hasta ahí, donde ondeaban las banderas arcoíris, llegó la pareja formada por Angélica Díaz y Cuauhtémoc Rodríguez. Ella tomó la palabra y, un poco apenada, dijo: Nosotros somos heterosexuales pero queremos que nuestra hija crezca en un país laico.

Para entonces, un pequeño grupo se había separado del contingente de la contramarcha e intentaba cruzar al otro extremo. La policía no los dejó y desde el sonido los conminaron: ¡No a la provocación!

Tomó la palabra una mujer de voz potente y soltó: Amigos, ¿por qué les gusta el chisme? Vénganse para acá. ¡No sean jotos!

A las risas siguió una canción propia de lugar de ambiente y el mitin de disolvió al ritmo de: “No me mires, no me mires, no me mires, déjalo ya…”