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México SA

Productividad prófuga

Corrupción de dos vías

Misael, ejemplo a seguir

U

no de los pilares de la política económica del actual gobierno es, según su propio dicho, la democratización de la productividad con el fin de apoyar a pequeñas empresas y a la mayoría de los mexicanos.

¿Con qué se come eso? En palabras del afamado ministro del (d) año, tan rimbombante concepto se traduce en una agenda de cambios, de reformas que sean democratizadoras de la productividad. Democratizar la productividad significa democratizar el capital humano, la innovación, el acceso a la energía y a la tecnología de la información, al crédito, a la posibilidad de emprender y a las oportunidades económicas.

A lo largo de las últimas tres décadas los mexicanos han sido testigos, y víctimas, de muchas democratizaciones –como la de la banca, las aerolíneas, carreteras, ingenios, azucareros, etcétera, etcétera– que para efectos nacionales no sirvieron más que para deteriorar el de por sí reducido nivel de vida de los habitantes de esta República de discursos.

¿Qué del pilar que se cita? Quién sabe, pero si se mide por los resultados la democratización de la productividad debe permanecer guardada en el cajón de quienes se comprometieron a llevarla a cabo, o de plano prófuga.

En vía de mientras, la Cepal divulgó su informe Productividad y brechas estructurales en México, del que se toman los siguientes pasajes. Va, pues.

En el transcurso de los últimos 25 años se perciben luces y sombras en el desarrollo de la economía mexicana. Por una parte, sobresale el desempeño del sector exportador, con un gran dinamismo de las ventas al exterior y una inserción exitosa en sectores y mercados de fuerte expansión.

También se constata un cambio estructural hacia sectores de mayor complejidad tecnológica. Otro elemento a subrayarse es la estabilidad en materia de inflación y tasas de interés que se viene registrando desde finales de la década de 1990. En cambio, las tasas de crecimiento económico han sido insuficientes (con un promedio anual de 2.5 por ciento entre 1994 y 2015) y persisten enormes rezagos sociales, con elevados niveles de pobreza y desigualdad.

Así, los ejercicios estadísticos y econométricos, que hacen uso de bases de datos publicadas por el Inegi, arrojan los siguientes resultados principales: el crecimiento promedio anual de la productividad laboral de México entre 2000 y 2014 (0.9 por ciento) fue significativamente menor que el de Estados Unidos (2.1), lo que ha ampliado la brecha entre ambas economías. En caso de continuar con estas tasas, a Estados Unidos le llevaría 34 años duplicar su nivel actual de productividad, mientras a México casi 78 años.

El análisis por sector, realizado para el periodo 1990-2012, muestra que las manufacturas presentan el mayor crecimiento promedio anual en México (2.1 por ciento), aun cuando su desempeño está impulsado por las industrias intensivas en escala, que incluyen la producción automotriz. En contraste, el desempeño menos favorable se registra en la producción primaria (0.1), donde además de actividades agropecuarias se incluye la extracción petrolera.

En comparación, la productividad laboral en la manufactura de Estados Unidos se acrecentó a una tasa promedio anual de 4.6 por ciento entre 1990 y 2012. En el mismo periodo, en México se aprecia una disminución significativa de las horas trabajadas en manufactura, a favor de un incremento en los servicios, en particular comercio y servicios intensivos en escala. Es decir, se registró un desplazamiento desde el sector con el mayor crecimiento de la productividad laboral hacia otros con menor dinamismo.

Las brechas de productividad entre estados de la República se han ensanchado. Entre 2005 y 2014, Querétaro, Zacatecas y Aguascalientes presentaron el mayor crecimiento en el índice de productividad laboral (2.6 por ciento en promedio), en contraste con una contracción promedio de 3.1 en los tres estados con el desempeño menos favorable (Baja California, Baja California Sur y Campeche).

El análisis de los censos económicos de 2004, 2009 y 2014 permite concluir que, en promedio, la productividad laboral de las empresas grandes manufactureras es 20 por ciento superior a la que presentan las microempresas, 7 por ciento por encima de las pequeñas y 5 por ciento mayor que las empresas medianas.

Las diferencias de productividad entre tamaños de empresas varían por sector. Así, en la industria alimentaria (fabricación de alimentos, bebidas y tabaco) las empresas grandes registran una productividad 180 por ciento mayor que las microempresas. De manera similar, en la fabricación de maquinaria y equipo las empresas grandes ostentan una productividad 183 por ciento mayor que las microempresas.

El análisis de los censos económicos de 2004, 2009 y 2014 también ofrece evidencia sobre las brechas de productividad y la actividad exportadora. En efecto, se observa que las clases de actividad económica con alta intensidad exportadora (por ejemplo, fabricación de componentes electrónicos y de motores de combustión interna) son en promedio 84 por ciento más productivas que los que desarrollan una baja intensidad exportadora (elaboración de alimentos para animales).

Aun cuando se nota una mayor participación de mujeres en la fuerza laboral, principalmente en servicios, su peso sigue siendo limitado y el dinamismo de su incorporación es lento. La gravedad de esta situación se acentúa a la luz de los resultados que surgen del análisis: por hora promedio trabajada, el producto marginal de las mujeres es mayor que el de los hombres.

Por ende, la participación de las mujeres en el mercado laboral todavía es baja (con rendimientos decrecientes en la incorporación de hombres), así como la concentración de mujeres en ciertas actividades con altos niveles de productividad, como es el caso de algunos subsectores de la manufactura.

Entonces, si alguien encuentra a la democratización de la productividad, favor de avisarle al ministro.

Las rebanadas del pastel

La Coparmex se lava las manos y denuncia: la corrupción cuesta a México el equivalente a 10 por ciento de su producto interno bruto, lo que quintuplica el costo que este problema registra a nivel mundial. Espeluznante, sin duda, pero el organismo patronal deja a un lado que este cáncer es de ida y vuelta, y la iniciativa privada es uno de los dos pilares que sustentan y alimentan a la corrupción… Bien por Misael Rodríguez. Se lleva la de bronce, pero más importante aún es el ejemplo de entrega y constancia que da, especialmente a las pútridas autoridades deportivas del país.

Twitter: @cafevega