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Ver día anteriorSábado 10 de septiembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La constitución y la felicidad
L

a constitución de la Ciudad de México debe ser más que un pacto entre políticos, más que una formalidad y más que un adendum al Pacto por México. Es la exigencia pendiente del pueblo capitalino de tener una norma que le dé plenos derechos políticos y que, como lo dijo Morelos en sus Sentimientos de la Nación en 1814, busque moderar la indigencia y la opulencia.

El 15 de septiembre se inician los trabajos de la Asamblea Constituyente que tiene a su cargo elaborar el documento que incorpora a la ciudad capital como una más de las entidades integrantes de la Federación mexicana, con derechos plenos. Por indiferencia de los medios, la crisis extrema por la que pasa el país, el interés sobre la constitución de la ciudad no ha sido muy alto a pesar de la importancia que tiene el acontecimiento.

Soy parte del ese cuerpo de representantes que tendremos la gran responsabilidad histórica de participar en la elaboración de la constitución; represento a mi partido, Morena; las dos circunstancias me honran.

El episodio histórico y político que tendrá lugar dentro de pocos días puede significar un cambio de fondo en la manera de hacer política en la capital y ser el primer paso para un cambio en todo el país; la Ciudad de México va siempre a la vanguardia en los avances que en diversas materias se han ido abriendo camino.

La naturaleza jurídica de la ciudad pasa de ser un simple departamento administrativo a cargo del Poder Ejecutivo para ser una entidad democrática, soberana, autónoma para el manejo de su economía; queda atrás el burocrático nombre de Distrito Federal y nos llamaremos, nos llamamos ya, Ciudad de México.

La lista de candidatos de Morena obtuvo 36 por ciento de los votos en las elecciones para elegir a los diputados constituyentes; es una clara mayoría y con esa autoridad moral participará en los trabajos que se avecinan; hace unas semanas presentó un documento denominado Los Sentimientos de la Ciudad, nombre que se adoptó en recuerdo y honor de José María Morelos y de los primeros constituyentes mexicanos que se reunieron en Apatzingán en 1814.

Nos asumimos como los herederos y continuadores de las luchas cívicas, políticas y sociales que a través de la historia han distinguido a los habitantes de la ciudad, en especial mencionamos el movimiento ferrocarrilero de 1958, el de médicos de 1964, el de los estudiantes de 1968, la organización vecinal que surgió con motivo de los sismos de 1985, del movimiento universitario de 1987, de las jornadas cívicas de 1988, de la movilización multitudinaria en contra del desafuero en 2005 y del fraude electoral en 2006, y la defensa del petróleo en 2013, en la que tuvieron un lugar preponderante las llamadas Adelitas.

En el documento definimos a la ciudad como una comunidad pluricultural, pluriétnica y multilingüe, reivindicamos los derechos humanos, su carácter progresivo y la necesidad de que cuenten con mecanismos jurídicos para su defensa eficaz; sostenemos que debe ser un espacio abierto para la expresión de las ideas y las manifestaciones pacíficas que de ningún modo deben ser reprimidas, encapsuladas o impedidas.

Proclamamos la dignidad de las personas y su igualdad ante la ley sin privilegios ni prerrogativas salvo las que tengan como fundamento la protección de sectores marginados; nos pronunciamos en contra de la discriminación por cualquier motivo étnico, edad, género, posición social, identidad sexual o afectiva; como Morelos señaló: sólo distinguirá a un ciudadano de otro el vicio o la virtud.

En materia educativa sostenemos que ésta debe ser gratuita, laica y universal en todos sus niveles y grados, que la ciudad debe contar siempre con recursos necesarios para la enseñanza y que la evaluación educativa queda a cargo de la comunidad de estudiantes, maestros y padres de familia.

Queremos que el fin de la constitución sea la felicidad de los habitantes de la ciudad.