Opinión
Ver día anteriorLunes 19 de septiembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La Jornada: 32 años
E

l 19 de septiembre de 1984, hoy hace 32 años, La Jornada llegó por primera vez a manos de lectores que requerían y demandaban –ya por entonces– un espacio que presentara cada día los asuntos de interés nacional que no aparecían en los relatos oficiales ni en las versiones uniformadas del conjunto mediático nacional. La salida del diario fue resultado de un proceso de construcción que integró al núcleo de periodistas fundadores con artistas –los pintores Rufino Tamayo y Francisco Toledo a la cabeza–, académicos, intelectuales, científicos, dirigentes políticos y sociales y con ciudadanos que aportaron dinero, respaldo y entusiasmo para hacer realidad la nueva publicación. Fue consecuencia, también, de una concepción del periodismo en clave ética, establecida en una línea editorial a la que La Jornada se ha mantenido fiel y que explica su sobrevivencia y desarrollo a lo largo de crisis económicas nacionales e internacionales, a pesar de la animadversión de instancias del poder público y empresarial y ante denostaciones que han llegado a la calumnia abierta.

Un año después del nacimiento de este medio, el terremoto de 1985 devastó la capital de la República, forzó en su población una evolución política y social de gran trascendencia y colocó a La Jornada ante su primera gran prueba de responsabilidad y compromiso con la sociedad. Vendrían muchas otras: el movimiento estudiantil de 1986-1987, el proceso electoral de 1988, las primeras medidas del neoliberalismo abierto y las resistencias sociales que generaron, el fin de las dictaduras militares en Sudamérica y la instauración de democracias formales en los países de la región, la segunda guerra del golfo Pérsico, los conflictos y los difíciles procesos de paz en Centroamérica, el alzamiento de los indígenas zapatistas en Chiapas y la crisis finisexenal del salinato, la crisis permanente del gobierno de Zedillo, el rescatebancario que endeudó al país a un límite nunca antes visto, el surgimiento en Sudamérica de gobiernos populares y soberanos, la decepcionante alternancia partidista en la Presidencia, los atentados del 11 de septiembre de 2001, la destrucción de Afganistán e Irak por coaliciones occidentales, el fraude electoral de 2006, el terrible sexenio de Felipe Calderón, con su cauda de muertos y desaparecidos; las filtraciones de Wikileaks y de Edward Snowden, el movimiento #YoSoy132, el impugnado proceso electoral de 2012, la instauración del Pacto por México y el nuevo ciclo de reformas neoliberales, la continuación de la violencia delictiva y de su contraparte oficial, la atrocidad, aún no esclarecida, del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, además de los escándalos del presente gobierno y las crisis: política, económica y moral del presente.

En todos esos trances La Jornada ha buscado ofrecer a sus lectores información puntual y veraz, presentar las distintas versiones de los actores involucrados y acompañar el trabajo informativo con elementos de contexto, reflexión, análisis y crítica, y acompañarlo con el trabajo de fotógrafos y moneros que ocupa, en nuestras páginas, un sitio fundamental.

Ante el desarrollo de la revolución digital, Internet y las redes sociales, todos los medios impresos del mundo enfrentan un destino incierto y La Jornada no es la excepción: el tránsito del papel a la pantalla de los dispositivos no sólo exige una reformulación general del trabajo informativo en todas sus dimensiones, sino que precisa también de una reingeniería empresarial que hasta la fecha no ha podido ser resuelta a cabalidad por ningún medio y para la cual no existen fórmulas establecidas.

Lo único seguro, en el contexto de la crisis nacional y la reconversión tecnológica, es que este diario seguirá siendo fiel a sus principios fundacionales y a la sociedad a la que se debe.